La revista decide realizar una entrevista con Agustín Fernández Mallo en relación a la gestación de El hacedor (de Borges), Remake (2011) y a las insólitas circunstancias que rodearon la publicación del libro. Pienso que, de entrada, no estaría mal releer los textos de Mallo y Borges en paralelo antes de preparar el cuestionario. Me acerco a la estantería y cojo un pequeño tomo del argentino titulado Prosa completa. Volumen 2 de Bruguera (1980). Al abrirlo el lomo cruje, las páginas se separan y seis o siete acaban esparcidas por el suelo de la habitación. Empezamos bien.
Las dificultades reales comienzan cuando quiero acceder al libro de Mallo, retirado de las librerías desde septiembre de 2011. Pregunté hace poco en La Central y el dependiente me sugirió que buscara en Ebay o por librerías de viejo. Lo intenté durante un tiempo sin éxito alguno. Introduzco ahora en Google «el hacedor remake», a ver qué pasa. El primer resultado me lleva a La Casa del Libro. Ahí está, la cubierta negro azabache con un corazón dorado en el centro, una sinopsis y a la derecha un aviso: «Temporalmente no disponible». Abro una nueva pestaña y busco en Amazon. Ahora el mensaje es mucho más desalentador: «No disponible por el momento. No sabemos si este producto volverá a estar disponible, ni cuándo».
El segundo enlace de Google me lleva al blog de Mallo. La entrada, de 2011, incluye una carta-protesta firmada por una gran cantidad de autores, lectores, críticos y profesores en contra de la retirada del libro. En tercer lugar, el diario Público informa en una breve nota fechada en septiembre de ese mismo año de la «retirada voluntaria» del libro por parte de Alfaguara ante las reclamaciones de María Kodama. El País, por su parte, incluye un comunicado de la editorial Alfaguara en el que expresa públicamente su punto de vista sobre la cuestión y en el que defiende el valor estético de la propuesta Mallo.
Introduzco ahora «el hacedor de borges remake pdf». Descargo el prólogo y los dos primeros relatos –»Dreamtigers» y «El hacedor»– desde ABC, donde, por suerte, todavía no han retirado este material promocional. Busco en Torrent, lo encuentro pero no me deja descargarlo. Hay una versión escaneada en Scribd.com, como no estoy dado de alta solo puedo acceder al preview de algunos fragmentos. Decido buscar entonces una copia en papel por las webs de las universidades catalanas. No está en la biblioteca de la UAB ni en la UPF. Busco en el Catálogo Colectivo de las Universidades de Catalunya y me dice que solo tienen un ejemplar y se encuentra en la Universitat de Barcelona. Pruebo, por último, en la web de la red de bibliotecas del Ayuntamiento de Barcelona. Disponen de diez ejemplares. Bien.
Me dirijo entonces a toda prisa a la biblioteca de la Universitat de Barcelona, busco en las estanterías la letra F, ahí está. Me acerco al mostrador, el bibliotecario me mira con seriedad, mantiene la vista unos segundos –suspensión temporal más efecto Pavlov– y pasa el libro por el desmagnetizador. Salgo de allí como si hubiera cometido un pequeño hurto en un supermercado: tengo entre mis manos El hacedor (de Borges), Remake. Corro a mi madriguera para devorarlo. Aquí la entrevista.
Tu remake de El hacedor se gestó lentamente entre los años 2004 y 2010 en paralelo a otros proyectos, ¿tenías claro desde el principio que escribías una obra importante en tu carrera o te lo tomabas como una forma de experimentar con un material conocido, como divertimento y homenaje a uno de tus autores preferidos?
No tenía ni idea de su importancia. Sólo al final me di cuenta de que marcaba la culminación de una camino que en torno al año 1998 había comenzado con mis dos primeros libros, Creta lateral travelling y Yo siempre regreso a los pezones y al punto 7 del Tractatus. En ese sentido es mi libro más radical, que contiene algunas de las mejores piezas que he hecho, como por ejemplo «Mutaciones», «Ragnarök», «Una Rosa Amarilla» o «El Arrepentimiento de Heráclito». Por lo demás, lo escribí porque estaba harto de que ese libro me suscitara a su vez cuentos e historias y no llevarlas al papel. Y sencillamente lo hice.
