Los escritores y sus textos: Sergio Galarza comenta Algunas formas de decir adiós

Ilustración: Renso Gonzales

 
Hace un par de semanas contactamos con el escritor peruano afincado en Madrid Sergio Galarza a propósito de su nuevo libro de cuentos Algunas formas de decir adiós (Algaida Ediciones, 2014). La idea para la ocasión era hacer algo diferente a una reseña o una entrevista. Entonces surgió la iniciativa de que a partir del título de cada uno de los siete cuentos que conforman el libro el mismo autor comentara, brevemente y con total libertad, cada uno de los relatos. Este es el resultado.

«Mochilas»

Es mi cuento más largo y el que más rápido he escrito hasta ahora, porque lo llevaba corrigiendo en mi cabeza hacía mucho tiempo, contándoselo a mis compañeros de la librería cada mañana que me tocaba descargar cajas de libros y había que reírse de algo. Sí, pese a que se trata de una historia dura y cruel, creo que hay escenas divertidas, como las de las fiestas adolescentes. Y lo confieso, yo bailaba matando cucarachas.

«Yo peleé en una guerra»

Sergio Galarza

Cada vez que recuerdo cómo ese niño se quedó con las canicas de mi hermano, la rabia me gana. Este cuento nace de ese momento exacto. Fue la primera vez que me di cuenta de lo huevones que éramos. Salíamos a jugar a la calles de nuestro barrio con los colegas, pero nos faltaba picardía, y ese niño de Covida vio en nosotros a sus víctimas, a unos pijos ingenuos. También fue la primera vez que noté cómo mi condición social podía cambiar de un extremo a otro de la ciudad.

«El río de los ahogados»

Yo fui el único de mis hermanos que nunca se cayó al río donde mi viejo nos llevaba a pescar durante las vacaciones en el pueblo de mi madre. No lo sabía entonces, pero esos viajes eran parte del teatro que mi madre fabricaba para mantenernos a salvo del dolor que una posible ruptura familiar podía causarnos.

«Idaho en mi corazón»

Ya son algunos los lectores que me preguntan dónde se pueden conseguir los discos de Alison McCarthy. Pero Alison sólo existe en mi libro y ahora en la imaginación de quienes han leído su biografía inventada. Elegí que gran parte del cuento sucediera en Idaho porque es el estado de USA donde más tiempo he pasado, y es un lugar mítico para mí. Nadie irá nunca de vacaciones allí, pero yo encontré en sus pueblos más vida cultural que en la Lima de finales de los noventa, y eso me salvó en parte.

«La Gata Loca»

Como todos mis cuentos se basa a medias en una historia real que he armado con los retazos de la verdad, porque La Gata Loca y yo apenas hemos hablado de su vida. Son otros los que me la han contado. Ella es un mito en mi familia. Ni juntando mi vida y las de mis hermanos podríamos superar sus experiencias. Quiero que sea un homenaje a sus siete vidas de gato. ¡Eso es tener barrio!

«Al borde del borde»

Con Harry conocí el lado más oscuro de Lima. Si nunca acabamos en una comisaría fue porque la policía peruana es corrupta y podíamos sobornarlos. Yo fui testigo de su autodestrucción y es inevitable que la culpa me carcoma a veces, porque un amigo de verdad tiene que darle la mano a los suyos. Pero temía que me arrastrara con él, y además tuve mi primera novia y cuando eso sucede uno se olvida del mundo entero.

¿Volvería a perderme durante noches enteras si pudiera retroceder en el tiempo? A esa edad quería incendiar la ciudad porque estaba enfadado con el mundo, como si otros tuvieran la culpa de mi soledad. Sí, creo que volvería a equivocarme y a vivir a toda velocidad con esos colegas inolvidables que se han perdido de mi vista.

«Isaac»

Siempre seguía a mi hermano a todas partes y me angustiaba cuando la movilidad del cole estaba por dejarlo, cuando alguien le buscaba pelea o cuando sus notas eran malas y mis viejos amenazaban con mandarlo al colegio militar. Cuando esto último sucedía él se reía por lo bajo. Si no hubiera sido por él, yo no habría escuchado tantos grupos buenos a una edad tan temprana. Aparte siempre estaba diciéndome que no le hiciera caso al entrenador de mi equipo y que jugara como me diera la gana. En esto no le hice caso, y me arrepiento.

Como podría arrepentirme de haber escuchado a los Hombres G en vez de grabarme sus casetes de Eskorbuto, y de muchas cosas más. Pero espero enmendar el error con la siguiente generación, mis hijos. A ellos no les venderán el cuento de La Movida ni el de la monarquía salvadora.
 


Algunas formas de decir adiós (Algaida Ediciones, 2014) recibió recientemente el XI Premio Iberoamericano de Relatos “Cortes de Cádiz”. En el libro convergen historias traumáticas sobre adolescentes de los años 90, el acoso sexual en un colegio católico, la violencia política y la brutalidad policial en Perú, el egoísmo autodestructivo de los Estados Unidos y los reencuentros familiares en España, entre otras cuestiones.

Leer «Sk8 or die«, cuento que formaba parte del libro pero que finalmente quedó fuera del mismo. «Sk8 or die» puede leerse a modo de díptico junto a «Idaho en mi corazón». «Sk8 or die» fue originalmente publicado en la revista BuenSalvaje de Perú.

BookTrailer: Algunas formas de decir adiós


 

Sobre el autor
(Lima, 1976). Estudió Derecho pero nunca ejerció. Ahora trabaja en una librería de Madrid y colabora con las revistas Etiqueta Negra, Letras Libres y El Estado Mental. Con «Algunas formas de decir adiós» ganó el XI Premio Iberoamericano de Relatos "Cortes de Cádiz". En 2014 publicó «La librería quemada» con Candaya, novela que cierra su trilogía madrileña y que ofrece una visión cruda pero divertida del trabajo real en una gran librería. Su último libro, y el más personal, es «Una canción de Bob Dylan en la agenda de mi madre» (Candaya, 2017).
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