Albert Lladó: «Me interesa explorar los vasos comunicantes entre periodismo, literatura y pensamiento»

Fragmento cubierta «Contra la actualidad», Galaxia Gutenberg, 2024

 
Pliego Suelto conversa con Albert Lladó (Barcelona, 1980) –escritor, periodista y gestor cultural– , tomando como referencia su último ensayo Contra la actualidad (Galaxia Gutenberg, 2024), basado en treinta preguntas que reflexionan sobre la robotización del presente y la burocratización de la vida. Lladó es también autor de títulos de no ficción como La mirada lúcida (Anagrama, 2019); de las novelas Malpaís y La travesía de las anguilas (Galaxia Gutenberg, 2022 y 2020); y de las obras de teatro Ícaro (Tantarantana, 2018) y La mancha (Teatre Nacional de Catalunya, 2015).

[Leer un fragmento de Contra la actualidad]

En tu último libro, reflexionas sobre los términos “actualidad”, “actualizar”, “actual” y “actualización”. ¿Qué factores te llevaron a meditar sobre estos conceptos y a escribir este ensayo?

La sensación que hemos tenido todos de que la realidad (y el presente) es algo más que los titulares de última hora o el hashtag del momento. De qué manera la mercadotecnia asociada a la política y a la empresa ha generado una agenda propia, con notas de prensa y declaraciones, que se ha ido imponiendo como un marco mental que condiciona nuestro día a día, o no.

Esa suerte de “realismo” es un relato que determina nuestras discusiones, pero que, sin embargo, sospechamos que viene determinado desde afuera.

Albert Lladó, escritor

¿Qué es lo que me importa de verdad hoy? ¿Y cómo está imbricado con la memoria del pasado y, a su vez, con los imaginarios del futuro? Eso seguramente es el presente, que escapa, ahora sí, de los simulacros de la actualización permanente.

En este sentido, en el prólogo afirmas que “el libro nace con la voluntad de afrontar la perplejidad del presente”. ¿Cuáles son los elementos que te causan perplejidad del presente y cómo lo afrontas?

El culto a la novedad permanente es impactante, pero no deja huella. El presente, sin embargo, sí lo hace porque conecta temporalidades distintas. En el presente tiene espacio, como decía, el pasado y el futuro. No podemos pensar un presente aislado, por eso es necesario reflexionar sobre nuestros mitos y nuestros símbolos. De alguna manera son los vasos comunicantes que nos conectan con algo más que el puro instante.

Cuando experimentamos esa conexión (que puede ser con algo tan sencillo como una canción o la lectura), estamos experimentando la cultura como algo más que un mero consumo cultural. Hay preguntas que se hacen presentes, pero que vienen de lejos.

También manifiestas tu preocupación ante la digitalización y tecnologización de la sociedad del siglo XXI. En tu opinión, ¿de qué manera estos fenómenos, que han contribuido a “la burocratización de la vida” y a “la robotización del presente”, se deben de abordar desde lo humanístico, sin caer en la tecnofilia ni en la tecnofobia?

Ni la tecnología nos va a salvar, ni supone el apocalipsis. Desde esas aproximaciones poco se puede hacer más allá de repetir relatos religiosos, asociados, sobre todo, al miedo o la redención. Lo que sí podemos hacer es preguntarnos cuáles de nuestras experiencias nacen del deseo, de la duda o de la curiosidad, y cuáles vienen dadas por el automatismo al que todos estamos expuestos.

El problema no es convivir con robots, el problema es que nosotros nos convirtamos en cuerpos que se comporten como algoritmos. Hay que celebrar cierta animalidad que nos pertenece, y que nos hace, paradójicamente, seres culturales.

Parafraseando a un apartado de Contra la actualidad, ¿qué es lo que huele mal en el periodismo y en los medios de comunicación actuales?

Es una pregunta que nace de la frase de Nietzsche, cuando dice que “un siglo más de periodismo y todas las palabras hederán”.

La filosofía y la literatura muchas veces han tenido una mirada de sospecha, cuando no de condescendencia, hacia el periodismo. Yo no comparto esa mirada sobre el periodismo. Todo lo contrario. Me parece que no existe ninguna sociedad abierta, ninguna sociedad con una mínima ambición democrática, que no ejerza un periodismo mínimamente independiente.

Ahora bien, para defender el periodismo no es útil el gremialismo del oficio. Hay que defenderlo reivindicando, precisamente, desde la crítica, que ocupa un lugar fundacional en su razón de ser.

El periodismo puede ser alta literatura y, también, una forma de construir relatos críticos, fomentando otros imaginarios. El periodismo, cuando simplemente copia la inmediatez de las redes sociales, o en la propaganda dada, cae en una trampa de la que luego es muy difícil salir.

El periodismo es un ejercicio de rigor, pero también de crítica e imaginación.

A pesar de la complejidad del mundo actual, apelas a la importancia vital de dos cuestiones: la voluntad de seguir preguntando y el diálogo-empatía social. ¿Podrías ampliar estos planteamientos?

