Esta es la primera entrega que Pliego Suelto dedica a Proyecto Nocilla. El libro, publicado recientemente por Alfaguara, reúne en un solo volumen la trilogía Nocilla dream (2006), Nocilla experience (2008) y Nocilla lab (2009). A modo de celebración, hemos pedido a una serie de invitados sus impresiones acerca de la obra de Mallo. En esta ocasión participan Jorge Carrión, Pere Joan, Gabi Martínez, Julián Hernández, Julio Ortega, Juan Feliu y Pablo García Casado. En próximas entregas contaremos con Eduardo Moga y Olga Martínez, editora en Candaya del primer Nocilla Dream. Muchas gracias a todos.
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Jorge Carrión (Tarragona, 1976). Escritor, crítico literario y personaje de Nocilla lab.
Yo leo la publicación del Proyecto Nocilla en una serie reciente y posible, la que conforman la Obra reunida de Mario Bellatin y los Relatos reunidos de César Aira. Se trata de tres obras muy distintas, pero que tienen en común su inconformismo y su dificilísima clasificación. Si tenemos en cuenta los puntos de origen de los autores (España, México, Argentina) podemos trazar un triángulo intercontinental. Tres de los ángulos más significativos de la literatura innovadora en nuestra lengua.
Releer ahora la trilogía de Agustín Fernández Mallo es darse cuenta de que su dislocación fue sistemática. En primer lugar: te descoloca, tres veces, a ti como lector. Pero, sobre todo, descontextualiza lo que en este cambio de siglo se aceptaba como «literario». Así, inyecta buenas dosis de Robert Smithson y de situacionismo a la literatura (y dadaísmo: un árbol con zapatillas deportivas en medio del desierto). Y poesía (post-poética). Y ciencia (sea eso lo que sea). Y apropiación (collage y cita y corta y pega). Y tecnología (a menudo anacrónica). E imagen (casi siempre pixelada). Y viñetas (en la traca final). No se sale de la tradición porque no se puede trabajar desde fuera de la tradición. Su ruta es la de Borges, Cortázar o Vila-Matas, autores a los que ha homenajeado de modos muy diversos. A los que ha releído novedosamente y ha sacado de quicio. Porque de eso se trata.
Juan Feliu Sastre. Miembro de Vacabou y Frida Laponia, proyecto musical que desarrolla junto a Fernández Mallo.
Con cada página de esa exuberante sucesión de Polaroids que es Nocilla Dream, me decía a mí mismo que ése era el libro que yo hubiera escrito de haber tenido talento, y que al fin alguien había hecho eso por mí. Tal fue el impacto. Porque yo sabía que tras las cifras, fórmulas o lenguaje científico-tecnológico, se escondía una gran belleza, pero nunca imaginé que tanta, y mucho menos que alguien fuera capaz de decodificarla en su totalidad; eso es lo primero que me fascinó. Pero había mucho más –y aquí ya incluyo la vuelta de tuerca que a todo esto significó Nocilla Experience–, como ese tempo misterioso e hipnótico, una fuga de Bach para batería libre en un fondo perfecto de Chris Ware, o esa estupefacción al descubrir a estas alturas que la belleza está en todas partes si uno ajusta el foco adecuadamente, algo que sólo ahora podría llegar a parecerme sencillo.
Con Nocilla Lab sentí un cambio de latitud que me trasladaba a la tierra de Supertramp, pero con David Lynch al bajo de 5 cuerdas: cambios de ritmo, de instrumento, carretera y celda, inquietud y belleza, todo nuevo sin serlo. Hasta que, al terminar, intentas entender qué y cómo ha ocurrido todo.
Pere Joan (Palma de Mallorca, 1956). Historietista e Ilustrador. Autor de Nocilla Experience, la novela gráfica y del cómic final de Nocilla Lab.
Narrar como quien construye una chabola. Esa es la forma de ensamblaje que me sugieren los Nocillas. La chabola, la acumulación, una forma perfectamente digna y muy pertinente para contar según nuestro sistema perceptivo actual. De hecho, tres personajes de Nocilla Experience viven en modestas casetas situadas en azoteas. Esas azoteas constituyen atalayas desde donde individualidades suficientemente peculiares construyen proyectos con los que se reafirman e intentan además sumar su visión de la realidad al ruido ya existente. Pasan por melancólicos pero no lo son porque están esperanzados con su proyecto.
En esa forma, a menudo sorprendente, de chabola narrativa hay conexiones ocultas que transforman lo que pasa por prosa en un artefacto poético con links estéticos y conceptuales que dan sentido a esa acumulación. Sé de lo que hablo porque yo también construí así mi versión en novela gráfica. A pedazos, ensamblando las múltiples referencias. Para hacerlo y visualizar el nuevo/mismo libro gráfico tuve que hacerle la autopsia. Poco a poco iba descubriendo esas conexiones estéticas y de sentido que no se ven a simple vista. Se trata, en definitiva, de algo que puede releerse, incluso a pedazos, sin agotar su caudal de sugerencias.
Gabi Martínez (Barcelona, 1971). Escritor, guionista y periodista. Ha escrito Solo para gigantes (2012) y Ático (2004).
