Nuestra colaboradora Martina Zuccaro entrevista a Aixa de la Cruz (Bilbao, 1988), escritora, dramaturga y filóloga. De la Cruz nos habla principalmente de su último libro: la colección de relatos Modelos animales (Salto de Página, 2015), una exploración sobre los distintos umbrales de la violencia y el lado oscuro de los seres humanos a través de escenarios cambiantes como Bilbao, México DF, Montreal y Reino Unido. Aixa de la Cruz es también autora de las novelas Cuando fuimos los mejores (Almuzara, 2007) y De música ligera (451 Editores, 2009), así como de la obra teatral I don’t Like Mondays, estrenada en la Semana de la Dramaturgia Nuevo León (Monterrey, México, 2012).
Hasta la fecha los lectores te conocen sobre todo por tu faceta de novelista o dramaturga. Si bien algunos de los cuentos que conforman Modelos animales habían aparecido previamente en antologías o revistas, es la primera vez que irrumpes en el terreno del relato con un volumen bajo el brazo. ¿Cómo surgió la idea de crear esta colección?
Como observas, llevaba desde el año 2011 escribiendo relatos para diversas publicaciones y en ningún momento se me había ocurrido armar un libro con ellos, porque creo que es importante que toda colección de cuentos presente una unidad, una intención visible, y dudaba que los míos, escritos por encargo a lo largo de un periodo dilatado de tiempo, la tuvieran.
Sin embargo, a finales del año pasado, realicé el ejercicio de compilar y releer estos textos y descubrí, con sorpresa, que muchos de ellos se relacionaban entre sí por medio de una serie de temáticas recurrentes que, en resumidas cuentas, describiría como la irrupción de la violencia en enclaves cotidianos y la exploración del límite que separa la salud de la enfermedad mental. A raíz de este descubrimiento, me propuse ahondar en el significado de estas obsesiones que había estado manifestando de manera casi inconsciente y es por ello que escribí los relatos inéditos que aparecen en el libro.
¿Cuáles son los límites a la hora de tratar el componente violento? ¿Es posible posicionarse desde lo estético ante algo que suele condenarse moralmente?
Esta es una cuestión muy compleja y, para no extenderme demasiado, diré que, obviamente, toda recreación artística de episodios violentos vuelve estéticos dichos episodios, pero que lo verdaderamente peligroso, desde un punto de vista ético, es que el objetivo sea la mera repetición.
Me explico: en países donde la violencia es endémica, como ocurre en México con la violencia que se deriva del narcotráfico, las sociedades experimentan un proceso de habituación que es indispensable para la supervivencia, pero que conlleva, a largo plazo, que el umbral del asombro se sitúe en cotas demasiado altas. Achaco a este fenómeno que los crímenes y ajustes de cuentas entre cárteles sean cada vez más grotescos y teatralizados. El terror de una fosa con 50 cadáveres no se supera con una fosa con 80 cadáveres, sino con una montaña de cabezas cortadas, cadáveres colgados sobre autopistas, cuerpos desollados, etc.
Este proceso de aclimatación a la barbarie lo hemos experimentado todos, en cierta medida, como espectadores de cine. A principios de siglo, la cámara se apartaba del filo que hacía el corte; hoy, los fans de The Walking Dead vemos vísceras y amputaciones con la naturalidad con la que se veían los duelos en el western. Me parece que la función de la literatura no es apartar la mirada, sino lograr que la violencia vuelva a decirnos algo.
En el relato “True milk” las creencias y supersticiones llevan a la madre a tratar a su hijo como un vampiro. En estos tiempos en los que parece que la cultura del horror se ha trivializado y se ha convertido en algo mainstream, ¿solo cabe la sátira?
Sin duda, es una manera de resignificar el horror al que nos hemos acostumbrado. Otra es acercar ese horror a nuestra experiencia cotidiana, impedir que siempre nos parezca algo alejado, ajeno, algo que le sucede al otro.