En los créditos leo que tú mismo has realizado el diseño de la cubierta. El fondo negro con el corazón dorado llama mucho la atención, ¿tiene algún significado especial para ti?
Tiene mucho. En primer lugar una declaración de amor no efectuada a través de lo carnal, del corazón rojo, sino a través de los materiales estructurales, metálicos y fríos, como el oro. Una combinación de sentimentalismo con distancia crítica, de pasión y estructura, por decirlo de algún modo. Además, juega con la idea del lujo –el oro-, y el falso lujo –lo dorado-, es decir, con lo “auténtico”, noble y primordial así como con el artificio, la ficción la quimera y el simulacro. Pero si soy sincero, esto lo pensé a posteriori. La portada se me ocurrió un día, mientras conducía, camino de la playa, en Mallorca –¡cosa rara pues, como sabes, nunca voy a la playa, me incomoda bastante!-, pensé en las posibles portadas y fue la primera que se me apareció, la vi claramente, allí entre el volante y la carretera, “corazón dorado sobre fondo negro”.
Leyendo en paralelo la obra de Borges y tu remake se observa que has utilizado múltiples formas de abordar los relatos que componen El hacedor (1960), ¿cómo fue el proceso de reelaboración del material original? ¿seguías un orden o saltabas de un relato a otro de forma aleatoria?
Saltaba de un relato a otro según me apeteciera en cada momento. Sólo eso. Fue algo muy natural, en el sentido de que no forcé nada, ni orden ni plazo para terminarlo. En los 6 años que tardé en hacerlo, muchas cosas cambiaron en mi entorno, y mi manera de escribir cambió también. Y eso se ve en el libro. Hay cosas de muchos momentos y estilos, es como un laboratorio de pruebas de todo lo otro, que va desde cuentos como el propio «Hacedor», que se parece al estilo de Nocilla Dream, a cosas como «Mutaciones» o «Ragnarök» o «Una Rosa Amarilla», que apuntan nuevos caminos. También, por ello, hay mucha mezcla de técnicas. Puede decirse que es un libro que compendia todo lo que había hechos hasta ese momento y que apunta nuevos caminos.
El remake de «Mutaciones» es un auténtico tour de force. Reescribes y fundes el relato de Borges con textos de crítica del arte, informes, filmes y documentales. Además, incluyes fotografías, geolocalización a través de Google Maps y derivas psicogeográficas. ¿Cómo fue el proceso de creación del relato?
Como he dicho, lo valoro como uno de los textos más importantes que he escrito. El proceso de creación fue dilatado, durante agosto de 2009, lo empecé en NYC y lo terminé en Palma. Pero salía sin esfuerzo, con fluidez, un punto me llevaba a otro y aparecían líneas, derivas, tránsitos por escenarios, e iba por ellos, nada más. Lo interpreto como una visión del laberinto borgeano sumado a otro tema clásico en Borges, el espejo, el gemelo, es decir, lo que hoy llamaríamos el clon. ¿Qué es Google Maps sino una intención de crear un clon, un espejo del Planeta?
También llama la atención, por su extensión y capacidad evocadora, tu versión de «Una rosa amarilla», ¿qué destacarías de este relato?
Es gracioso para mí. Este relato, cuya trama se localiza en la biblioteca del Instituto Cervantes de NYC, lo escribí realmente en esa biblioteca. Fui a dar una conferencia, y una vez finalizada, en tanto esperaba a que viniera el coche a buscarme para llevarme al aeropuerto, por hacer tiempo fui a la biblioteca, me senté, vi la ventana, el jardín, la fuente, estaba solo, no había mucha luz ni dentro ni fuera, y recordé el relato de Borges, y comencé a escribir en ese estilo de flujo de conciencia, por decirlo de algún modo, y cuando llegó el coche a recogerme ya estaba hecho el cuento. En mi opinión, es una manera de poner en marcha una red, sólo eso, una red de asociaciones analógicas.