La filosofía nace del diálogo, del conflicto de ideas, no del discurso cerrado e inalterable. El pensamiento, tal y como lo conocemos, no tiene su génesis en la prédica ni en la homilía. Si no hay espacios para la interrupción, no hay pensamiento.

Anagrama, 2019

Pero la pregunta impertinente solo puede nacer después de haber escuchado atentamente. De ahí nace el respeto hacia el otro, no del halago estéril. Una rueda de prensa sin preguntas, por ejemplo, es la mejor escenificación de ese ejercicio del poder que no quiere ser interrumpido.

El relato dominante no deja espacios para la grieta. Y, si no hay grieta, no hay narración en comunidad.

Haces hincapié en problemas sociales como el suicidio, los trastornos mentales, la soledad, la patología del juego, acrecentados por la pandemia. En pocos meses se cumplirá un lustro del inicio de la crisis del Covid- 19, ¿qué lecciones has aprendido de la pandemia?

Creo que pese a la gran excepcionalidad del momento, los miedos fueron muy parecidos a los que siempre nos han perseguido. Ahora que ha pasado tiempo, se puede explicar la pandemia desde una perspectiva cultural.

Después del impacto inicial, y del dolor que mucha gente experimentó, era un buen momento para ver qué emergía de lo que habíamos escondido durante demasiados años: la situación en las residencias, el estado de la Sanidad pública, la situación laboral de enfermeros y médicos

No creo que hayamos aprovechado esa oportunidad para redefinir nuestras prioridades. O de manera suficiente.

Apreciamos en tu libro relaciones entre series, obras narrativas y teatrales, películas, tratados filosóficos, incluso notas etimológicas y anécdotas para explicar los fenómenos sociales. Háblanos sobre la organización temática y la estructura: treinta preguntas clave, divididas en cuatro capítulos y un prólogo

Bien, el libro fue naciendo semana a semana, durante un año. La idea era dialogar con lo que iba leyendo, viendo, experimentando… ¿Qué preguntas quedarán de todo lo que vemos, leemos y escuchamos cuando ya no nos acordemos de los argumentos o las tramas?

Albert Lladó, 2024

Esa era la idea. Y creo que esas 30 preguntas, que son las que seleccioné y “ensayé”, no se agotan con el tiempo. Todo lo contrario. Toman nuevos sentidos.

De otro lado, en los últimos años has incursionado en la novela y en la dramaturgia. ¿Cómo compaginas estas experiencias textuales con otros géneros que has desarrollado anteriormente como el ensayo, el aforismo, la crónica y el periodismo literario?

Para mí son diferentes instrumentos. Es como si quisiera abordar las mismas cuestiones desde musicalidades diferentes. Por lo tanto, cambia el timbre, el tono, la melodía. Incluso el ritmo.

Pero estoy bastante convencido de que, aunque intentemos evitarlo, es cierto aquello que se dice que siempre estamos hablando de las mismas cosas… Ahora no me parece una falta de originalidad. Todo lo contrario.

La forma te permite aproximarte desde ángulos realmente nuevos a lugares que siempre han estado allí. ¿Cómo hablarías del dolor o del deseo desde un piano? Piensa ahora hacerlo desde un saxo, o una guitarra. Estamos hablando de lo mismo, pero se “encarna” desde un lugar singular cada vez.

En paralelo a tu trabajo como periodista y escritor, desarrollas una intensa actividad en docencia y gestión cultural: el programa de radio Interior Maconda, L’escola de Pensament y festivales como Trànsit y Diàlegs, cursos como “Literatura y periferia”, “L’escola d’escritura”, etc. De cara al curso 2024-2025, ¿qué proyectos tienes entre manos?

Vamos a seguir con la Escola de Pensament, con Marina Garcés, pero esta vez desde Biblioteques de Barcelona. Nos hace especial ilusión llevar algunas preguntas a lugares distintos, y atrevernos a pensar juntos lo que no sabemos.

Seguiré en la radio, con el programa Interior Maconda, investigando en las posibilidades de la entrevista como un género que bebe, al mismo tiempo, del periodismo y de la filosofía.

Ese es el desafío, en realidad: continuar explorando los vasos comunicantes entre periodismo, literatura y pensamiento. Desde ahí pivotan muchos de los proyectos en los que trabajo.
 

Sobre el autor
Sobreviviente, Lic. en Filología Hispánica y Máster en ELE (Universitat de Barcelona), sujeto migrante. Ejerce actividades humanísticas en vías de obsolescencia programada: la docencia (castellano, catalán y literatura) y el periodismo independiente (codirector-fundador de «Pliego Suelto»). Mientras, desarrolla técnicas de sobrevivencia, cree en la utopía de disfrutar del amor, de la comida, de los libros, del viaje, de la cerveza, del vino, y de las conversaciones (presenciales) y fraternas.
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