El Coronel Ignotus: el precursor imposible de la ciencia ficción española

Publicidad del Coronel Ignotus en la Biblioteca Novelesco-Científica, 1923

 
Como es habitual cada año, la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror entrega sus propios premios. Al más puro estilo 2001: Una odisea del espacio, los ganadores reciben un bonito monolito negro, sobrio y elegante. Pero quizás lo más atrayente de estos galardones es su nombre: Premios Ignotus. A pesar de que cualquier publicista podría extenderse largo y tendido sobre lo acertado de semejante denominación, la verdad es que detrás de ese Ignotus hay mucho más que un “palabro” bien buscado.

Este 2014 se cumplen los cien años de la primera obra firmada con el pseudónimo de Coronel Ignotus. En el lejanísimo 1914, al comienzo de la Gran Guerra, apareció en España una sugerente novela de política ficción titulada El fin de la guerra, disparate profético soñado por Mister Grey.

«Un disparate profético»

A día de hoy, esta novela no puede más que hacernos sonreír. El Mister Grey del título no era otro que Edward Grey, Secretario del Foreign Office inglés en 1914. En la novela, el ministro, a comienzos del conflicto, tiene un sueño en el que puede ver la derrota británica frente a Alemania. En medio del sueño el político sufre un repentino ataque de fiebre que le hace delirar.

En su delirio Mister Grey va a asistir a todo tipo de disparatados acontecimientos: divisiones de soldados alemanes disfrazados de momias, las pirámides volando por los aires y bloqueando el canal de Suéz; o la invasión de las islas británicas por tres millones de combatientes germanos que son seducidos por las inglesas.

Fueron varias las fantasías de anticipación que por aquel entonces se publicaron en España sobre el futuro desarrollo y desenlace de la contienda europea. La mayoría de estas ficciones tomaban un claro partido por el bando alemán. Puede que, de todas, esta fuera la más pasada de vueltas.

Pasarían unos años hasta que nuestro enigmático autor volviera a utilizar el sobrenombre de Ignotus. Fue en torno a 1919 y las novelas que publicó bajo este apodo fueron de un género diferente y rompedor para las letras españolas del momento: era el comienzo de la ciencia ficción hispana.

Pero, ¿quién se encontraba detrás de este Coronel Ignotus? Poco nos dice a día de hoy su verdadero nombre: José de Elola y Gutiérrez. Nació en Alcalá de Henares en 1859. Entre los miembros de su familia podemos encontrar desde militares a parlamentarios e incluso una abuela poetisa (Vicenta Maturana).

Aunque continuó la tradición militar, siempre se sintió inclinado por el saber científico y realizó investigaciones en el ámbito topográfico que le valieron varios premios como la Cruz del Mérito Militar. A finales del siglo XIX estuvo destinado en Puerto Rico y fue comisionado a diversos viajes por Estados Unidos, lo que le permitió manejar con fluidez el inglés.

Tras la pérdida de las colonias, desempeñó diversos puestos de profesor en las más prestigiosas escuelas militares. Entre su producción científica destaca un manual de topografía que se mantuvo como libro de texto en las escuelas de arquitectura e ingeniería durante buena parte del siglo pasado. Su producción literaria también fue prolífica. Se adivina a un hombre afectado por el virus de la escritura que no puede dejar de escribir lo que sea. Cultivó todos los géneros: relato, novela y teatro, y dentro de estos, relatos fantásticos, folletines, comedias de un acto y dramas.

Verne por Nadar, 1878

Una vez se hubo jubilado, en la segunda década del siglo XX, intensificó su labor literaria y comenzó a utilizar el pseudónimo Coronel Ignotus. De este modo, lanzó la colección Biblioteca Novelesco-Ciéntifica. Este puede que sea uno de los mejores ejemplos de protociencia-ficción española. En total la serie contó con diecisiete novelas y un éxito insólito.

En ese momento, la ciencia-ficción, no solo en España, sino en toda Europa y América, recibía prácticamente como única inspiración la influencia de Jules Verne y H.G. Wells. Por este motivo, el elemento científico gozaba de máximo protagonismo, plagando la narración de referencias a teorías más o menos innovadoras y más o menos contrastadas.

Este era también el caso del Coronel Ignotus, quien pareció encontrar así una manera de aunar las dos pasiones que rigieron la vida de José de Elola: la literatura y la ciencia. Sin embargo, mientras Verne solía pasar de puntillas por el elemento científico en aras de una narración más fluida y mayor dinamismo en el relato aventurero, Elola parece que se pierda en largas digresiones y aclaraciones científicas que emborronan la narración.

A Princess of Mars, 1917

Con todo, el mayor logro que alcanzó Elola en su Biblioteca Novelesco-Científica fue la introducción en España de un nuevo subgénero en la ciencia-ficción: la space opera. Se considera pionero de este subgénero al estadounidense Edgar Rice Burroughs (1875-1950), dios del pulp, creador de Tarzán, pero también de la primera saga sobre viajes espaciales (es decir space opera): la serie de Barsoon (nombre que le da al planeta Marte).

