Gabi Martínez: “Uno de los grandes retos de la ‘liternatura’ es estimular el diálogo entre ciencia y humanidades»

Fragmento cubierta «Delta», Gabi Martínez. Seix Barral, 2023

 
Conversamos con el escritor Gabi Martínez (Barcelona, 1971) acerca de su último libro Delta (2023), una propuesta discursiva y estética entre el reportaje y el ensayo, que acaba de publicar en Seix Barral en castellano y en Ara Llibres en catalán, donde se plantea la reflexión y el diálogo en torno al delta del Ebro y su riesgo inminente de extinción a causa del cambio climático. El autor también se refiere a los elementos compositivos de su propuesta textual, al concepto de liternatura y su panorama actual en el ámbito hispanoamericano. Asimismo, nos anuncia sus próximos proyectos multidisciplinares, entre ellos el I Festival Internacional Liternatura, que se celebrará en Los Ángeles en 2024.

Delta se articula en torno a tres ejes: el enfrentarse a la muerte existencial y ecológica, la idea de frontera y la estética de la luz. ¿Cómo ha sido el proceso de composición textual?

Como señalas, luz, frontera y final son los tres ejes desde los que se estructura el libro. El primero tiene que ver con mi padre y mi propia infancia, tan ligados al Mediterráneo y a la pintura, porque mi abuelo, mi tío y mi padre fueron pintores decoradores, yo fui a pintar paredes con mi padre hasta los 16 años. Su forma de entender la luz, decisivamente influida por el Mediterráneo, siempre me impresionó.

El delta del Ebro como espacio de frontera donde se juntan Valencia, Aragón y Catalunya, la jota y la sardana, catalán y castellano, inmigrantes de muchos lugares o una idea del toro muy particular, no como lo ven en Girona pero tampoco en Sevilla, hacía al espacio un hervidero de esperanzas y tensiones.

Foto: Jeosm

Y nuestra relación con la muerte como algo que decide nuestra vida también se impuso como tema en aquella confluencia donde el río muere, porque yo estaba a punto de cumplir cincuenta años y mi padre arrastraba una enfermedad desde hacía mucho.

En cuanto a cómo abordé esos ejes… Para escribir sobre el Delta, me informé a fondo antes de vivir en la isla de Buda. Luego, permanecí durante un año en la última casa antes del mar, la primera que se tragará el agua en Europa. Durante ese tiempo hablé con la gente más cercana a Buda, seguí leyendo sobre deltas, muerte, luz… y así fue apareciendo una estructura mixta, en la que el ensayo –con sus datos, citas literarias, menciones a otros deltas…– mezclaba naturalmente con mi propia experiencia y el coro de voces de las personas que habitaban el espacio, hasta cuajar una narración con poso de novela, aunque parta de la no ficción.

La idea de delta sirve también como metáfora de los brazos fluviales que transportan sedimentos y desembocan en el mar; como la literatura misma con su flujo y tránsito de palabras, imágenes, personajes y sensaciones. ¿Qué importancia le das a la voz y al diálogo entre los elementos del libro?

La voz y el diálogo son claves para comunicar la atmósfera, el espíritu del lugar, así que le doy una importancia máxima. Conseguir el tono con el que vas a narrar es, para mí, lo más difícil. La solución te la da el tiempo. La convivencia sostenida con el entorno, con la historia. Entonces, y aunque suene raro, el espacio se pronuncia y te revela el mejor modo de expresarlo.

Me ocurrió de forma muy singular en Sudd, también con la Gran Barrera de Coral australiana, y, ahora, el Delta sugirió combinar géneros, como combinan el agua dulce y salada con los sedimentos.

Esa idea elemental me condujo, como decía antes, a mezclar géneros con naturalidad. Yo mismo me sorprendí al hallar una voz narrativa que no había calculado para los protagonistas, una voz que me permitía entrar en sus conciencias siendo a la vez riguroso con la información que había ido recopilando. La exactitud del periodismo y el subconsciente de los protagonistas se juntan de un modo dinámico que sitúa la narración en el terreno de la novela. Y los diálogos apuntalan la vividez de la experiencia con modismos, cruces de catalán y castellano, y la espontaneidad de la vivencia literal que acaban de aprehender el carácter del lugar.

