Tenían que ser cinco libros. Eran la herencia que dejaba a sus hijos. Buena parte de la mitología de 2666, la primera novela póstuma de Roberto Bolaño, surge a partir de ese estatus. Bolaño estuvo escribiendo su proyecto más monumental los últimos años antes de su muerte. Dejó instrucciones para su publicación como cinco novelas independientes por entregas anuales e incluso sobre las cantidades de las ventas a negociar con Jorge Herralde, su editor en Anagrama. Muerto Bolaño, Ignacio Echevarría tiene acceso a la totalidad de 2666 y propone a la editorial y a los herederos la publicación unitaria de las cinco partes de la novela. En la primera edición, Echevarría señala que «No cabe duda de que Bolaño hubiera seguido trabajando más tiempo en ella; pero sólo unos pocos meses más»1.
Esta aureola mítica ha influido en la tendencia a identificarla como su mejor novela. No lo es. Es su obra más ambiciosa, la más compleja sería discutible. La mejor, la más redonda, es Los detectives salvajes. 2666 es una gran novela, una novela de caminos o una novela río. Borges diría que su tema es el laberinto. Son caminos que se extienden, se cortan, se cruzan entre ellos, algunos finalizan en nada y otros desembocan en nuevos caminos aún por recorrer.
De entre la multitud de historias y personajes que aparecen por 2666 hay dos temas centrales. La historia de Benno von Archimboldi, un escritor alemán oculto –a lo Salinger o Pynchon– del que sólo se conocen sus libros y la historia de los asesinatos de mujeres en Santa Teresa, trasunto de los cientos de muertas halladas en Ciudad Juárez, Mexico, desde principios de los noventa, la inmensa mayoría aún casos sin resolver. Ambas historias son los polos opuestos a través de los que Bolaño mueve la novela. Por un lado, el cielo, la literatura. Si en Los detectives salvajes se buscaba a la poesía latinoamericana, aquí se busca a la novela europea, personalizada en Archimboldi y los diversos autores que inventa Bolaño y que le dan pie al juego borgeano de la creación de bibliografías enteras y comentarios críticos sobre autores reales e inventados.
El polo opuesto, el infierno, será la muerte impune y sádica de las mujeres de Santa Teresa. Hay un elemento clave en la reescritura que hace Bolaño de dichos crímenes. El personaje periodista del DF, Sergio González, está encamado con una prostituta y tras el polvo le explica la historia de los crímenes. La prostituta reacciona con indiferencia y este se indigna, reclamándole cierta identificación con las muertas. Esta le contesta que no, que ella es una puta y las muertas son obreras. Obreras o algunas de ellas estudiantes, incluso de primaria. Son la base de la esperanza de un país, que está siendo asesinada impunemente. Esta idea, la analogía con una casa en la que en el hall se discute de literatura mientras en el sótano se tortura y asesina, está, por ejemplo, en Estrella distante y sobrevuela por entero la obra de Bolaño.
En los siguientes años, 2666 se convierte en un modesto éxito de ventas agotando varias ediciones, hasta que en la primavera de 2008 alguien muy importante viene a Barcelona. «Cuando estuve en Barcelona, supe que Carolina López, la viuda de Bolaño, quería hablar conmigo y evidentemente, dije que sí»2. Andrew Wylie, alias «el chacal», se convierte en el agente de Roberto Bolaño, añadido a una lista de casi setecientos autores entre los que se encuentran Borges, Nabokov, Bill Gates o Sarkozy. Think big.
Meses después, le hace llegar a Oprah Winfrey un ejemplar de prueba de la edición norteamericana de 2666. Demostrando que no solo de bolsos caros viven las famosas, lo recomienda en su programa de televisión. «Me sentía como si tuviera el nuevo libro de Harry Potter en las manos», dirá. Al día siguiente, miles de dependientes se preguntarán quién demonios es ese escritor hispano con una novela titulada con un número por la que todo el mundo se interesa hoy y del que nunca han oído hablar. Bolaño se convierte en el nuevo hype de la literatura hispana y en los USA proclaman 2666 como la sucesora de Cien años de soledad. Ya tenemos un mito.
En 2010 se publica la segunda novela póstuma inédita de Roberto Bolaño, El tercer Reich. Escrita en 1989, había quedado relegada por el autor. Ahora es desempolvada y celebrada por todos menos por sus lectores. Si el criterio de publicación era «respetar escrupulosamente el texto dejado por el autor, así como contextualizarlo para que el lector tenga la información necesaria, e incorporarlo al conjunto de su obra sin que la desmerezca»3, El tercer Reich no tenía que haber sido nunca publicada. Jordi Puntí dijo en su reseña en El Pais que era un Bolaño diferente. Sí, el malo.
En Marzo del 2013 se inaugura en el Centre de Cultura Contemporánea de Barcelona la exposición «Arxiu Bolaño. 1977-2003». Sale a la luz una considerable cantidad de documentación, de todo tipo. Desde carnets a manuscritos de su novelas, pasando por fotografías, cartas, esbozos… de todo. La expo es un caramelo para los bolañistas, que pueden observar la génesis de buena parte de sus novelas y cuentos. En la vitrina dedicada a Los sinsabores del verdadero policía, la tercera novela póstuma, publicada en 2011, hay una cuartilla que es una auténtica joya. Es una lista de personajes para la novela. Ahí están Amalfitano, su hija Rosa, dos policías del DF, cuatro profesores universitarios europeos y un misterioso escritor desaparecido, en este caso francés. Son el ochenta por ciento de 2666.
No hay que ser muy avispado para deducir que la novela que Bolaño empezó a escribir casi veinte años antes de su muerte y que en algún momento cobró entidad como Los sinsabores… fue aprovechada como un work in progress y reescrita en un proyecto mayor –centrado en los dos ejes antes comentados– que finalmente sería 2666. Esto tampoco ha sido contextualizado, es mucho más rentable publicarla como una novela independiente y dejar que parezca un spin off de 2666, igual que Amuleto lo es de Los detectives salvajes.
En la entrada de la exposición figuraba un enorme cartel rectangular con una cronología detallada de todas sus obras. Las publicadas y las inéditas4. Estas últimas pasan de la decena, y aunque no hay mucha más información más allá de los títulos, en la rueda de prensa de la exposición se comunicó que aún quedan cuatro novelas, todas anteriores a La pista de hielo, de 1992. Alguna de ellas podría responder a los títulos de Ciencia ficción o El espíritu de la ciencia ficción y El maquinista.
Continuará.
2 Alós,E. El Periódico, ediciónn digital 19 de Octubre del 2008.El Periódico
3Masot, J. La Vanguardia, edición digital, 19 de Diciembre del 2012.La Vanguardia
4Algo similar está publicado en ‘Cronologia creativa. 1979-2003’ en Archivo Bolaño página 29. Barcelona; 2013, CCCB.