A través de esta selección de videopoemas, realizados especialmente para Pliego Suelto, Raimon Arola (Tarragona, 1956) —doctor en Historia del Arte y experto en simbología y tradición hermética—apela a los sentidos complementarios al texto poético para abrir nuevas expectativas simbólicas. Además de Arola, en la realización de este trabajo audiovisual han participado Lluïsa Vert y Rosor Foret (en la locución).
Existe cierta necesidad de catalogar las diferentes manifestaciones del espíritu a pesar de las múltiples propuestas de interacción entre los distintos géneros que se dan en la actualidad, por eso queremos insistir en la apertura de nuevas perspectivas en la forma poética pues estamos convencidos de que la poesía es más que un género literario.
En las lecturas poéticas y visuales, y en parte musicales, que presentamos, las imágenes buscan la aparición de otros sentidos complementarios al texto con el fin de abrir nuevas expectativas simbólicas. Las imágenes no quieren “decorar” las palabras, sino que buscan iluminarlas ayudando a comprender su contenido.
La poesía, desde los himnos védicos a los románticos modernos, es el lugar donde el ser humano halla su completitud. Cualquier esfuerzo para reducir su contenido a un significado concreto es menguar su dignidad y limitar el contenido de su interioridad.
Esta presentación es un ensayo que pretende abrir las perspectivas a la hora de expresar el único contenido propio del ser humano, que es eterno, pero que en cada época se manifiesta bajo nuevas formas y experiencias.
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#01 Has vivido tantas vidas…
La vida de cada ser humano está preñada de experiencias anteriores, llámense como se llamen. En el vídeo estas vidas anteriores se representan con el vuelo de unas palomas a cámara lenta pues desde la antigüedad los pájaros han representado las almas.
El vídeo comienza con la carta del Tarot, Il Mato (o El Loco) que simboliza al hombre que ignora su pasado y su destino, y termina con Il Mondo (El Mundo) que representa la completitud de la creación. Antes aparece La Papessa (La Sacerdotisa) o Isis, la diosa cubierta por un velo que solo pueden levantar los héroes inmortales, ella representa el lugar oculto, la cripta prohibida.
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#02 Renace tu espíritu…
La luna simboliza el espíritu humano y el roble, la naturaleza. Ambos estaban hermanados en el origen del mundo, puesto que tanto el espíritu como el árbol, por su verticalidad, se asociaban a una misma realidad: la unión del cielo y la tierra.
Reencontrar esta unidad engendra un instante sagrado simbolizado por la aparición del fulgor y la apertura de las flores que crecen el mundo por venir, donde residen los dioses. En este caso, el dios Helios-Apolo, la divinidad del nacimiento.
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#3 Buscas tu alma…
Para encontrar la identidad más íntima del ser humano, su alma, se necesita emprender un viaje al lugar más oscuro y oculto de cada ser, donde habita el ángel más bello caído del cielo, esta chispa celeste se ha representado también como un fuego devastador.
Es un viaje peligroso que necesita de un guía, la gracia del cielo, para poder encontrar y apaciguar a este dios tan escondido, que aquí aparece representado por Osiris, el dios que muere y resucita. Él dirá el nombre del alma y al nombrarla, la creará.
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#4 Dudas…
El mar simboliza el imperio del inconsciente, donde lo psíquico y lo físico son indiscernibles. El protagonista duda, pues se encuentra como Hércules en la encrucijada que separa el mundo exterior del mundo interior.
El laberinto prehistórico representa plásticamente la duda al tener que escoger el mejor camino. Y hay que saber que, en este caso, la respuesta no vendrá de la razón sino del sueño, no del sueño vulgar sino del sueño inspirado por la poesía que es capaz de recrear la realidad.
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#5 Cuando el más allá…
En la Antigüedad se creía que la muerte conllevaba un renacimiento, y esta propuesta se simbolizaba con una crisálida; el muerto envuelto en el sudario sería la larva más tarde transformada en una mariposa. Se trata de la preciada metamorfosis de los antiguos.
En la cultura grecorromana esta metamorfosis era sinónimo de una deificación o apoteosis puesto que el muerto renacía al más allá con unas alas que podían llevarlo al mundo por venir.