Parece imposible saber si Elola conocía la obra de E. R. Burroughs, ya que la primera de sus space operas, Una princesa de Marte, es de 1917. Sin embargo, no es descabellado pensarlo, sobre todo si tenemos presente su conocimiento del inglés y de los Estados Unidos. Lo que sí es cierto, en todo caso, es que el Coronel Ignotus escribió hasta tres sagas de viajes espaciales.

La colección se abrió en 1919 con la trilogía que compuso el primer viaje espacial a Venus: De los Andes al cielo, Del océano a Venus y El mundo venusiano. Aquí, una heroína hispana llamada María Josefa Mureba, Maripepa, junto con un equipo de científicos y un “guapo técnico portugués”, construye la enorme nave Novimundo, capaz de viajar al planeta Venus. Junto a ellos viajará al cercano planeta la intrigante y malvada Sara Sam Bull (comandante norteamericana de la armada atmosférica del Imperio del Águila Bifronte del Atlántico y esposa del guapo lusitano, para más señas).

De los Andes al cielo, 1919

La espía estadounidense será abandonada en Venus, episodio que servirá de entrada para la continuación de este primer viaje con la segunda de las series La desterrada de la Tierra, compuesta por El mundo luz y El mundo sombra, donde se describen la vivencias de la taimada Sara en el planeta Venus.

El Coronel Ignotus dedicó tres de los últimos números de la colección Biblioteca Novelesco-Ciéntifica a otra space opera, una nueva trilogía consagrada a un segundo viaje a Venus. Las novelas que compusieron este último arco argumental fueron La profecía de Don Jaume, El hijo de Sara y El secreto de Sara, donde Maripepa emprende una nueva expedición para rescatar a Sara y reconciliarse con ella, adquiriendo la aventura tintas de verdadero culebrón.

Hubo asimismo otras dos trilogías en las que se narraban guerras con el mundo islámico por el control de la energía solar o la desglaciación de los polos para crear una nueva Arcadia. La colección se completó con dos novelas de detectives y con la novela quizás más inclasificable escrita por Elola: El amor en el siglo cien. Esta fue, precisamente, la obra que me condujo a conocer al Coronel Ignotus.

El Coronel Ignotus, 1922

Permítanme antes de terminar un último inciso para contar la trama de esta original y curiosa novelita de resonancias orwellianas. En el año 2000 dos novios bilbaínos son hibernados y reanimados en el siglo cien después de Cristo. Este punto de partida permite una descripción encantadora de la sociedad del futuro, donde hay colonias espaciales y se habla una especie de esperanto en una confederación mundial (los bilbaínos, para hacerse entender, tienen que utilizar el euskera que siguen hablando sin modificación los vascos).

En este mundo futuro, una de las fuentes de energía más utilizada es la energía del amor, medida en “electrocupidios” y extraída de jóvenes parejas de amantes de baja extracción social. Mientras tanto, las clases altas disfrutan de todas las ventajas de una sociedad decadente y de relajadas costumbres morales en la que religión ha sido desterrada a las clases bajas y en la que se educa en la promiscuidad. Pero el amor de los jóvenes del siglo XX es tan grande que sobrecargan el sistema mientras suministran energía, provocando “una ola de amor puro” que se extiende por todo el mundo. Es el albor de “una nueva sociedad, nacida del amor de los dos protagonistas”.

El mundo venusiano, 1920

No hay que olvidar el talante conservador del autor, por lo que nada tienen que ver estas explosiones de amor con el sexo, por más que no podamos dejar de imaginarlo. La proximidad de los amantes y el amor puro eran más que suficientes para poner en marcha el suministro de energía. Nada de relaciones carnales. De este modo, el Coronel Ignotus firma una novela rompedora en su planteamiento, pero al mismo tiempo con un espíritu de lo más mojigato.

José de Elola murió en 1933, pero dejó un gran número de seguidores y admiradores de sus novelas, algunos imposibles, como Blas Piñar (1918-2014), el ex-líder de Fuerza Nueva, quien debía de identificarse con la ideología conservadora del Coronel.

Otro logro de Elola, sin lugar a duda, fue aunar la innovación narrativa y las nuevas temáticas con la mentalidad más conservadora y retrógrada. Estas son algunas de las sorpresas que da la ciencia-ficción.
 

Sobre el autor
(Jaén, 1975) A edad temprana llegó a la misma conclusión que Wenceslao Fernández Flórez: nada mejor podría hacer con su vida que regentar una tienda de ultramarinos. Mientras que ahorra para montarla, se dedica con fruición a la España decimonónica y a la Teoría del Estado.
2 total comments on this postSubmit yours
  1. Como amante de la ciencia ficción, tengo que agradecerte el descubrimiento de este autor!

    Un saludo.

  2. Muchas gracias Mario. Para mí fue toda una sorpresa.

Submit your comment

Please enter your name

Your name is required

Please enter a valid email address

An email address is required

Please enter your message

PliegoSuelto | 2024 | Creative Commons


Licencia de Creative Commons

Una web de Hyperville

Desarrollada con WordPress