El primer Nocilla fue un impacto que me dejó vagando varios días por un mundo de creación, feliz de estar ahí y lo bastante agradecido como para, en un arrebato de empatía más bien raro en mi historial, contactar con el autor para prolongar la experiencia. Porque eso es lo que aportaba aquel primer Dream, lo que aportan los libros tocados por la poesía. Además de las preciosas o desafiantes imágenes, de las situaciones simbólicas o la absorbente cadencia, en Nocilla fluía la información con la caótica naturalidad cotidiana, y a través de aquel grumo espacial reconocí un mundo propio. Mío.
Agustín bebía del arte conceptual y la ciencia recordando que un escritor es mucho más que letras. Fue un refresco. Refresco al que en su día llamé “hombre del saco posmoderno”, con aquel petate donde igual cargaba un árbol lleno de zapatos que más tarde un palacio siberiano ideado para jugar al parchís. Un saco lleno de bocetos del que sacaba cuerpos. Así que quería ver a aquel hombre. Porque no es habitual que alguien, de una manera tan clara, influya en ti. Lo primero que hice al verle fue dar las gracias. Luego, la experiencia siguió.
Pablo García Casado (Córdoba, 1972). Director de la Filmoteca de Andalucía, poeta, periodista y gestor cultural.
«Está en otra cosa». Como argumento literario quizá no vale. Tampoco es muy riguroso. Pero algo así me dije a mí mismo cuando leí su Joan Fontaine Odisea (2005). Este tipo viene de otro lugar, maneja otros discursos fuera de la filología. Todo esto fue algunos años antes de Nocilla Dream. Las fuentes de alimentación eran otros lenguajes, un extrañamiento asumido, nada fatuo. Fernández Mallo procuraba un ejercicio generoso como es el de atraer a la escritura regiones del conocimiento y de la cultura que están fuera de ella.
Un proyecto ambicioso que tuvo su plasticidad narrativa en Nocilla Dream. Un fenómeno que cristalizaba en un libro algunos de los muchos intentos que otros coetáneos habían sólo teorizado. Él los puso en práctica desde una ingenuidad primigenia: la de los que están y estarán siempre fuera. La literatura española le debe a Fernández Mallo todo el territorio que le ganó a la nada, abriendo campo a otros que también pueden atreverse. Porque hay vida más allá de los círculos concéntricos de la novela decimonónica y la poesía aburrida y de baja intensidad.
Julián Hernández (Madrid, 1960). Músico y fundador de Siniestro Total. Articulista y autor de ¿Hay vida inteligente en el Rock & Roll? (1999).
Historia verdadera de La Gran Novela de Agustín Fernández Mallo.
El escritor catalán Eduardo Mendoza expresaba en una entrevista su admiración por los escritores de la estrambóticamente llamada Generación Nocilla. Puntualizaba, sin embargo, que aún no había llegado “la gran novela” de ese grupo de escritores. Unos días después de estas declaraciones, tomando unas cañas tras una presentación, un grupo de amigos, capitaneados por el también escritor Germán Sierra, jaleamos a Agustín para que fuese él quien cubriese el vacío. La idea era sencilla: bastaba titular el texto La Gran Novela para que Mendoza no pudiera afirmar que tal cosa no existía.
Desde ese día, Agustín no es el mismo. Sigue publicando y dando recitales con la solvencia de siempre, sí, pero una serie de detalles nos hace sospechar que se trata de un doble muy bien entrenado para suplantar al verdadero Agustín, que está sin duda desterrado en la isla en la que también viven Michael Jackson, Hitler, Elvis, Jesús Gil y Sor María. Escribe compulsivamente La Gran Novela. Creemos que se ha vuelto loco y nos sentimos todos muy culpables. Eso sí: la Historia de la Literatura Española nos lo agradecerá algún día.
Julio Ortega (1942). Escritor y crítico literario. Profesor de Literatura en Brown University. Autor del epílogo de Proyecto Nocilla.
El realismo español (esa pala de tierra, ese golpe completamente serio, que dijo Machado) es refutado cada tanto con furia poética y gracia contemporánea por algunos actos narrativos tan internacionales como post-nacionales. Es el caso de Reivindicación del Conde Don Julián de Juan Goytisolo, de Larva de Julián Ríos y, ahora, del Proyecto Nocilla de Fernández Mallo. Son eventos sin principio ni final que contaminan de brío e invención a la lectura saturada; pero son también instrumentos de ruptura, que abren espacios de respiración. Que el mundo esté todavía por ser hecho, en español y desde la novela, es un proyecto que nos hace contemporáneos del futuro.
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WK
27/01/2014
Reportaje vacuo sobre una generación vacua, que vive todavía del viejo mito de que la historia es un final (un final muy constante, parece) y que solo se puede permitir el lujo de no desentonar demasiado en pequeños formatos (no peores, entiéndase), como en Twitter. No obstante, aquí también fallan: «Han abierto una librería. Es muy libresca. En un pasaje. Homenaje a Walter Benjamin». Librería-libresca, pasaje-Benjamin; es asombrosa la incapacidad léxica e intertextual, curiosamente lo único a lo que pueden aspirar.