En “Doble”, con un guiño a la literatura fantástica, se presenta a doble columna dos versiones simultáneas que, pese a ir cambiando y alejándose progresivamente, acaban por confluir en un idéntico final: la reincidencia de la protagonista. ¿Pesa más la esencia que la variante?
Esa es la tesis que propone el cuento y creo que, en general, la secundo. Nos encanta la idea de los universos paralelos porque alimenta una fantasía de control: si hubiéramos elegido A en lugar de B hoy todo sería diferente y tal vez exista un universo alternativo en el que elegimos B. Sin embargo, soy bastante determinista. Creo que hay un momento –ya sea a los 2 años o a los 16– en el que somos lo que somos y eso ya no va a cambiar. Me refiero a que acarreamos una impronta de automatismos y patrones que repetimos siempre, aunque el contexto sea muy distinto, y que nos llevan a tropezar una y mil veces con la misma piedra. Y por eso, porque el destino es el carácter, elegir A o B no marca la diferencia.
En “Modelos animales” aparecen referencias a Wagner, Regina Spektor o Adam Green. En “Doble” un cd de Dire Straits desencadena la recaída de la protagonista. “Famous blue raincoat” parte de la canción homónima de Leonard Cohen. En “Abu Ghraib” el éxito musical de un grupo de metal es utilizado para torturar a detenidos. ¿Qué lugar ocupa la música en el conjunto de relatos?
Supongo que las referencias musicales son frecuentes porque la música tiene importancia para mí, pero podrían ser películas, marcas de ropa o el nombre de las calles en las que suceden las historias. Es posible que el lector no las identifique o que simplemente no le interesen, pero conectan a mis personajes con el mundo desde el que los escribo, y esto es importante.
Llama la atención el cambio de escenarios: desde Montreal, pasando por México, Reino Unido o Bilbao. ¿Qué papel juega la localización en los cuentos?
En varios de ellos, la experiencia de ser inmigrante está muy relacionada con el conflicto interno que vive el personaje. «Modelos animales» sucede en Montreal cuando empieza el frío y la protagonista no gestiona bien el encierro que conlleva; en «True Milk», la madre que da a luz lo hace en un país que no acaba de entender bien, lejos de su familia; en «Doble», es la vuelta a casa lo que desata el desequilibrio. En general, la localización juega un papel desencadenante, es una presión añadida.
Las voces de Modelos animales son en apariencia descuidadas, siempre moviéndose entre frases hechas y coloquialismos. En este sentido, ¿qué importancia otorgas a la oralidad y de qué manera la has ido trabajando?
Una de las cosas que más me gusta de escribir cuentos es que me permiten experimentar con voces en primera persona, que no sería capaz de sostener durante muchas páginas porque son más limitadas, pero que me permiten trabajar la oralidad como si estuviera escribiendo teatro.
Me gusta que la voz del personaje sea algo así como su vestuario, un elemento importante de caracterización. Y me gusta que, al prescindir de una mayor elaboración estilística, la fuerza del texto tenga que recaer, sobre todo, en las imágenes.
Eres una de las editoras, además de colaboradora, de la revista digital Indias/Indies. ¿En qué consiste el proyecto?
Indias/Indies es una revista online en la que publicamos textos de ficción y ensayo de autores españoles y latinoamericanos en formato bilingüe –inglés y español– y que, originalmente, se concibió como un espacio en el que reflexionar sobre la hibridación identitaria en esta época postcolonial y globalizada que vivimos.
Nos interesaban, sobre todo, cuestiones de bilingüismo y los prejuicios culturalistas que a menudo manifestamos ante las realidades de los países que componen Iberoamérica. Pero hoy en día, publicamos textos de todo tipo, siempre inspirados en una palabra que proponemos cada mes para incentivar la imaginación de nuestros colaboradores.
Además de la tesis doctoral que realizas actualmente sobre la representación de la tortura en las series norteamericanas tras el 11-S, ¿tienes otros proyectos literarios entre manos?
Tengo un proyecto entre manos y, después de tantos que no he llegado a concluir, tengo también la superstición de que, si lo menciono, lo arruino. Pero ojalá os pueda hablar de ello pronto.