¿Cómo percibes la recepción de Delta?

Tengo la sensación de que este libro está cruzando un umbral porque está superando  las (cada vez menos, conste) reticencias de quienes hasta ahora han desconfiado del potencial de la literatura que pone a la naturaleza en el centro. Me alegra que se esté subrayando la aportación creativa, que se esté apreciando la propuesta artística, no solo la argumental. Sobre todo, se está destacando esa voz “novelesca”, la narración híbrida y la carga poética.

El libro acaba de venderse a Estados Unidos, hay interés de varias productoras… pese a ser definido por algunos como un ensayo. En realidad, he intentado amortizar las posibilidades de la propia palabra “ensayo”, que al fin y al cabo significa prueba, experimento. Al principio, Delta puede parecer un ensayo clásico, pero luego el libro se decanta hacia otros lados. Diría que es una propuesta de vanguardia… que no disimula sus raíces.

Desearía estimular debates de este tipo, más literarios. La aproximación periodística suele apuntar a la información de actualidad: el libro habla sobre el inminente final del Delta, las tensiones sociales entre terratenientes, administraciones, pescadores, cazadores, ganaderos… Y todo eso aparece, sí, porque el propósito es justo mostrar los distintos puntos de vista, la biodiversidad también humana… pero no olvidaría los enfoques más estrictamente literarios, estéticos, que son resultado de la misma preocupación.

Festival Liternatura, 2023

Deseo que, además de asuntos sociopolíticos, hablemos también de arte. El arte construye el relato de la sociedad que somos, refleja nuestra forma de pensarnos como humanos, no solo por los temas que elegimos sino también por la estética que empleamos.

¿Liternatura o nature writing? ¿Cómo defines el concepto y de qué manera planteas la liternatura como un cambio de relato?

Liternatura es nature writing en español. Propuse esa palabra al observar que, en español, siempre que se hablaba de un libro de literatura de naturaleza se decía “he leído un libro de nature writing”. ¿Por qué recurríamos a una palabra en otro idioma?

Esa inercia denotaba la inmensa distancia abierta entre las sociedades hispanohablantes y las naturalezas en las que vivían. La especulación inmobiliaria y los abusos del turismo en España, y el imperio de las petroleras, madereras, gasísticas en Latinoamérica habían logrado imponer su relato incluso a los escritores e intelectuales, neutralizando su interés por narrar las naturalezas no humanas.

Para articular un relato sólido que contrarrestara el de los Elon Musk o Stephen Hawking (que dan este mundo por perdido y pretenden convencernos de que la única opción es instalar comunidades humanas en otros planetas), pensé que una forma de empezar sería proponer exactamente una palabra: liternatura.

¿Cómo observas el panorama de la liternatura en el ámbito español y latinoamericano?

Hasta hace muy pocos años, la liternatura era casi inexistente en español, por lo que acabo de señalar. Gran parte de la intelectualidad parecía haber dimitido de lo rural y lo salvaje.

Antonio Sandoval Rey

En España, filósofos como Jorge Riechmann, Marta Tafalla o Santiago Beruete han mantenido esa literatura, además del incombustible Joaquín Araújo, Elvira Valgañón, Mercè Ibarz, Alejandro López Andrada, Julio Llamazares, Yayo Herrero desde la antropología o el estupendo ornitólogo Antonio Sandoval… de todas formas, son pocos y la mayoría escasamente conocidos, pese a la calidad de muchas de sus propuestas.

Hace un año y pico nos convocaron a varios escritores para hablar sobre literatura de naturaleza en unos encuentros literarios que se celebran desde hace cuarenta años, y los convocantes reconocieron que en todo aquel tiempo nunca habían organizado un encuentro de ese tipo. En el segundo país con más reservas de la biosfera del mundo.

