De juventudes inflamadas a ‘Los restos del rayo’ sosegados: un recorrido por la poesía de Juan Ángel Asensio

Detalle cubierta «Los restos del rayo», Juan Ángel Asensio. Ed. Franz, 2024

 
Diego Godián y Charles Pouzols nos introducen en la creación poética de Juan Ángel Asensio (Madrid, 1994) a propósito de la publicación de Los restos del rayo (Ediciones Franz, 2024). Un poemario que nos muestra la ternura de la intimidad, los desencuentros de la convivencia, del amor, de la rutina, de las confluencias existenciales del «tú» y el «nosotros»; y que reflejan los muros inquebrantables del «yo».

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Cuenta una extraña leyenda, en un pueblo de la España vaciada, que San Juan de la Cruz (1542-1591), tras una noche oscura de tormenta, vio que un rayo impactó en el árbol que le ofrecía sombra en sus mañanas de lectura, partiéndolo al instante. Esa mañana, sobre el tocón, se encontró una cruz de fuego que había quedado dibujada sobre la madera.

Quizá el resto de ese rayo sea una analogía del camino recorrido por Juan Ángel Asensio. Recordamos conocerlo antes de la tormenta, una tormenta de verano que se agradece y refresca.

Juan Ángel Asensio, poeta

Nos conocimos en la cúspide del tedio poético, nacimiento del vitalismo, en aquella época de jóvenes bandidos. En sus propias palabras: “debíamos acabar con los recitales descafeinados”. En este momento de mayo del 2017, a la mitad de esta aventura, encontramos Locos/Santos/Salvajes (Ed. Chiado), una obra que representa al vitalismo y que constituye un momento vital propio.

Es curioso cómo la inspiración que adornaba al colectivo se condensa entre sus poemas: la pulsión inevitable de Roberto Bolaño, Mario Santiago Papasquiaro, Gary Snyder y Walt Whitman.

En Locos/Santos/Salvajes se entrelazan experiencias vitales, las cuales marcan un quiebre en la poesía común. El lenguaje se diluye con la captura del momento y no importa el verso, sino la experiencia camuflada por las emociones. El libro nos lleva por un camino, el dejado por Juan a propósito: conocer la ciudad para, finalmente, abandonarla.

Esto no solo muestra un trayecto vital, sino también una profecía de lo que le pasó al grupo cuando, un año después, se desintegró.

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Tras la desaparición del vitalismo, Juan nos trae otros dos poemarios: Huesos de ballena (Esdrújula Ediciones) y Antología poética de la especie humana (Ed.Franz), ambos publicados en 2019.

Ambas obras profundizan en ese quiebre con los usos verbales más desgastados de la poesía, incluyendo, además, un interés cada vez mayor por el empleo de la anécdota simbólica como herramienta para construir espacios líricos e inmortalizar vivencias, emociones y pensamientos.

Juan Ángel Asensio, 2019

En concreto, Huesos de ballena destaca por incluir poemas de largo aliento, con imágenes sorpresivas que impactan en la imaginación visual del lector y que juegan un papel crucial para captar ese instante ínfimo en que se basa la poeticidad. Asimismo, adquiere unos tintes fundacionales, pues retrata las preocupaciones, estados vitales y situaciones espirituales de las personas que escriben y pertenecen a una misma generación: la de los nacidos entre el 1990 y el 2000.

Por su parte, Antología poética de la especie humana destaca por su marco narrativo de ciencia ficción: nos hallamos en un momento indeterminado del universo cuando, inesperadamente, un extraterrestre de una civilización avanzada encuentra una serie de escritos que pertenecen a los que, antiguamente, habían sido seres humanos. Más tarde este ser comenta, clasifica y glosa, como un antropólogo cósmico, esa serie de textos sueltos, los cuales ya están conformados por versos mucho más breves y sintéticos. ¿Estamos ante una novela poética?, ¿ante un poemario novelado? El lector decide.

Como dice Héctor Hernández Montecinos (Santiago de Chile, 1979), los géneros son una convención de lectura, pero no de escritura.

Con este libro de muchedumbres anónimas, concluye y culmina, de manera intensamente coral, la etapa vitalista de la poesía de Juan Ángel. A. esto le seguirán cinco años de silencio, exploración y divagación.

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Pero, finalmente, sucede un nuevo amanecer en la obra de Juan Ángel. Este año 2024 ha aparecido Los restos del rayo, publicado por Ediciones Franz (como Antología), libro que hace sentir al lector como un extraño indiferente, aquel nuevo inquilino que llega a una casa: parece que estuviéramos dentro de un cuadro de Anselm Kiefer.

Tras los poemas iniciales, el lector contempla, ante la inmensidad, muros que separan recuerdos: somos ese nuevo habitante, ese invitado que observa las fotografías expuestas sobre una repisa.

Detalle cubierta – Ed. Franz

La llegada es idéntica a la del videojuego Gone Home, pues, desde el desconocimiento, nos adentramos en pequeñas estancias que guardan un secreto oculto en la sintaxis. De modo paulatino, la voz poética nos va guiando, como ya hiciera Virgilio, por los diferentes círculos del hogar. En ellos escuchamos, saboreamos y palpamos el verdadero sentido del rayo que no cesa, del amor: ese que no puede expresarse a través del lenguaje, pues las palabras son, casi siempre, un nudo, una forma más de adulterar la extraña e inasible complejidad de las experiencias humanas.

Las memorias familiares abrigan y definen a los huéspedes, pero estos han comenzado un nuevo sendero en que se formarán nuevas memorias, nuevos instantes y nuevas cosmovisiones singulares. El poeta tiene una cita con la inefabilidad en este punto, y ante tal problema, prefiere el empleo de versos mucho más cortos, los cuales predisponen al lector a una actitud contemplativa y reflexiva por su tono armónico y sereno.

Según nos vamos adentrando más en el poemario, participamos, poco a poco, de una búsqueda inútil. Y, sin embargo, lo inútil es el plato, el vaso, el mueble o el utensilio donde descansa la magia de sus huéspedes: tal es el valor de las cosas corrientes.

Desentrelazamos, pues, los momentos de la pareja y deshilamos lo cotidiano, ya que es ahí donde se muestra la naturaleza humana, en las partes sencillas.

A la vez, surge una voz que nos incumbe, que nos señala: podrías ser tú el morador de este hogar; podrías ser tú el que no se percata de la maravilla de los hechos y objetos habituales; podrías ser tú quien se está perdiendo en el nudo infernal de la sintaxis, del lenguaje corrosivo que distorsiona y enmascara.

De este modo, atravesamos los muros de las habitaciones y en todas y cada una de ellas encontramos restos felices de los moradores, los cuales hacen que nos replanteemos nuestra mirada ante el asombro inexplicable de la vida diaria.

Al final, nos damos cuenta de que los huéspedes aún no han venido, de que están por llegar. ¿Seremos nosotros, quizá, las personas que protagonizan sigilosamente este poemario?

Sobre el autor
Artículo escrito a cuatro manos por los poetas Diego Godián López y Charles Pouzols.
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  1. Bravo!

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