El momento en que se está escribiendo: sobre Fernando del Paso y su obra (y II)

Fragmento cubierta «Noticias del Imperio», Fernando del Paso, 1987

 
Esta segunda entrega dedicada a Fernando del Paso (1935-2018), recientemente fallecido, tiene como fin introducir de manera sucinta las novelas más representativas del escritor mexicano: José Trigo, Palinuro de México y Noticias del imperio. ¿Qué hay en estos tres libros que ha hecho que, tras la muerte del autor, se haya dicho que se trataba del último gran escritor mexicano? Este texto es un intento de entablar una breve conversación entre las tres obras.

Nos han partido el corazón, hermano,
y ya nada podrá salvarnos.

(Fernando del Paso, Palinuro de México)

Numerosos son los textos escritos sobre las tres novelas primordiales de Fernando del Paso. Es verdad que escribió varios libros de poesía y dramaturgia, y ese libro bellísimo que se titula Viaje alrededor del Quijote, y los volúmenes (publicado hasta ahora el primero de ellos) sobre el islam y el judaísmo: Bajo la sombra de la historia. Incluso escribió una cuarta novela, Linda/67, especie de divertimento de tono policiaco.

Sin embargo, son esas tres novelas, José Trigo, Palinuro de México, y Noticias del imperio, las que más han dado de qué hablar. ¿Por qué?

José Trigo, 1966

¿Qué es José Trigo? La construcción y el derrumbe. O, acaso, la construcción por encima del derrumbe. México es un país edificado sobre ruinas, templos, muros de piedra ensangrentada, fosas comunes, cadáveres insepultos.

La primera novela de Fernando del Paso es una larga y lúcida metáfora sobre la forma en que un país, una ciudad, cada individuo, es una construcción por encima de los vestigios de su propio pasado, del presente incluso, negado al instante por el derrumbe y la superposición.

Ocultar es la génesis de lo identitario: la pregunta ¿quién soy?, con reminiscencias al Hamlet, nos interroga sobre un hecho concreto en espacio y tiempo: ¿quién soy ahora?; y a su vez nos dirige hacia un ¿qué oculto para ser lo que soy ahora? Una intuición de importancia mayor en la obra de Shakespeare, a la que Fernando del Paso es cercano.

Por eso, José Trigo es una novela intensísima. Más allá del ritmo endiablado, del lenguaje «barroco», de la estructura y el detalle, su corazón nos habla de nuestro corazón: estamos hechos de una pedacería que nos empeñamos en ocultar porque nosotros mismos somos responsables de esa destrucción originaria, de esa génesis destructiva que es el primer paso para la construcción.

Aunque se habla de novelas «catedralicias», como señala Carmen Villoro, creo que en los libros de Fernando del Paso hay una profunda intimidad, una idea de lo particular, de lo individual.

Nórdica Libros

El deambular de aquel cortejo fúnebre a lo largo de la espina dorsal del ferrocarril; el llevar sobre los hombros el féretro pequeño donde va el hijo muerto de Eduviges, pareja de Manuel Ángel, traidor al movimiento ferrocarrilero en mitad de la década de 1950, son, sin duda, acontecimientos de una profunda intimidad que nos conducen a mirar hacia nuestro propio mundo interior.

José Trigo lleva aquel ataúd sobre los hombros. José Trigo ha visto a Manuel Ángel cometer un asesinato, el de Luciano, líder del movimiento huelguista. José Trigo huye, se convierte en una sombra, en un testigo imposible.

Eso somos: testigos imposibles de una violencia que siempre es mayor que todo.

Cierto, una metáfora del país, de sus pobladores, testigos invisibles siempre en la huida, pero sobre todo un modo de ser individual, un modo de huir de lo que vemos y lo que somos, de lo que estamos obligados a ser por las circunstancias, de lo que viene. Si lo que se aproxima en las ruinas del ferrocarril es esa supuesta modernidad, lo que se aproxima en la vida de los personajes es la supuesta redención.

Nada es posible, ni la modernidad, cimentada en la destrucción, el expolio, la injusticia; ni la redención que cifra su inicio en el escape, en la mentira, en la memoria inocentemente borrada.

Entonces uno se acerca a la lectura de Palinuro de México.

