La Sibila de los tiempos digitales y neoliberales: sobre El entusiasmo de Remedios Zafra (I)

Mural of the chained worker, Blu, Berlin

 
Esta es la primera de las dos entregas que Pliego Suelto dedica al nuevo libro de Remedios Zafra, El entusiasmo. Precariedad y trabajo creativo en la era digital (Anagrama, 2017), Premio Anagrama de Ensayo 2017. Un retrato generacional sobre quienes nacieron a finales del siglo XX y crecieron con expectativas, hasta que la crisis sentó las bases de un nuevo escenario, cronificado por la precariedad laboral y la desilusión colectiva. Nuestra colaboradora, Begoña Méndez –encargada de presentar el libro junto al crítico Josep M. Nadal Suau hace pocas semanas en la librería Oficios Terrestres de Mallorca– nos ofrece aquí el texto que sirvió como introducción al ensayo de Zafra durante el evento. La segunda entrega estará a cargo de Nadal Suau.

El canto de la Sibila

Sibila es un píxel aumentado de la inmensa complejidad contemporánea, es la herida de una pasión postergada, es el trabajo inestable y provisional.

El entusiasmo, 2017

Sibila es un tejido hiperconectado e hiperactivo: un individuo solo ligado virtualmente a una masa de otros individuos solos.

Sibila es el cuerpo agotado y la carne frustrada, un ser exaltado y astillado que envejece. Puede que Sibila haya salido de la treintena y que esté ya en los 40, aunque bien puede tener veinte años.

Sibila no es rica, al contrario, es hija de la clase media trabajadora y de la educación pública. Es la amiga, la vecina o la conocida: la doctora en sociología y experta en feminismos. Sin apenas tiempo para cuidarse, es una mujer a la que le duele el cuerpo, siempre sentada preparando conferencias y cursos, escribiendo artículos, corrigiendo exámenes y trabajos, respondiendo mails, atendiendo a alumnos, aplastada por la burocracia y por la inestabilidad económica.

Sibila sois, seguro, muchas de vosotras (de vosotros) y también soy yo, aun con mi pequeño privilegio de profesora en excedencia y ahora precaria temporal.

Sibila es conflicto, individuo (mujer) en crisis. Soy yo cuando sueño con que me toque la lotería para dejar la enseñanza y dedicarme en exclusiva a la escritura, y Sibila soy yo cuando me siento culpable por pensar así porque sé que no es justo ni ético mi deseo, y porque en el fondo me siento comprometida con el servicio público y con el mantenimiento de las garantías sociales. Sin la escuela pública, yo no escribiría ni habría leído El entusiasmo.

Remedios Zafra, escritora

Sibila no es solo la ficción que nos encarna, es también la sabia que anuncia el futuro.

Sibila es Remedios Zafra, escritora oracular y arrobada que nos interpela.

Su Entusiasmo es pensamiento punzante y poesía abismada, conocimiento doliente que penetra y rasga nuestras retinas con la intención de invitarnos a ensayar otros modos de mirar la realidad.

 
Precariedad hiperconectada

“El canto de la Sibila” es un drama litúrgico que se representa en Mallorca en la víspera de Navidad y que anuncia el fin del mundo. Muerte y nacimiento se dan la mano en una misma celebración.

Algo similar ocurre en El entusiasmo. Remedios Zafra pronostica un necesario cambio en la manera de entender los trabajos culturales y creativos en la era digital, pero no nos da una respuesta clara. Intuye, e intuimos con ella, nuevas formas de organización que, tal vez, todavía no tienen nombre.

Como diría Gata Cattana, ella es mucho más de hacerse preguntas que de ofrecer respuestas. Sería una irresponsabilidad exigirle una solución o que ella nos la diera.

Jordi Savall, 2013

El entusiasmo hace algo mucho mejor: construye un espacio discursivo especular donde descubrimos que las frustraciones de Sibila son también las nuestras.

Las palabras de Zafra nos queman porque transforman nuestra vulnerabilidad en un ejercicio ético y político de toma de conciencia.

Sibila es también una marca de ropa muy cara y, en ese sentido, este ensayo señala una tendencia de temporada que debería no repetirse, pues los ropajes laborales e ideológicos neoliberales están saliendo muy caros a los entusiastas del conocimiento y de la creación artística que reivindican, legítimamente, su derecho a un sueldo digno a cambio de su trabajo.

Un trabajo cultural precarizado y feminizado (podríamos decir casi que son una misma cosa) que domestica al trabajador con valores tradicionalmente asignados a las amas de casa: vocación, afecto y sacrificio altruista.

El dinero queda excluido del pago, que se ve reducido a bienes de orden simbólico.

