Conversamos con Teresa López-Pellisa (Alcañiz, 1979) –doctora en Humanidades, docente y ensayista– sobre dos libros, que ha coordinado y editado, los cuales amplían la mirada acerca de la ciencia ficción y lo fantástico desde una perspectiva hispánica y de género: Distópicas y Poshumanas. Antologías de escritoras españolas de ciencia ficción (Libros de la Ballena, 2018) y Las otras. Antología de mujeres artificiales (Eolas Ediciones, 2018). En esta primera entrega, López-Pellisa toca temas como la visibilización de las autoras españolas que cultivan el género desde el siglo XIX hasta hoy, la proliferación de cuerpos femeninos artificiales y la influencia de la religión en los medios digitales y en la ciencia ficción. Asuntos vinculados con su ensayo Patologías de la realidad virtual. Cibercultura y ciencia ficción (FCE, 2015).
El prólogo de tu ensayo Patologías de la realidad virtual. Cibercultura y ciencia ficción, escrito por el narrador y ensayista mexicano Naief Yehya, se abre con la imagen de Vivienne, la novia virtual de la empresa hongkonesa Artificial Life, que nos lleva a pensar en la película de Spike Jonze, Her (2013)…
En el capítulo dedicado al síndrome de Pandora menciono las características de Vivienne, así como de otras mujeres virtuales que existen tanto en la narrativa de ciencia ficción literaria y cinematográfica, como en el mundo real.
Vivienne es una girlfriend digital creada en el 2005 para que nos la pudiéramos descargar en los móviles 3G, pero lo cierto es que esta tecnología se ha popularizado hasta el punto en el que actualmente todos compartimos nuestras vidas e intimidades con Siri, Cortana o Alexa.
Recientemente, la empresa Vinclu ha lanzado Gatebox, un recipiente que alberga una novia holográfica interactiva (Azuma Hikari) que permanece en su cajita de muñecas mientras habla contigo y desempeña sus labores de asistente personal (e íntima). Lo interesante de esta IA holográfica femenina es que puede controlar las instalaciones domóticas de tu vivienda, te despierta, te organiza la agenda y te envía mensajes a lo largo del día al móvil, etc.
Azuma Hikari ”te sirve y se preocupa por su amo“. Su potencial comprador es un varón de unos 30 años que quiera gastarse 2430 euros en adquirir el dispositivo femenino.
La mayoría de las creaciones de mujeres virtuales surge como un producto de la tecnología cinematográfica que reproduce en el espacio real las imágenes de las anheladas actrices de teatro, ópera o cine. Desde El castillo de los Cárpatos (1892) de Julio Verne, pasando por “El vampiro” (1935) de Horacio Quiroga, hasta La invención de Morel (1940) de Adolfo Bioy Casares, estas creaciones coinciden con la obsesión erótica por la posesión de la imagen de belleza y misterio femenino a través del impulso erótico del control y de la vigilancia, que ejerce el varón demiurgo, a partir del control de las proyecciones de estos seres femeninos tal y como se refleja en el cuento “Cambio de sentido” de Pablo Martín Sánchez (incluido en la antología Las otras).
En Her de Spike Jonze, el protagonista está enamorado de la voz de Samantha, la inteligencia artificial con la que interactúa diariamente y con la que ha logrado establecer un vínculo emocional y sentimental y que retrata con gran acierto José María Merino en su relato “Nelima y Celima” (2004).
Samantha genera la ilusión de tener sentimientos y emociones, puede manipular e imitar los patrones del comportamiento humano y parece haber alcanzado la singularidad (el momento en el que una máquina muestra tener autoconciencia). Esta IA nos parece monstruosa y temible porque nos supera en inteligencia y tiene el don de la ubicuidad.
La relación del ser humano con el Otro siempre ha sido conflictiva. Tememos a los que son diferentes y reaccionamos de manera violenta y defensiva. En el imaginario de la ciencia ficción, habitualmente, nuestra relación con el Otro artificial siempre se muestra de una manera trágica ante el temor de que unos seres superiores en inteligencia nos sometan.
Isaac Asimov se refirió a esta característica de la ciencia ficción como el complejo de Frankenstein, ya que nosotros nos revelamos “ante nuestro creador” (clavando a Jesucristo en la cruz) y la historia se ha repetido desde el Frankenstein de Mary Shelley, pasando por Erewhon (1872) de Samuel Butler, hasta ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968) de Philip K. Dick y películas como Matrix (1999, hermanas Wachowski), Eva (2011, Kike Maíllo) o Ex Machina (2015, Alex Garland).