Ahí nos dimos cuenta, además, de que las historias se articulaban desde el árbol, las montañas, los jardines… pero, ¿y el agua? ¿Quién escribe sobre el agua en un país que es una península y tiene numerosas estupendas islas? Da que pensar, ¿no?

Desde las diversas crisis desencadenadas en 2008, la climática entre ellas, se están visibilizando más propuestas de liternatura, como la de Jordi Ballart -de momento, solo en catalán-, y asoman jóvenes que, si no exactamente liternatura, sí invitan a mirar a la naturaleza con más atención, como Irene Solà.

En Latinoamérica, la literatura está un poco más tocada por los elementos naturales, pero menos de lo que podría sugerir la inmensidad de selvas, ríos, sierras, llanos… que la definen.

Juan Cárdenas en Colombia ha escrito páginas memorables, Sara Jaramillo sí ha tocado muy bien el agua, Natalia García Freire en Ecuador, Joseph Zárate en Perú, en México y Argentina hay cada vez más nutridos grupos de autores que abordan la liternatura desde diversos y muy originales ángulos… aunque un paso urgente y necesario es dar voz, visibilidad, a muchos autores indígenas, que conocen como pocos el espíritu de los lugares rurales y salvajes pero continúan aplastados por la mercadotecnia, por las jerarquías culturales, tan metropolitanas.

Juan Cárdenas

Uno de los grandes retos de la liternatura es evidenciar la biodiversidad a través de los propios autores que la escriben, y estimular el diálogo entre ciencia y humanidades logrando cada vez más científicos que escriban con pulso literario y que los literatos, en general tan urbanos, encuentren los sustantivos y las emociones necesarios para explicar lo no humano.

Por cierto, a finales de año la revista Carátula va a publicar un monográfico: Liternatura, diría que el primero que se aborda para presentar esta literatura en el ámbito latinoamericano.

De otro lado, ¿cuál es tu balance de la reciente edición del Festival Liternatura (donde se homenajeó a Italo Calvino en el centenario de su nacimiento)?

Avanzamos. El festival se ha afianzado, ya estamos diseñando una tercera edición con el apoyo de Biblioteques de Barcelona y se ha abierto una residencia para escritores de liternatura. Ha venido más gente, se ha ampliado la oferta y, además, ya tenemos lleno el club de lectura de liternatura, con lista de espera. Un ejemplo de que quien entra en estos libros, quiere más. Y quiere que otros sepan lo que pueden ofrecer. Muchos libreros están abriendo la sección Liternatura. La nave va.

Finalmente, ¿qué nuevos periplos tienes programados y en qué proyectos te encuentras trabajando?

Estoy trabajando en un libro sobre animales invisibles latinoamericanos. Forma parte del proyecto Animales invisibles que conduzco junto a mi gran amigo el arqueólogo Jordi Serrallonga. De hecho, en abril inauguramos una exposición en el Museu d’Història Natural de Barcelona en la que van a participar artistas de distintas disciplinas, y uno de los libros de la serie se publica en China muy pronto.

También ultimamos un episodio piloto de la serie del mismo nombre. Están escribiendo el guion para llevar al cine Un cambio de verdad. Y hay una novela aún no publicada que también se mueve entre productoras de cine.

En cuanto a festivales, están en marcha los de La Siberia, Barcelona, Honda (Colombia) y acabamos de anunciar el que se celebrará en Los Ángeles en 2024.
 

Sobre el autor
Sobreviviente, Lic. en Filología Hispánica y Máster en ELE (Universitat de Barcelona), sujeto migrante. Ejerce actividades humanísticas en vías de obsolescencia programada: la docencia (castellano, catalán y literatura) y el periodismo independiente (codirector-fundador de «Pliego Suelto»). Mientras, desarrolla técnicas de sobrevivencia, cree en la utopía de disfrutar del amor, de la comida, de los libros, del viaje, de la cerveza, del vino, y de las conversaciones (presenciales) y fraternas.
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