Gilles Deleuze: Abecedario de ultratumba vs. conversaciones televisivas

Fotograma de Abecedario. Entrevista a Gilles Deleuze realizada por Claire Parnet, 1988

 
Preludio: Para quien no conozca a Gilles Deleuze (1925-1995) –ese filósofo francés que crea conceptos a los que da términos extraños y hermosos como rizoma– voy a dejarles el siguiente enlace, que es la perfecta introducción a la filosofía deleuziana (no espero que la veáis entera, es una entrevista de aproximadamente ocho horas y verla toda es algo así como leerse el Ulises de Joyce, o sea, con cierto poder extenuante): El abecedario de Gilles Deleuze (1988-89)

Pero además, os hago un pequeño resumen para que os pongáis en situación: Este señor, Deleuze, sólo se dejó hacer una entrevista televisiva en su vida –este abecedario– y puso la peculiar condición de que fuera post mortem, es decir, que se emitiera tras su muerte. Tampoco podemos decir que sea exactamente una entrevista. Claire Parnet le propone 24 palabras, una por cada letra –A de Animal, B de Beber, C de Cultura, etc.– y cada inicial-palabra se convierte en la excusa para que Deleuze discurra sobre un tema durante veinte minutos aproximadamente. Son 24 porque la X y la Y son eludidas, la X por ser una incógnita y la Y por ser indecible (chistes postestructuralistas demasiado laboriosos y con un tono postmoderno ya demasiado sobado como para suscitar la risa. Eso creo yo, vamos).

Deleuze et Parnet (1988)

Hacer una entrevista corriente no era una posibilidad, ¿cómo iba a serlo siendo Deleuze uno de los grandes promotores de la inversión del platonismo? No. No había cabida para un diálogo. El proyecto platónico no era otro que el de dividir, distinguir y establecer una verticalidad. Diferenciar ya no entre la idea y la copia ­–el mundo de arriba y el de abajo– sino en este mundo entre los diferentes tipos de copias, entre las buenas y las malas copias, entre lo Semejante y lo Distinto al Modelo, o sea, discriminar entre los verdaderos y los falsos pretendientes del objeto de amor que es la Idea.

Esa era la intención encubierta del platonismo. Lo dionisiaco, como diría Nietzsche, lo ilimitado, lo Otro, lo distinto, lo que deviene, lo que no se deja atrapar, eso debía ser expulsado de la República. Así que poesía y escritura serían desterradas. ¡Y fijaos! El mismo Platón nos lo dice: «Y he aquí –dije yo– cuál será, al volver a hablar de la poesía, nuestra justificación por haberla desterrado de nuestra ciudad siendo como es: la razón nos lo imponía.»; y como ya sabéis este pensamiento fue el que dominó Occidente hasta el siglo XIX.

Deleuze suele ser ubicado, como Derrida y Foucault, en esta filosofía de la Diferencia que apuesta por la horizontalidad y lo Distinto, pero esta etiqueta no puede ser nunca satisfactoria porque a Deleuze no se le puede ubicar en ninguna parte. Pone en práctica la filosofía de la Diferencia y crea un pensamiento que no se deja encasillar porque está en constante movimiento, un pensamiento zigzagueante y nómada que huye y rehúye, que se escapa y se escurre faltando siempre a su lugar.

Deleuze no grita ¡Viva lo múltiple! Sino que hace lo múltiple. Hace del pensar línea de fuga esquivando toda imagen de un pensamiento representativo.Y  frente a la tradicional quietud del saber, ante el saber con identidad fija y nombre propio, Deleuze desarrolla un saber en el que los nombres son arrastrados por los verbos, un saber que deviene sin admitir paradas. Ante el discurso dominante, no el silencio, ¡el tartamudeo!: la subversión y perversión lingüística como arma de guerra. 

La escritura, la literatura, y no el diálogo ni la conversación es la que empuja el lenguaje hasta el límite –de esto nos habla en la E de Enfance–. Escribir es testimoniar la vida, no una sino todas las vidas a la vez. No se trata de relatar un asunto privado, sino de lo universal, de tratar algo cósmico y no lo que le sucedió a Arturo M. Varela cuando tenía 25 años y sobrevivió a un accidente automovilístico. Escribir es crear y resistir, acto de resistencia contra los saberes quietos y gordos que no hacen más que comer y tragárselo todo. Es librar del cautiverio, ¡potencia de vida! La escritura permite la multidireccionalidad frente al sentido común como sentido único. Y, en fin, siendo este su pensamiento y así su obra, no podía hacer una entrevista que no se caracterizara por la fragmentariedad de este abecedario.

Del porqué de la emisión post mortem (Canal Arte, 1996) nos lo explica en la Q de Question. No soporta los mass media y menos la televisión. Se trata de ámbitos en los que no se plantean problemas sino interrogaciones. Domesticidad en estado puro poco atractiva para el señor Deleuze, un poco la muerte del alma. Pero incluso siendo post mortem, Deleuze se negó a la interrogación y con su abecedario de ultratumba logró una entrevista más próxima a la escritura que a la conversación que en definitiva es lo que este buen hombre quería.
 


Abecedario deleuziano:
De la A a la F
De la G a la M
De la N a la Z

Recomendaciones:
A de Animal
I de Idea
J de Alegría (Joie)
R de Resistencia

 

Sobre el autor
(Palma, 1986) Licenciada en Filosofía por la Universidad de Barcelona. Estudia un Máster en Cultura Clásica. Adoradora de Demeter y Perséfone. Danzante por amor y profesora de yoga y pilates por oficio. Insiste en su ascendencia persa y en el carácter congénito de su dispersión.
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