Franck Bauchard: «La cultura es una manera de intercambiar y no meros contenidos a engullir»

Listening Post, Marc Hansen y Ben Rubin, 2001

 
En la ciudad francesa de Montpellier acaba de abrir sus puertas La Panacée, un nuevo centro dedicado al arte y la cultura contemporánea con una decidida orientación hacia lo digital. La exposición inaugural, “Conversations Électriques”, ofrece un recorrido lúdico y una profunda reflexión sobre el lugar de las nuevas tecnologías e internet en nuestras vidas. La coincidencia con este monográfico de Pliego Suelto, también dedicado a los diálogos y las convesaciones en el entorno digital, nos ha llevado hasta el director del centro, Franck Bauchard, y a interesarnos por esta primera y significativa exposición.

Si nos fijamos en tu trayectoria profesional, vienes del mundo del espectáculo, más concretamente, del teatro. Sin embargo, ahora diriges el nuevo centro de cultura contemporánea de Montpellier. ¿De dónde nace este encuentro?

He realizado mi trayectoria profesional en el ámbito del teatro, de las artes de los nuevos medios de comunicación y del cine. Siempre he situado mi práctica profesional en una dinámica interdisciplinar. De hecho, he defendido en el Centre Nacional des Écritures du Spectacle la idea de un teatro en medio de las artes y de las tecnologías de su época. Este recorrido y las convicciones en las que se sostiene se han encontrado, en 2011, con la ambición de la ciudad de Montpellier de crear un centro artístico caracterizado fuertemente por lo interdisciplinario con una clara apertura hacia lo digital.

Frank Bauchard

En la página de La Panacée, se citan diversos centros de arte contemporáneo europeos como el CCCB de Barcelona, el Marres de Maastricht, el Garage de Moscú y la Strozzina de Florencia. ¿Qué te atrae de estos centros? ¿Cuál es su conexión con La Panacée?

Al inicio de la reflexión sobre el proyecto de La Panacée, me di cuenta de que algunos centros de arte se reconocían, desde hace unos quince años, bajo la etiqueta de centro de cultura contemporánea. La institución que ha impulsado este desarrollo es, sin duda, el CCCB de Barcelona, que ha retomado este concepto de Beaubourg. Entre París y Barcelona, Montpellier aparece, ahora, en este meridiano de la cultura contemporánea. Esta cuestión hace referencia, para mí, a un acercamiento conceptual sobre la manera de instituir el arte vivo.

Existe una oferta cultural importante de arte contempóraneo en el Sur de Francia. ¿En qué la completa La Panacée?

La Panacée se sitúa en una metrópolis regional que desea desarrollar una política a favor del arte contemporáneo. Un centro siempre es un reflejo de las características de su territorio. Montpellier es una ciudad joven, enfocada hacia la experimentación, la investigación y la innovación social y urbana. Este es el enfoque del proyecto. La arquitectura del centro, la combinación de múltiples funciones (residencia de artistas, residencia universitaria, centro de recursos, restaurant, etc.) hacen de La Panacée un centro de arte que también es un lugar de vida. El arte no se alberga en un joyero, sino que aparece como una dimensión de la vida colectiva.

¿A partir de qué estrategias crees que un centro cultural del siglo XXI puede favorecer el diálogo y recoger las diferentes voces que se expresan en el mundo físico e internet? ¿Cuál es el papel de un centro cultural físico frente a todo este murmullo virtual?

El crítico de arquitectura Sigfried Giedon (1888-1968) decía que: “el entorno es la historia que escapa al museo”. El papel de un centro entendido como un medio es, en una perspectiva mcluhaniana, ofrecer un contra-entorno que hace perceptibles, visibles, audibles nuestros entornos tecnológicos. Este movimiento me parece aún más saludable cuando una tecnología, como el teléfono móvil, se convierte en una verdadera prolongación de nosotros mismos. Una institución cultural puede ser concebida como un medio social que, combinando un lugar físico y las redes de comunicación, crea nuevos entornos sociales.

Internet y las redes sociales permiten que casi todo el mundo se convierta en su propio editor, Dj, bibliotecario o comisario, ¿cuál es, en tu opinión, el papel de los museos, de las bibliotecas o de las industrias culturales del siglo XXI?

No hay museos sin colección. No hay centros de arte sin producción. Los centros de arte no tienen colección. Su papel es localizar, acompañar, producir y difundir la creación de artistas. El papel de las instituciones culturales será, cada vez más, para mí, construir puntos de vista para confrontarlos a otros. La cuestión es, entonces, dar la posibilidad a otros puntos de vista de expresarse y de dejar huellas. Es lo que intentamos hacer en La Panacée. Por otro lado, una vez que la cultura sea totalmente digitalizada, quedará dejarla vivir sobre la base del intercambio y no de la consulta de datos. La cultura es también, y puede que antes que cualquier otra cosa, una manera de intercambiar y no meros contenidos a engullir. Es lo que recreamos juntos cada día para ser más humanos.

