A través de la siguiente reseña, nuestra colaboradora Silvia López Ripoll realiza un recorrido por el poemario La flor de la canela (Ed. Cuadranta, 2024), de Emilio Arnaiz, y nos aproxima a uno de los puntos clave de su poesía: el amor poético que salva. Los versos son hilos trenzados en revelaciones autobiográficas y vivencias personales. Arnaiz es poeta, ingeniero industrial y fotógrafo.
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Una dedicatoria es una clave que sitúa al lector nada más abrir el libro. Emilio Arnaiz dedica este libro a su madre. No tanto para hablar solo de su madre, sino para anclar las revelaciones de su indagación en la hondura del amor.
La flor de la canela es un conjunto de poemas escritos desde el amor hacia un “tú” que somos todos y donde los poemas nos conducen a reflexiones sobre los recuerdos, la libertad, el amor o el viaje.
Las citas familiares que aparecen a continuación de la dedicatoria revelan asimismo otra clave. Y esa es el aroma que dejan en nosotros los seres queridos.
Este segundo libro que publica Emilio Arnaiz de la mano de Editorial Cuadranta nos hace tomar conciencia de ello, como una “felicidad del simplemente ESTAR”, dice el poeta.
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La flor de la canela es un poemario en búsqueda de poesía sencilla y cotidiana, donde los detalles son más significativos que las grandes palabras.
Un universo con aromas –de las flores, de las plantas, del horno en Navidad, de la tierra mojada, del salitre…–.
Con música –presente a lo largo de todo el poemario en multitud de referencias a canciones y estilos musicales que resuenan en el lector inevitablemente–.
Con paseos por la naturaleza, por los atardeceres en colinas, en montañas y en el mar, en el viento y en paisajes castellanos “de adobe y olvido”.
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Una poesía que entronca con la poesía esencial y lírica de Antonio Machado y de Miguel Hernández:
el cierzo murmura acertijos entre los chopos
Con la idea de la poesía como espacio de libertad de Walt Whitman:
y si encontraste un nuevo camino… desbrózalo… eres Libre
Con el lirismo introspectivo De Louise Glück:
…dónde se esconden aquellos momentos en que
realmente sentiste
la belleza …
…tanto tiempo sin miraros sinceramente
Incluso con el espíritu del haiku:
¿por qué sangra el ciruelo?
O con un viaje interior que nos recuerda a Kavafis. Un viaje largo, lleno de aventuras y experiencias que no espera una Ítaca ideal:
…la parsimonia del caminar de un anciano
que no necesita llegar
a ninguna parte
Y donde los recuerdos se abren:
al anhelado futuro, indefinido
Hay melancolía en todo ello, pero no la tristeza. El pasado vuelve para ser presente y futuro, las referencias a películas, a lecturas, a la pintura:
El grito desesperado
no cuando
(creen que)
has fracasado
La voz del poeta, por tierra y por mar, va “despeinando” sueños. Y no solo los del poeta, sino los de todos.
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La flor de la canela es un poemario ecléctico que busca la esencia de la vida en la visión poética. Y lo hace con un lenguaje genuino.
Los poemas brotan, surgen como consecuencia de la simbiosis entre la emoción y una reflexión que encuentra en la palabra la forma de amar cada vez que el poema sucede. Los hilos, trenzados en revelaciones autobiográficas y vivencias personales, se extienden como experiencia estética acompañados por fotografías del propio autor.
Los poemas de La flor de la canela serán, para los lectores, una manera de adentrarse en un universo con resonancias pasadas y a la vez actuales de nuestro siglo XXI para hacernos sentir la verdad desde la que fueron escritos.
Y hay en estos poemas un afán que se corresponde con el mensaje del libro: El amor poético nos salva.
No es baladí tampoco el hecho de que los beneficios de las ventas del libro el autor los destina a una asociación que ayuda a las personas que padecen de Alzheimer.
Un poemario que se lee con complicidad porque el canto que sucede en él nos incluye a todos para buscar los sentidos profundos subyacentes a la realidad que nos rodea:
imágenes golpeando los instintos