Trece cuentos de Akutagawa: trastornos y crisantemos

El mago.Trece cuentos japoneses
Ryunosuke Akutagawa
Editorial Candaya: Narrativa 21, 2012.
188 págs. 16 euros

Esta nueva edición elaborada por Ryukichi Terao y el novelista venezolano Ednodio Quintero es, sin lugar a dudas, una representación cuidadosa y emblemática de la poética narrativa del autor de Rashômon, pero también una iniciativa espléndida para acercar a la lengua hispánica once cuentos inéditos de Akutagawa. A lo largo de estos trece cuentos el lector va viajando por diferentes realidades sociales en las que destacan un punto en común: la presencia de los crisantemos. Esta flor, además de estar presente en el escudo japonés, se convierte en una suerte de marca referencial de la poética del autor. Así, el crisantemo representa a la sociedad japonesa en su totalidad, pero, en estos cuentos, también simbolizan a las mujeres, claras protagonistas de la mayoría de los relatos de esta edición.

El nombre de Akutagawa ha suscitado un gran interés en las letras internacionales. De hecho, su obra más conocida Rashômon –gracias a la versión cinematográfica de Akira Kurosawa–, se ha convertido en una referencia en la literatura japonesa contemporánea. Por otro lado, en la literatura inglesa e hispánica, Akutagawa ha penetrado gracias a la traducción de algunos cuentos que realizó el grandísimo Borges y, por lo que respecta esta edición concreta, la traducción al inglés de “El mago”. A su vez, además de la calidad literaria del escritor japonés, su vida personal provoca cierta curiosidad, pues moriría a una edad temprana, 35 años, por ingerir una dosis letal de cianuro abrazado a una Biblia.

Esta religiosidad del autor queda claramente retratada en el cuento “El Cristo de Nanking” en el que una prostituta cristiana contrae sífilis y decide dejar de ejercer su profesión para no contagiar la enfermedad a otra persona. Una conducta que se verá premiada por el propio Cristo que, después de practicar sexo con ella, la cura de su enfermedad. En este sentido, este cuento refleja de algún modo la fe cristiana del autor japonés, aunque, para él, la única salvación fue la muerte. No obstante, la mayoría de sus personajes sufren a menudo de algún desorden psicológico que desemboca en la muerte. Un trastorno que padecía no solo el propio Akutagawa, sino también su madre y del cual ella murió. Este acontecimiento puede ser una de las razones por las que predominan personajes femeninos cuyas vidas se encuentran marcadas por alguna perturbación de este tipo.

R. Akutagawa (1892-1927)

Los tormentos internos que cada personaje sufre también son de importancia capital en el desarrollo narrativo del autor japonés. De hecho, como aparece en el cuento “Pavo real”: “el mundo está lleno de imbéciles que no saben distinguir la identidad ajena”. De esta manera, Akutagawa exprime claramente su profundo afán por penetrar en la identidad de los otros y convertirlos en modelos de las diferentes conductas de la sociedad. Así, en “Otoño”, como su nombre indica, hace referencia a la nostalgia y la melancolía de una mujer casada, Nabuka, con un marido que no la respeta ni la quiere como es debido, mientras sufre en silencio por el amor que siente por su primo, esposo de su hermana pequeña.

Los cuentos de Akutagawa presentan descripciones muy agudas de la naturaleza –como prueba de ello se podría citar el cuento magistral “Pantano”– que envuelve a los diferentes personajes. Una naturaleza, a menudo, sobrenatural que se asemeja al realismo mágico latinoamericano, aunque claramente marcado por la cultura japonesa más ancestral, basada en creencias arraigadas en la sociedad. Por ello, Tokio u Osaka se convierten en ciudades protagonistas de todo el quehacer de los personajes. De hecho, abunda la presencia de los medios de transporte, con mayor frecuencia el tren, en los que se desarrollan diferentes narraciones.

En “El baile de Akiko”, la madura Akiko narra a un total desconocido su aventura con un oficial francés durante su juventud. Este cuento se estructura al revés, es decir que el autor basa su relato en la técnica del flash back –lo mismo que ocurre en el cuento “Una historia extraña” –. Por otro lado, en “Mandarinas”, también el lector se encuentra inmerso en un compartimento de tren, en el que el “yo” protagonista observa a “ella”, una chica pobre, presentada, a ojos del “yo”, como un monstruo que, poco a poco, se va transformando en un objeto de ternura cuando se despide de sus hermanos.

El crucero de los suburbios teñido por el crepúsculo, los tres niños que lanzaron alaridos de pájaro, y el color fresco de las mandarinas que revolotearon sobre sus cabezas -esta escena se disipó en un abrir y cerrar de ojos tras la ventana del tren, pero se quedó grabada en mi mente con melancólica nitidez–. Y sentí surgir desde el fondo de mi alma un júbilo misterioso, nunca antes experimentado. Irguiendo la cabeza con resolución, escudriñé el rostro de la chiquilla como si fuera otra persona. («Mandarinas»)

Mención aparte se merecen los cuentos “Blanco” y “Crónica de una deuda liquidada”. El primero centra su protagonismo en un perro blanco que, súbitamente, muta al color negro. Se trata de una transformación, casi divina, que se configura como un rito de paso en el que el perro debe abandonar su cobardía para poder recuperar su color natural. Una vez demostrada su valentía, puede iniciar su vuelta al hogar.

“Crónica de una deuda liquidada” se estructura en tres voces masculina distintas que se enfrentan a la narración de un mismo hecho desde cada punto de vista. Jinnai Macao es un ladrón que decide ayudar a una familia de la bancarrota para saldar una deuda pendiente. Esta familia está encabeza por Yasouemon, otra voz presente en el texto, que confiesa haber salvado la vida de Jinnai veinte años antes. Muere su hijo, Yasaburo, también ladrón de poca monta, que quería saldar su deuda a Jinnai por haber dado soporte a su familia. Para ello, muere en nombre de Jinnai, lo que le convierte nuevamente en anónimo para la sociedad.

Gracias a esta edición actualizada de trece cuentos de Akutagawa, el lector puede percibir los verdaderos impulsos de la sociedad japonesa –la importancia de la deuda, la valentía, el tren como lugar de encuentro, etc. –. Este libro es de lectura obligatoria no solo para los amantes de la cultura nipona, sino para cualquier persona interesada en los mecanismos de la construcción de un cuento, ya que, a través de estos trece ejemplos, el escritor demuestra su gran maestría por captar la naturaleza exterior, pero también interior de sus personajes.
 

Sobre el autor
(Salon de Provence, 1986). Aunque nacida en Francia, España es, sin lugar a dudas, su país de adopción. De hecho, se especializó en literatura española y, concretamente, cursa un doctorado sobre dramaturgia contemporánea. Es co-directora de la Revista de Investigación Teatral Anagnórisis. Y, a pesar de la crisis, también co-dirige la Editorial Anagnórisis, sello digital especializado en teatro y estudios humanísticos.
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