¿Crees que la creación artística y cultural contemporánea puede concebirse sin tener en el horizonte un espectador-interlocutor activo que, de cierta manera, está presente en la obra, que es su co-creador?

Sí, afortunadamente. Pero, por el contrario, me cuesta imaginar una institución cultural que no deje la posibilidad al espectador de expresarse, de actuar, de formar parte de una dinámica colaborativa o colectiva. La cuestión se plantea tanto en la creación como en el funcionamiento de la institución. Estos dos aspectos me interesan mucho.

La omnipresencia de las nuevas tecnologías pasa necesariamente por una redefinición del arte. En este sentido, desde hace algunos años, este desarrollo no es solo un soporte a través del cual el arte se crea, sino un fin en sí mismo porque se convierte en un nuevo lenguaje. ¿Cómo afecta esta mutación a las obras de creación actualmente?

¡Es una gran pregunta! Diré simplemente que el fenómeno inédito, y para mí aún no realmente analizado, es que los artistas de todas las disciplinas transforman su práctica con el contacto del ordenador. El hecho también que los autores, los artistas plásticos, los músicos, los arquitectos, los diseñadores, etc. crean con el mismo medio nuevas formas de colaboración entre las disciplinas. La transformación de las prácticas se tiene que observar tanto como la aparición de nuevos lenguajes.

En las conversaciones digitales se pierde gran parte de la información del cara a cara presencial. ¿Cuál es en tu opinión la parte real y de ficción en la construcción de identidades durante las conversaciones online?

No observo estos fenómenos a través del filtro interpretativo de lo real y de la ficción. Revelan más bien, según mi percepción, una consistencia mítica. El tema no está precisamente en saber si los mitos son verdaderos o falsos, sino en ver cómo actúan en nuestra propia existencia.

El título de la exposición, «Conversations Électriques», es muy revelador. Nos transporta a nuestra cotidianidad más cercana y nos ofrece un diálogo gracias a un intercambio lúdico e interactivo. ¿Qué se esconde bajo este título?

El título es voluntariamente ambiguo: puede referirse tanto a una conversación tempestuosa como a una relación entre la conversación y la electricidad y, por tanto, de los entornos tecnológicos. El titulo no esconde nada en sí, pero puede ser interpretado de manera diferente según el contexto.

¿En qué consiste la serie de eventos y workshops «Conversation Factory»?

Una extensión performativa de «Conversations Électriques». Un guiño a Andy Warhol con el que la Factory utilizaba múltiples tecnologías de grabación. Una gran fiesta con la presencia del artista de música electrónica Vitalic. Formas desconcertantes, potencialmente poéticas y, a menudo, graciosas (Powerpoint con karaoke, textopolis y otras formas de los adoquines de la selva) para alejar al espíritu serio. Una transformación del lugar con el mapping de 1024.

Las obras presentes en la exposición pueden agruparse bajo dos enfoques ditintos: el que ofrece una experiencia visual y sensorial («The conversation» de Ralf Baecker o «Polyphonea») y el que  proyecta al visitante en medio de la producción («La Cabine» de Christine Bouteiller o «Transmetteur téléphonique de rêves» de Francesco Finizio). ¿Cómo definirías los diálogos que emanan de estos dos enfoques?

Hay, efectivamente, un movimiento doble: por un lado, una confrontación con la conversación oral, y ahora escrita, y con los entornos tecnológicos y, por otro, una puesta en acción de estos entornos tecnológicos (radiofónicos, cinematográficos, etc.) en un lugar. En la dinámica de la exposición se encuentra algo a medio camino entre la ambivalencia y el desvío. Los medios de comunicación se desvían para suscitar modalidades de conversaciones renovadas en un espacio de co-presencia.

En «La Cabine» de Christine Bouteiller una cámara graba a los visitantes para crear secuencias de 3 minutos que permiten captar algunas informaciones sobre ellos, como fue el caso, en 1980, de «Hole in Space». ¿Hay algún comportamiento repetitivo y revelador?

Christine Bouteiller es una cineasta de documentales. En esta profesión la meta que se persigue para crear una película interesante se basa en lo que la gente expresa delante de la cámara. El teléfono es la tecnología del lazo por excelencia que convoca una rica memoria afectiva y emocional. Esta dimensión emocional muy presente en el cine, está, sin embargo, ausente en el arte contemporáneo, cuya actitud respecto al teléfono y a la comunicación responde a un acercamiento a menudo conceptual.