En «Uñas» remezclas a Borges con escenas de Inland Empire de David Lynch y «Diálogo sobre un diálogo» con Pat Garrett y Billy the Kid de Sam Peckinpah, ¿te planteaste desde el principio realizar un remake compuesto o fuiste conectando El hacedor con otros referentes a medida que ibas escribiendo?
Respecto a lo primero, como he dicho, no había intención alguna, responde a momentos diferentes de 6 años, así que cubre un amplio espectro de mis filias, fobias, gustos, emociones y aburrimientos. Respecto a la película de Lynch, me parece una obra que es como el zumo de Lynch. Si exprimes las pelis de él, sale eso. Uno de los hitos del cine “retiniano” en su versión comercial, en contraposición al cine filosófico o meditativo ejemplificado por Godard, por ejemplo.
En «El cautivo» apuntas a otro texto de Borges, «El libro de arena», e imaginas al escritor argentino creando superhéroes en las oficinas de Marvel en los sesenta, ¿qué te interesaba de esas intersecciones entre realidad y ficción?
Naturalmente, lo que ahí hago es, en primer lugar, no dar a entender nada, es un relato que –como debe ser-, no propone tesis alguna externa al propio cuento –en este sentido es muy borgeano-, pero, eso sí, da a entender que, en mi opinión, Borges era un gran bromista. La literatura de Borges tiene una dimensión cómica que para mí es irrenunciable.
El concepto de remake y apropiacionismo están asumidos en disciplinas como las artes plásticas o el cine, ¿crees que la literatura española ha vivido en las últimas décadas un poco al margen de los retos estéticos de la creación contemporánea? ¿crees que tu obra bebe por igual de la literatura que de las artes plásticas?
A ambas preguntas respondo sí. Mejor dicho, más o menos sí. De ahí que escribiera Postpoesía, hacia un nuevo paradigma (2009). Aunque hay que aclarar que en los últimos años esto ha cambiado sensiblemente, hay una conciencia de apertura importante.
En Postpoesía afirmas que los artefactos poéticos deben pertenecer a su propio tiempo, ¿qué crees que diferencia el actual remake del gesto vanguardista de la apropiación o del détournement situacionista, por ejemplo?
Pues todo y nada. Me explico. Las corrientes esencialistas afirman que en nada se diferencian, y si hacen tales afirmaciones es porque desconocen o no quieren conocer la diferencia entre Estructura y Sistema. Por ejemplo, es como si decimos que una bomba que cae de un avión y una manzana que cae de un árbol son idénticamente iguales porque ambas responden a una misma Estructura teórica: la Ley de Gravitación Universal. Lo que ocurre es que son distintos Sistemas, y como tales cada uno tiene sus características propias totalmente diferentes. Lo importante, lo que marca la diferencia es que ni socialmente ni históricamente ni sensitivamente es lo mismo una manzana que cae que un bomba que cae. Ponen en marcha planos de realidad totalmente diferentes, es decir, son diferentes mecanismos de creación de realidad. Lo contrario es no entender la importancia del contexto, o creer platónicamente que las cosas tienen una esencia no mutable con el espacio y el tiempo. Lo que da significado a las cosas es lo que no está en las cosas, su entorno. De lo contrario, tras Homero nada tendría sentido y entonces apaga y vámonos.
También dices que la tradición puede convertirse en colesterol para la propia literatura y que es aconsejable exponerla a circunstancias exteriores para que realice la fotosíntesis, ¿Por qué crees que el remake y la apropiación pueden suponer un tipo de renovación de la tradición?
Pues por muchos motivos, pero por ejemplo por los materiales externos a la literatura que se ven inyectados en productos culturales normativizados. La evolución –biológica, social, cultural, científica, etc.– se fundamenta en el mecanismo Copia+Error. En un primer momento se copia lo que ya existe –el bebé copia a la madre para sobrevivir, el ojo copia la realidad para aprender, etc.–, y sobre esa copia, en un segundo momento, introducimos errores de los cuales algunos –los menos– se convertirán en mutaciones positivas, que hacen evolucionar –o si no queremos aludir a una flecha del tiempo de corte hegeliano, en vez de evolucionar diremos simplemente cambiar– a los diferentes sistemas. Esos errores son los apropiacionismos de los que estamos hablando, especie de remakes.