Palinuro de México, 1977

Palinuro, marcado por «el fantasma de la ciencia de la medicina», no puede ejercerla por el temor que la sangre y las vísceras le producen. Aun así, profesa un oficio esencialmente anatómico: disecciona el amor, el tiempo, el espacio, la amistad, que es otra forma del amor, la locura, la burocracia, el consumismo.

Palinuro de México es una novela sobre el ser consumido: el amor nos consume, el sexo nos consume, la ciencia, la política, el miedo, la violencia, el deseo de viajar, todo, pues, nos consume.

Palinuro, Estefanía, primos enamorados, se consumen mutuamente. ¿Posee esta «consunción» un carácter negativo? Las definiciones del diccionario la equiparan al desgaste, al agotamiento.

Y es que tememos tanto al desgaste, a la limadura, al roce que se lleva parte de nosotros a quién sabe dónde, al olvido, a la nada. Pero vivir es consumirse. Y los personajes de la segunda novela de Fernando del Paso se consumen alegres, tristes, gozosos, desesperados, en la vida, en el ser de la vida.

«Arder, o marcharse de este mundo», escribió Gonzalo Rojas.

Consumirse como necesaria consecuencia del vivir intenso. Molkas, Fabricio, el primo Walter, el General con los cien ojos de vidrio (uno para cada estado de ánimo posible), el tío Esteban, personajes todos que se consumen, que son consumidos, que consumen.

Gonzalo Rojas, 1964

Porque después de la creación, de la génesis, después de José Trigo y la edificación encima de las ruinas, ha de venir la vida a golpearnos con su brutalidad y su belleza.

Podría hacerse un análisis hondo, estructural, del contenido de Palinuro de México: referencialidad, tendencia al absurdo, ritmo impecable, lenguaje poético, imaginación, humor. Creo, sin embargo, que aunque se trate de virtudes de un libro escrito con exigencia y notables capacidades técnicas, son también consecuencias naturales de una escritura en la que los fenómenos abordados se viven con intensidad, donde el escribir, también, consume al escritor.

Entonces leemos Noticias del imperio.

El desgaste tiene consecuencias. La tercera novela de Fernando del Paso es el testimonio de esas consecuencias: vivir intensamente, consumiéndose, como Estefanía y Palinuro, nos arrastra como en un aluvión a la rememoración, al recordar, al intentar comprender el mundo que nos ha tocado vivir.

Eso es lo que hace, desde el castillo de su encierro, Carlota Amalia de México, que tiene de Palinuro el mismo afán de disección (del amor, de la muerte, del tiempo), y que habla desde el último lugar posible para los que se consumen completamente: la locura.

Fernando Del Paso, 1987

Noticias del imperio es la última de estas tres novelas primordiales de Fernando del Paso, un hablar constantemente atravesado por la historia.

Esto es lo que somos después del intenso oleaje de la vida, después del grito y de la violencia, después del sexo y del abandono.

Carlota es como el «Angelus Novus», aquella lámina de Klee que tanto gustaba a Walter Benjamin y a la que llamaba «El ángel de la historia»: un seguir elevándose sin poder dejar de mirar al pasado, un saberse atravesado, en lo más íntimo, por el morder de la historia, un saberse, pues, consumido.

A veces pienso que este tercer libro es, en alguna manera, la explosión de los dos anteriores. Una suerte de, otra vez, consunción de todo. Aquí vemos a través de los cien ojos de vidrio del General que aparece en Palinuro de México, cien ojos para cien estados de ánimo, para ver cien cosas diferentes, para sentir infinitos objetos de la historia, de nuestra historia, de la historia conjunta e individual, íntima, de cada uno de nosotros. Es Carlota quien lleva los cien ojos, alguien ha de hacerlo, pero somos nosotros lo que vemos a través de ellos.

¿Por qué dicen que la muerte de Fernando del Paso es la del último gran escritor mexicano?

A mi parecer la respuesta está en la generosidad de un autor que echándose al centro de la hoguera nos abre los ojos, borrándose a sí mismo un poco, para que podamos ver, con esos cien ojos de vidrio, el mundo que estamos viviendo.
 

Sobre el autor
(Culiacán, México, 1983) Estudió Ingeniería Industrial, Historia de la Ciencia y Filología Española. Ha publicado «La voluntad de marcharse» (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2008), «Anatomía de la memoria» (Candaya, 2014) y «Primera silva de sombra» (Caballo de Troya, 2018). Obtuvo el Premio Nacional de Literatura Inés Arredondo y la I Beca de Creación Literaria Han Nefkens.
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