“La Cabine» es una producción de La Panacée. Quería, en el marco de la exposición, aportar una dimensión emocional, crear una relación específica con el visitante, interrogar al teléfono a partir del material generado por los visitantes. Hasta la fecha, se han rodado 180 vídeos. Al visionarlos, es evidente que se ha recopilado un material muy rico que confirma, para mí, que estamos presenciando una mutación antropológica con esta tecnología; sustituye el Eros en el corazón de nuestras relaciones con las tecnologías.

En la obra «Delayed» de Matthias Gommel, la conversación aparece como una disociación entre el pensamiento y las palabras, puesto que el dispositivo va con retraso. Existen dos tiempos que se entremezclan y que actúan directamente sobre el efecto de la acción/reacción y, por consiguiente, sobre la creación de una memoria del presente.

Sí, es totalmente cierto. El objetivo era, para mí, que después del entorno tecnológico de la conversación ofrecido por «Listening Post», el visitante pueda entrar, por así decirlo, físicamente en un entorno de estas características. «Delayed» es a la vez una experiencia  mental y física, ya que crea una disociación entre el cuerpo y la voz. Las risas que emergen de estas conversaciones revelan una singular experiencia a la que es difícil resistirse mucho tiempo. Es una experiencia agotadora que cuestiona directamente la relación entre el cuerpo y la tecnología.

«The most wanted paintings» abre una noción muy interesante sobre el concepto artístico de Estética, pues, mediante diferentes encuestras sobre el gusto de los habitantes de algunos países, los artistas rusos Komar & Melamid han creado una serie de cuadros que se adecúan a los datos recibidos. ¿Se puede hablar de un arte globalizado o de un gusto mundializado?

En este caso, los resultados de su encuesta no demuestran que existe un arte globalizado. Se trata, para mí, de una crítica de la relación entre el arte y la política. Komar & Melamid son artistas conceptuales rusos. En su perspectiva, los regímenes ya sean totalitarios o democráticos pueden unirse e imponer sus criterios al arte. Invitan a reflexionar sobre el lazo entre el arte y la democracia en la era del marketing generalizado.

Textopoly, General Instin

La Panacée es el único centro cultural en Francia que posee viviendas equipadas para los estudiantes. ¿De dónde surge esta idea?

En Montpellier hay 7.000 estudiantes para una población de 250.000 habitantes. La colaboración con el CROUS, organismo nacional de gestión de la vivienda estudiantil, ha permitido la creación de una configuración inédita en La Panacée, puesto que un centro de arte y una residencia universitaria comparten el mismo edificio. Esta configuración excepcional incita la invención de nuevas relaciones, de nuevas prácticas. Los estudiantes están asociados a las diferentes dimensiones del proyecto artístico y cultural de La Panacée. Habitantes del lugar, permiten recrear lazos entre el arte y la vida, una filosofía que se encuentra en medio del espíritu del centro.

Muchas actividades están especialmente orientadas al público más joven, que participa activamente durante la visita, lo que permite abrir los horizontes del centro a todos los miembros de una familia. ¿Cuáles son los motivos de este procedimiento?

La Panacée es un servicio público de la cultura de Montpellier. Está abierta, por definición, a todos los públicos. Es verdad que la exposición «Conversations Électriques» tuvo un particular impacto en los niños y adolescentes, pero favorece también un diálogo familiar en torno a las técnicas de telecomunicación cuya rápida evolución puede distanciar las relaciones entre hijos y padres.

El edificio que alberga La Panacée se encuentra en el antiguo Colegio Real de Medicina. El término «panacea» hace referencia a un antídoto que lo cura todo. ¿Cómo se ha escogido este nombre?

Este nombre fue otorgado por la ciudad de Montpellier, puesto que la historia del centro está completamente inscrita en la historia de la medicina. Esta asociación establece una coyuntura interesante entre el pasado médico y su reorientación en el arte. En efecto, ¿el procedimiento curativo no está, etimológicamente, orientado hacia el hecho de cuidar no a los seres humanos, sino a las obras?
 


La exposición «Conversations Électriques» se puede visitar hasta el 15 de diciembre de 2013 en Montpellier, Francia.

 

Sobre el autor
(Salon de Provence, 1986). Aunque nacida en Francia, España es, sin lugar a dudas, su país de adopción. De hecho, se especializó en literatura española y, concretamente, cursa un doctorado sobre dramaturgia contemporánea. Es co-directora de la Revista de Investigación Teatral Anagnórisis. Y, a pesar de la crisis, también co-dirige la Editorial Anagnórisis, sello digital especializado en teatro y estudios humanísticos.
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