Internet nos ofrece un archivo ilimitado de imágenes, sonidos y textos que provienen tanto del presente como del pasado. ¿Cómo crees que este hecho afecta a nuestra relación con el pasado y cómo crees que redefine nuestra idea de actualidad?
Tal como yo lo veo, Internet, sin ser panacea alguna, es un lugar en el que en tiempo presente se actualiza el pasado, y lo hace de un modo muy efectivo, la pantalla, en la que pueden concitarse elementos de todas la épocas en el presente, y se refresca sin aparente degradación ni pérdida –cosa que no es cierta, pero bueno-. En definitiva, veo Internet como una arqueología contemporánea. Esto, como he escrito en algún artículo1, responde a una idea de tiempo por capas que se infiltran las unas en las otras, muy al estilo de lo que anunciaba Levi Strauss en Pensamiento salvaje.
Volviendo a El hacedor, ¿no es una constante en Borges el juego con obras y elementos del pasado, tanto reales como inventados, muy en la línea, por otro lado, de los presupuestos estéticos de tu obra?
Claro. Naturalmente, mi obra sigue los preceptos borgeanos al 100%. Yo sólo he aprendido de él y lo he aplicado.
El hacedor (de Borges), Remake estuvo en circulación tan solo ocho meses, de febrero a septiembre de 2011, fecha en la que fue retirado de las librerías por la editorial ante las reclamaciones de María Kodama, ¿qué puedes decir en 2013 sobre este asunto?
Sobre esto sólo tengo que decir que, en primer lugar, es un acto profundamente inculto en el sentido más clásico del término. En segundo lugar, que de ser un libro sólo político en segunda o tercera instancia se ha convertido en un libro eminentemente político en tanto que con su retirada se pone en cuestión algo que va más allá de mi libro en concreto: la manera contemporánea de crear y producir productos culturales. La prueba está en la carta de repulsa que redactaron y firmaron cientos de escritores y académicos de varios continentes y de diferentes corrientes literarias, así como todo lo que salió en prensa apoyando el libro. Por lo demás, dejando a parte la dimensión de carencia de conocimientos de teoría literaria y de cultura básica que implica, desde un punto de vista práctico prohibir hoy un libro es inútil: a los 5 minutos está colgado gratis en la Red.
Comunicado de Alfaguara
Artículos de Juan Villoro, David Torres, Juan Bonilla y Javier Montes
Artículos de Andres Neuman, Germán Sierra, Eloy Fernández Porta y Jorge Carrión
Reflexión de Benjamín Prado
Notas:
11> Véase: Blog up: ensayos sobre cultura y sociedad, compilación de textos de Fernández Mallo, edición a cargo de Teresa Gómez Trueba, Universidad de Valladolid, 2012 http://www.publicaciones.uva.es/, o en inglés: Topological Time in Proyecto Nocilla [Nocilla Project] and Postpoesía [Post-poetry] (and a brief comment on the Exonovel), descargable en Hispanicissues, Vol. 9, Spring 2012, University of Minnesota-.
Ana Pomares
14/04/2013
Muy interesante la entrevista. Os dejo una pequeña aportación a esa reflexión sobre los remakes del libro de Fernández Mallo:
http://artesenconexion.blogspot.com.es/2013/04/el-hacedor-de-borges-y-la-teoria-de-los.html
Un saludo.
Julio Hardisson Guimerà
15/04/2013
Muchas gracias, Ana. Muy interesantes también tus observaciones sobre los remakes de Mallo. Me gustado mucho la variedad de temas que tocas en tu blog. No perdamos el contacto, podríamos colaborar en un futuro cercano si estuvieras interesada. ¿Nos mandas tu email a pliegosuelto@gmail.com? Abrazo!