Mark Fisher, 2009

Un sistema de remuneración ahora exacerbado en la cultura-red: se trabaja a cambio de reconocimiento, de prestigio (un nombre y una imagen) y de presencia. Pagos necesarios, pero insuficientes, porque, no hay que olvidarlo, los trabajadores siempre tienen cuerpo.

Creo, con Remedios Zafra, que el pago simbólico más perverso y el que más sujeta a los individuos es el que se da en forma de esperanza y de promesa.

Creadores, investigadores y artistas dan las gracias y sacrifican su economía porque son entusiastas de sus trabajos, porque es importante estar y ser valorado, no ceder al desánimo y construirse un futuro. El entusiasmo es la coartada perfecta para la explotación neoliberal. Un entusiasmo democratizado por la cultura-red y por la educación pública. Espacios históricamente reservados para unos pocos privilegiados son ahora escenarios excesivos y excedentarios.

Quienes quieren convertir su vocación en un modo de ganarse vida se ven empujados a la acumulación y a la prisa capitalista: individuos hipertrofiados por un exceso de títulos, colaboraciones y trabajos en la vorágine acelerada de una producción cultural y creativa sin fin.

Franco Berardi (Bifo), 2000

Una competición entre iguales por la visibilidad y la firma prestigiosa. Poco dinero o ningún dinero. Felicitaciones y buenas palabras.

El resultado son hombres y mujeres reventados, cuerpos y economías vulnerables. Sin futuro. Y es ahí donde se produce un choque nefasto entre el entusiasmo íntimo (el auténtico) y el entusiasmo impostado que el neoliberalismo exige.

Porque mientras que la auténtica pasión es movilizadora, transformadora y exige lentitud y hondura, el sujeto entusiasta de la red, advierte Zafra, corre el peligro de transformarse en objeto y producto de consumo, sometido al control de los ojos y los números. Los trabajadores culturales, sujetos a promesas que nunca llegan, contribuyen fatalmente a la construcción de espacios laborales saturados y obesos, competitivos, hiperactivos y superficiales que los (nos) mercantiliza.

Zafra escribe para hacernos pensar. No es un libro de soluciones, pero su palabra ilumina tentativas de fuga para una Sibila que no puede más y que dice: “cansancio, ojo, dedos, suciedad, comida, enfermedad, padres, pastillas”.

El entusiasmo no contempla la desconexión definitiva del individuo con el mundo, aunque a veces transita sus espacios liminares.

Siempre conectado: espacio virtual y construcción del yo

Confieso que la idea de una ruptura radical con el exterior me tienta y me salva en su imposibilidad: desaparecer como cuerpo social, encontrar refugio en la seguridad del hogar familiar (un lugar que, por lo general, sigue existiendo estable para los que nacimos en los 70) y hacerse topo agazapado, vivir ajeno a las expectativas del mundo. Ser ojo hecho a la oscuridad y la profundidad del conocimiento.

Fracaso social compartido

Zafra, moderadamente entusiasta, apuesta sin embargo por gestos más optimistas contra la precariedad.

Por ejemplo, concebir el fracaso como liberación y empoderamiento de sí, como escenario donde es posible desacelerar y exiliarse de la competición, hacerse pequeña y seminal.

Buscar un oficio terrestre y volver a la importancia del cuerpo, construirse una vida con más tiempos propios, más libertad y menos prisas. Una frutera, por qué no, que vuelve a casa después del trabajo y se sienta a escribir porque quiere apropiarse del poder del ojo y (re)significar su mirada, porque necesita reconstruir su identidad y sus modos de habitar el mundo.

El entusiasmo es también una invitación a configurar nuevos espacios de civilidad para fortalecernos como tejido social. Hacer posible la existencia de un nosotros (un nosotras) activista, capaz de desarticular el poder convencional y de movilizar los cambios.

Editorial Consonni, 2015

Zafra insiste en el carácter solidario y transformador de los entornos digitales y en nuestro poder para reconstruir el valor vinculante de las relaciones con los otros (nuestros iguales) y con lo otro (nuestros diferentes).

En cualquier caso, comparto con Zafra una idea terrible y fundamental que nos incumbe a todos: si el éxito de un individuo se compra con la ruina de otro, estamos ante un fracaso social de responsabilidad compartida.

Necesitamos tiempos vacíos, más y mejores espacios de libertad, lugares donde construir discrepancias y resistencias contra el exceso y la velocidad.

Veremos con qué nuevos nombres diremos el mundo mañana. Seguro que Remedios Zafra volverá para ayudarnos a nombrarlos.
 

Sobre el autor
(Palma, 1976). Es licenciada en Lingüística General y en Filología Hispánica por la UB. Remasterizada en Literatura Digital y más tarde en Humanidades por la UOC, es profesora en sus ratos libres y adicta al cloro de las piscinas municipales. Tiene tres gatos, hace collages compulsivamente y escribe sobre libros en El Cultural.
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