Confieso que yo a Camba me lo imaginaba como un buen burgués, reportero curioso, sí, aunque conservador. En la línea de Pla. Astuto como un campesino. Pero de los que nunca han cruzado la raya ni han alzado la voz fuera de sus columnas.
No podía equivocarme más.
Camba empezó escapándose de casa.
Con apenas trece años se embarcó como polizón en un transatlántico con destino a Argentina, donde muy pronto destacó en los cenáculos anarquistas y se dedicó a redactar proclamas y panfletos.
Aquello duró hasta que su activismo le valió que lo expulsaran junto con el lote correspondiente de extranjeros.
Y no fue sino a su vuelta cuando empezó a colaborar en prensa. Primero en publicaciones ácratas como El porvenir obrero, luego en rotativos republicanos como El País. En España Nueva fue cronista parlamentario y, a partir de 1913, corresponsal de El Mundo y del monárquico Abc: es donde yo lo ubicaba.
Soy un rendido admirador de esa prosa chispeante de un hombre que tuvo la inteligencia de nunca querer asomar la cabeza por encima del género que le iba.
Quizás de sus libros el más interesante sea La ciudad automática (1934), que recopila las crónicas de uno de sus viaje a Nueva York. Son de una lucidez extrema. Están repletas de opiniones pertinentes, sugerentes. Hasta cuando mea fuera de tiesto, lo hace con gracia y brillantez. La finura con que analiza una sociedad industrializada, «fordizada», los contrastes y similitudes que establece con España, Europa, Rusia o con el imperio inca («la América de Manco Capac»), tienen un encanto impagable.
De golpe y porrazo nos hallamos en el epicentro del mundo contemporáneo. En el vientre de la ballena capitalista, que es, por necesidad, el lugar más fascinante para cualquiera interesado en desentrañar el sentido del presente (¿qué otra cosa es un periodista?).
El proyecto prometía, y Camba no defrauda. La visión que nos traslada es absolutamente original, llena de intuiciones brillantes.
Nueva York es la ciudad esencialmente «romántica»:
Todas las comparaciones que se me ocurren para definir la clase de atracción que Nueva York ejerce sobre mí pertenecen por entero al género romántico: la vorágine, el abismo, el pecado, las mujeres fatales, las drogas malditas… (Julio Camba)
Y es así porque:
Nuestra época sólo Nueva York ha acertado a encarnarla, y probablemente ésta sea la verdadera causa de que la gran ciudad nos atraiga y nos rechace a la vez de un modo tan poderoso. Nos atrae porque uno no puede vivir al margen del tiempo, y nos rechaza por la estupidez enorme del tiempo en que le ha tocado vivir a uno. (Julio Camba)
Es la ciudad de las orgías bursátiles, la ciudad que tiene calefacción y frigorificación, pero no clima («Toda la temperatura de Nueva York es importada. El frío viene directamente del Polo, a gran velocidad, y el calor procede del golfo de Méjico»), con un ritmo comparable al del cinematógrafo acelerado.
La ciudad de los negros de Harlem, de los barbudos judíos, de los self-service, del comer exprés, el lugar más ruidoso y al mismo tiempo el más silencioso del planeta (gracias al sound-proof ), la ciudad de los thrills, de los millonarios, de los rascacielos, de la nueva advertising literature, de los racketeers y los gangs, de los trajes y los crímenes en serie.
Sobre todo ello reflexiona a vuelapluma Camba, a quien las impresiones le sirven de punto de partida para desgranar sus pensamientos respecto de la vida y la ciudad contemporáneas, los Estados Unidos, el propio sistema capitalista. Unos pensamientos que, a tenor de su sensibilidad de raigambre anarquista, no pueden sino mostrarse críticos.
Su visión del mundo queda retratada en fragmentos como este, donde también se hacen evidentes sus virtudes estilísticas: la limpieza de expresión, la precisión, el ritmo, la sutileza, la ironía, la ligereza volteriana.
Es mi articulista preferido de todos los tiempos.
Maneras de ser periodista. Libros del KO. Prólogo de Francisco Fuster.
Crónicas de viaje. Impresiones de un corresponsal español. Prólogo de Antonio Muñoz Molina. Fórcola Ediciones.
Mis páginas mejores. Editorial Pepitas de Calabaza.
Un año en el otro mundo. Rey Lear Editores.
La casa de Lúculo. Editorial Reino de Cordelia.
Sobre casi todo. Sobre casi nada. Prologos de Juan Bonilla y Felipe Benítez Reyes. Editorial Espuela de Plata.
Caricaturas y retratos. Semblanzas de escritores y pensadores. Prólogo Francisco Fuster. Fórcola Ediciones.
Playas, ciudades y montañas. Editorial Reino de Cordelia.
«¡Oh, justo, sutil y poderoso veneno!». Los escritos de la Anarquía. Editorial Pepitas de Calabaza.
La rana viajera. Editorial Alhenamedia.
Haciendo de República y artículos sobre la guerra civil. Libros del Silencio.
El Destierro y El matrimonio de Restrepo. Ediciones del Viento.