Precisamente, en Las otras. Antología de mujeres artificiales, una serie de cuentos basados en la proliferación de cuerpos femeninos artificiales, se tratan también estos temas. ¿Está vinculada la antología al síndrome de Pandora que has mencionado y que analizas en Patologías de la realidad virtual?
Efectivamente, esta antología está estrechamente vinculada al capítulo del Síndrome de Pandora. Cuando empecé a trabajar en la representación de los personajes artificiales femeninos en la ciencia ficción comencé a recopilar y estudiar mujeres artificiales, muñecas de tamaño natural, ginoides (androides femeninas), maniquiféminas, mujeres virtuales, etc.
A partir de Faustine, la mujer virtual que protagoniza La invención de Morel, comencé a indagar en este tema, que ya había sido estudiado previamente, entre otras teóricas, por Pilar Pedraza en sus Máquinas de amar o por el especialista en pornocultura Naief Yehya.
Me fascinó la cantidad de textos literarios, cinematográficos, artísticos y artefactos tecnológicos que se habían producido a lo largo de la historia, en los que se repetía el mismo fenómeno: un varón creaba una mujer artificial, que habitualmente le traía la muerte y la desgracia (de ahí que diagnosticara con el síndrome de Pandora a esta estructura narrativa).
Al recabar una gran cantidad de cuentos, novelas, obras de teatro, etc., pensé en hacer una antología temática a modo recopilatorio, y Javier Molea, de una editorial independiente de Nueva York (DiazGrey Editores), se interesó en publicarla en Estados Unidos. Decidimos que fuera una antología de autores contemporáneos españoles y latinoamericanos en la que aparecieran cuentos ya publicados y algunos inéditos. Gracias a la colección “Las puertas de lo posible”, dirigida por Natalia Álvarez, acabamos de sacar en España una edición ampliada y revisada con la editorial Eolas.
En Las otras el lector se encontrará relatos que muestran una clara postura feminista, como los de Angélica Gorodischer y Elia Barceló, así como otros cuentos que reflexionan sobre la temática del colectivo LGBT, con propuestas que subvierten la función del cuerpo femenino como fetiche heteropatriarcal, como es el caso de los cuentos de Lola Robles, Naief Yehya y Alberto Chimal, además de las propuestas de relaciones sexuales con seres absolutamente queer que juegan a tener apariencia femenina, tal y como proponen Joss y Diego Muñoz Valenzuela.
Pero también se presentan maternidades monstruosas (como en los relatos de Claudia Salazar y Gerard Guix) u otros textos en los que la erotización del cuerpo femenino no es el eje central del relato, tal y como sucede con los cuentos de Lina Meruane, Edmundo Paz Soldán, Mar Gómez Glez, Sofía Rhei, Jorge Baradit, Alicia Fenieux, Ricard Ruiz Garzón, Iván Molina o Sergio Gaut vel Hartman, así como otros cuentos en los que la relación entre el varón y el artefacto sí que se insertaría en la tradición iniciada por “El hombre de arena” (1816) de Hoffmann, como sería el caso de los cuentos de José María Merino, Patricia Esteban Erlés, Pablo Martín Sánchez, Juan Jacinto Muñoz Rengel, Raúl Aguiar, Ana María Shua, David Roas y Guillermo Samperio.
Cuando se piensa en mujeres artificiales viene a la mente la película Ex Machina de Alex Garland (2015), protagonizada por Ava, un robot humanoide, que, a su vez, remite al componente religioso al que aludes en tu ensayo. ¿A qué se debe la exploración de la creación de otro mundo posible desde la religiosidad del nuestro? ¿Necesitamos de los relatos fundacionales para crear estos nuevos universos?
Lo cierto es que no se trata de nuevos universos, sino de los mismos universos, pero con diferentes apariencias, de ahí que sigamos dentro del mismo imaginario. Parece que cuando hablamos de nuevas tecnologías informáticas, realidad virtual y espacios digitales nos estemos proyectando en el futuro, pero lo cierto es que continuamos revisitando los mismos problemas, conflictos y retos de la humanidad para intentar representarlos y resolverlos a partir de los nuevos medios de los que disponemos en cada momento histórico, como la inmortalidad o la eterna juventud.
Lo realmente interesante y subversivo son los textos de ciencia ficción en los que se plantean nuevos universos que no vienen de la mano de la tecnología, sino de un cambio en la mentalidad de los ciudadanos de esos mundos.
En Patologías de la realidad virtual me refiero a esta característica de la influencia de la religión en los medios digitales y en la ciencia ficción como el síndrome del misticismo agudo. Seguramente es una de las patologías más analizadas por la crítica cibercultural y suele compartir elementos con el síndrome del cuerpo fantasma, ya que la cibermetempsicosis y la inmortalidad ofertadas por el espacio digital implican, en la mayoría de los casos, la desaparición del cuerpo biológico del usuario.
