Lo que cuenta es la ilusión
Ignacio Vidal-Folch
Ediciones Destino, 2012.
324 Páginas. 19,50 euros
Microrrelatos. Crónicas. Viñetas históricas. Misceláneas. La fusión de estos géneros ha servido a Ignacio Vidal-Folch (Barcelona, 1956) para moldear su más reciente mosaico textual, un libro catalogado como dietario. Sin embargo, por sus rasgos compositivos es una obra sui generis e inclasificable. Abundan reflexiones y miradas caleidoscópicas sobre la crisis, los viajes interoceánicos, las relaciones humanas, la crítica del arte y la política internacional.
El retrato colectivo e individual configurado por el escritor se desarrolla en un lapso temporal entre 2007 y 2010, lo que, de forma instantánea, establece conexiones con el lector y con la actualidad local y global, ya que numerosos temas y personajes están vigentes y aparecen a diario en los medios de comunicación y en las redes sociales.
El autor, quien presentaba el programa literario Nostromo (La 2-TVE), posee un sentido desarrollado de la observación. Su condición de periodista y testigo privilegiado le sumergen en la vida cotidiana y le llevan a anotar puntualmente los acontecimientos de interés cultural y socio-económico. El proceso de contemplación no se limita al mero registro codificado de sucesos producidos en Barcelona y en ciudades europeas o en Asia Central, sino que cada uno de los microcontextos presentados al lector pasan a otro plano, al ser sometidos a un conjunto de razonamientos acerca de la condición humana y del universo, tomando como eje el arte. En Lo que cuenta es la ilusión encontramos con claridad y sin medias tintas la concepción del mundo del propio Vidal-Folch:
19.735– A los veinte años es sana y profiláctica la crítica sistemática del mundo, y considerar mediocre a todo el mundo, y no tomar prisioneros. A los cuarenta años, a menos que seas Flaubert redivivo, a nadie puedes llamar “idiota”. Y a los cincuenta es imperdonable hablar mal de nadie, ni siquiera de ti mismo.
La visión del escritor sobre el estado de las cosas se encuentra asociada a su capacidad de adaptación al medio –un restaurante de L’Eixample, un locutorio del Raval, una ópera en Viena, una entrevista con Vargas Llosa o una expedición por Cabo Verde–. El alcance de esta mirada caleidoscópica permite mostrarnos las diferentes perspectivas coyunturales.
Por otro lado, el periodista cultural no pasa por alto aspectos sensoriales como la luminosidad, los brillos, los colores, los reflejos y las transparencias. Estos elementos lo emparentan de alguna manera con Josep Pla –el más celebre escritor catalán contemporáneo–. Carles Riba i Bracons1 dice que la prosa de Pla es una oscilación constante entre dos momentos: el pictòric (personajes, situaciones y lugares) y el poètic (el lado subjetivo del narrador). En Lo que cuenta es la ilusión, coinciden ambos mecanismos:
19.995– En París con aguacero. A la caída de la tarde, cuando ha amainado, salgo de paseo con Robert y llegamos a una plaza del distrito VII: una plaza de reducidas dimensiones, tristona, formada por edificios con la fachada cóncava, de piedra rosa y de cristal, resiguiendo la redondez de la plaza. Robert es un arquitecto americano y ofrece un aspecto deportivo, limpio, franco, ágil y casual, un talante activo y decidido que puede llevar a confundirle con el característico americano optimista, pero yo no me engaño y he notado que es un hombre reservado y que en su vida interior hay luces y sombras.
Otro vaso comunicante del escritor barcelonés con la creación planiana es la apuesta por l’escriptura de la explicitat. Concepto empleado por Josep Maria Castellet2 para referirse al autor de El quadern gris: un tipo de literatura que tiende a la reflexión y al discurso transparente, destinado a que los mensajes sean legibles para el receptor. En este sentido, Vidal-Folch posee una prosa explícita, nítida, elegante y autorreferencial, forjada en el duro oficio del periodismo.
El mosaico textual de Lo que cuenta es la ilusión está construido por pequeñas piezas de distintos géneros, asociadas a diarios personales como Journal de Pierre-Jules Renard (1864-1910) y Journal particulier de Paul Léautaud (1872-1956), obras maestras de la prosa memorialística mundial. Asimismo, el libro incluye microrrelatos como los referidos a la agenda de Sicilia y del Mar Aral (19.668), al bastón de Borges (18.808) y al soldado estadounidense del tatuaje extraño (19.059).
Además, varias páginas están orientadas al relato realista de Barcelona con tramas variopintas: la esposa fugitiva (19.983), las amigas brasileñas (19.202), la exposición de las uñas de Rasputín (19.481) o las 60 cartas de Bastué y Vives (19.768). Historias reales y plasmadas con diferentes matices de humor, una de las principales armas estéticas del autor. Al mismo tiempo, incorpora géneros periodísticos como la crónica: el asesinato del ejecutivo Félix Martínez Touriño, la primera víctima documentada de la crisis (19.641), los fumadores a la intemperie y la ley antitabaco (19.732) y Michel Houellebecq en Barcelona (19.208), entre otras.
Vidal-Folch también cultiva la mezcla de la miscelánea y lo que en América denominan la viñeta histórica. Habla y analiza la religión del Egipto de los faraones (19.743), la figura de Leopoldo de Bélgica y La campaña del Desierto o el extermino de los amerindios por parte de “la refinada” y “culta” aristocracia argentina del siglo XIX (19.363).
18.822 – El día de la toma de la Bastilla, Luis XVI anota en su diario: “Hoy nada”. De esta frase deduce la gente que aquel rey no se enteraba de nada y era poco menos que un idiota. Yo pienso lo contrario. Yo creo que no se puede ser más sutil y más fino (como demostró en el cadalso). Con sólo dos sencillas palabras Luis refuta toda la literatura del yo: diarios y dietarios, memorias y autobiografías, “Hoy nada”.
En resumen, Lo que cuenta es la ilusión está compuesta de la armónica hibridez de géneros narrativos de la brevedad, matizados con humor y que convergen en el dietario. Los planteamientos temáticos, las sutilezas estéticas y las reformulaciones textuales, nos llevan a la conclusión de que Vidal-Folch es un innovador del dietarismo en la literatura española, cuya voz inconfundible ha trazado una nueva senda por donde viajar literariamente.
2 Castellet, Josep Mari, Josep Pla o la raó narrativa, Destino, Barcelona, 1978. Obtuvo el Premio Nacional de las Letras Españolas 2010 por su contribución al mundo editorial.