Saludos medievales, lectores. Hoy nos trasladamos a la ciudad germana de Speyer para entrevistarnos con el hombre bajo el pseudónimo de Heinrich Kramer, autor del gran best-seller de este año de Nuestro Señor de 1468, especialmente celebrado entre el clero: Malleus Maleficarum, el Martillo de las Brujas. No se preocupen, no estamos ante la típica novela histórica o de conspiraciones religiosas como El código Gutemberg.
Como decíamos, nos desplazamos hasta esta ciudad para entrevistar al hombre tras la máscara, al escritor del momento, que no es otro que Satanás (no ha querido proporcionarnos el apellido para mantener el anonimato). El famoso cool hunter de las artes oscuras nos habla de los recientes brotes de brujería en numerosos pueblos alemanes, nada sospechosamente unidas a las caravanas de jueces inquisidores1 que, por pura casualidad, pasan por ellos hasta que quedan purgados.
Hombres que, bajo el cuidado de las mujeres de su casa, caen repentinamente enfermos cuando mostraban plena salud el día anterior; muchachas guapas y atractivas que atraen las miradas y los deseos más impuros de cuantos hombres las observan; ancianas con jorobas, temblores, ceguera y/o sonambulismo… Claros signos de la terrible epidemia de brujas que en estos momentos aqueja a la Germania. Por supuesto, estas denuncias se ven corroboradas por las propias acusadas que, desnudas y peladas para evitar la ocultación de sus polvos mágicos, delataban a otras compañeras (casualmente entre sus acusadoras) y confesaban haber empleado ungüentos de hechiceros que les permitieran volar en sus escobas, asistido a aquelarres o dado a luz a hijos de demonios. Para muestra, un botón.
De todos modos, es por todos sabido que estas confesiones no eran siempre tan fácilmente obtenibles, viéndose nuestros píos guardianes obligados a emplear elementos disuasorios, a menudo afilados y metálicos, y otras técnicas incluso más efectivas. Entre ellas, la técnica infalible, popularmente conocida como “Al agua, patos” (working title), consistente en lanzar a las brujas atadas de pies y manos o en el interior de un saco a las aguas profundas de un río o un lago: si la mujer flota, indudablemente era una bruja; si de lo contrario se hunde y no vuelve a salir, habrá de ser feliz por haber probado su inocencia uniéndose a Dios en los cielos.
De todos estos temas habla el señor Satanás en su libro, que pronto va a lanzarse al mercado internacional y del que se proyecta realizar un documental en menos de 500 años (ya se sabe que las superproducciones medievales llevan su tiempo). Ya ha plantado su semilla en varias familias para que su obra perdure y se lleve a cabo, tanto para la familia del director danés del filme, irónicamente llamada Christensen, como para que el legado de la caza de brujas no se pierda, inspirando tanto a la familia de un futuro dictador austriaco como una futura casta de políticos inspirados por la semilla correspondiente a un tal McCarthy.
El éxito de ventas de Malleus Maleficarum no ha estado exento de polémicas, acusando al autor de haber generado él mismo todos los casos de brujería, algo inaudito dado que es imposible que exista una omnipotente y ubicua entidad maligna. Eso sólo lo sabe Dios.
1 Pueden ustedes consultar en los códices de su iglesia más cercana la ruta de esta gira clerical patrocinada precisamente por la editorial Jodido Infierno, responsable de la publicación de la obra de Satanás. Linchamientos, hogueras, pruebas de fe… Todo esto y mucho más en nuestra Caravana Clerical.