La tecnología de realidad virtual se ha convertido en el paradigma de las experiencias místicas y los viajes astrales al propiciar el desdoblamiento durante el proceso de inmersión en el espacio digital. A lo que se suman las teorías propuestas por Frank Tipler en La física de la inmortalidad, donde defiende que todos los seres humanos viviremos de manera inmortal en un entorno de la realidad virtual en el futuro.
Las relaciones entre la ciencia, la tecnología, la magia y la religión son estrechas y vienen de lejos, tal y como desarrollan Andoni Alonso e Iñaki Arzoz en su libro La nueva ciudad de Dios (2002).
Estas capacidades metafísicas que se otorgan a las nuevas tecnologías informáticas las podemos detectar en novelas como Ciudad permutación de Greg Egan, La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares, El cuerpo de Hanif Kureshi o en películas como Matrix o en series de televisión como el capítulo “San Junípero” de Black Mirror.
Cambiando de asunto y de libro, ¿cómo fue el proceso de recopilación de los textos del libro Distópicas y Poshumanas. Antologías de escritoras españolas de ciencia ficción?
La escritora Sofía Rhei nos propuso a Lola Robles y a mí preparar esta antología histórica en la que pudiéramos reivindicar, visibilizar y mostrar a todas esas escritoras de ciencia ficción españolas que han estado escribiendo siempre, pero que no conocemos ni estudiamos en la enseñanza reglada.
Fue muy complicado encontrar una editorial que quisiera publicar este proyecto hasta que dimos con Libros de la Ballena, editorial asociada al Máster en Edición de la Universidad Autónoma de Madrid, donde rápidamente acogieron el proyecto con entusiasmo.
Hemos tenido ayuda de varios colegas investigadores y escritores para recopilar los datos de algunas autoras para elaborar sus biografías, así como para localizar los relatos. Lo interesante de esta antología es que muestra una perspectiva histórica que abarca desde el siglo XIX hasta el 2015.
Emilia Pardo Bazán, autora que asociamos al naturalismo y al realismo, escribió numerosos cuentos fantásticos y maravillosos, así como algún relato de ciencia ficción. De hecho, su primera novela, Pascual López. Autobiografía de un estudiante de medicina (1879) tenía una resolución racional para el fenómeno extraordinario, y por tanto, entraría dentro de la categoría de la ciencia ficción.
De principios del siglo XX hay autoras como Ángeles Vicente o María Lafitte, condesa de Campo Alange, cuya producción no realista es muy interesante, así como los cuentos de Roser Cardús, Alicia Araujo, Rosa Fabregat o Teresa Inglés (por mencionar a algunas de las autoras que publicaron en la primera parte del siglo XX).
Disponemos de una gran base de datos de autoras de novela, cuento, teatro y poesía de ciencia ficción. Para la antología tan solo podíamos incluir cuentos, y en ocasiones la dificultad para conseguir los derechos de la publicación, como en el caso de Mercedes Salisachs, ha impedido que pudiéramos incluirla.
¿Todavía queda mucho camino para sacar a la luz todas estas voces femeninas creadoras?
Todavía queda mucho trabajo por hacer, y estamos seguras de que podremos ir aumentando la nómina de cuentistas españolas de ciencia ficción.
Es importante recordar que el teórico de la literatura y crítico literario Harold Bloom, autor de El canon occidental, bautizó como “Escuela del Resentimiento” a las primeras reivindicaciones de la crítica literaria feminista y poscolonial, en las que se solicitaba una revisión del canon literario en los planes de estudio de la universidad norteamericana.
El canon, como todo, se configura a partir de convenciones sociales y relaciones de poder y de clase que no pueden pasar desapercibidas ni para las lectoras, ni para la crítica, ni para la academia, ni para el discurso institucional. Y si analizamos los planes de estudio en la enseñanza de secundaria y en las universidades españolas, todavía falta mucho trabajo por hacer, ya que la presencia de las autoras continúa siendo mínima.
Recientemente se ha publicado, Insólitas. Escritoras de lo fantástico en Latinoamérica y España (Páginas de Espuma, 2019). Se trata de una antología que he preparado junto al escritor, ensayista y periodista Ricard Ruiz. En este libro mostramos una panorámica global de lo que están escribiendo actualmente las narradoras latinoamericanas y españolas en el género del cuento no realista, y creemos que los lectores se asombrarán de la gran nómina de autoras que están cultivando lo fantástico, la ciencia ficción y la fantasía en el ámbito hispánico.
Consideramos muy importante este trabajo de visibilización tanto de las voces femeninas, como de los géneros no miméticos que tampoco gozan del beneplácito de los guardianes del canon.
Continuará…