Ignacio Vidal-Folch: “La coquetería del yo es el mayor peligro del dietarista”

Ignacio Vidal-Folch (Barcelona, 1956) nos habla de su última obra publicada, Lo que cuenta es la ilusión (2012), toda una innovación en el terreno de la prosa memorialística en el ámbito de las letras hispánicas. El escritor catalán es autor de títulos como La libertad (1995), Amigos que no he vuelto a ver (1997), Turistas del ideal (2005) y Barcelona: Museo secreto (2009), entre otros.

¿Qué método has empleado en tu último libro, Lo que cuenta es la ilusión, para articular de manera armónica temas tan distintos como la crisis, los viajes interoceánicos, las relaciones humanas, la crítica del arte, la cotidianidad y la política internacional?

En mi dietario personal, en mi ordenador, tenía muchas más notas sobre esos temas y otros. He procurado seleccionar y ordenar de manera que se pueda leer el libro como una novela: con la paulatina creación de un personaje, alternancia de pasajes anecdóticos y de pasajes reflexivos, bromas, patetismos…

Una de las características del libro es el desplazamiento del punto de vista por diversos países y segmentos temporales (2007-2010). Además, el autor no ha caído en la coquetería del yo. Ello asegura que el lector mantenga el interés, ya que varios de los asuntos tratados le son cercanos. ¿Cómo ha influido tu profesión de periodista en el proceso de creación del libro?

La coquetería del yo es, en efecto, el mayor peligro del dietarista. Consciente de ello he borrado sin contemplaciones todo lo que pudiera incurrir en ese defecto. Mi profesión de periodista me llevó inesperadamente por países lejanos, de los que informé en los periódicos, pero que al escribir el dietario comentaba desde un punto de vista mucho más personal, cercano al lector, cálido…

¿Qué es lo que te ha llevado a escribir este libro, tu voluntad confesional o ejercitar la prosa memorialística?

Me propuse renovar el género del dietario, o el género memorialístico, desarrollando muchas potencialidades que normalmente el escritor de diarios no atiende, e incorporándole recursos que han demostrado su eficacia en otros géneros narrativos.

También he querido explicar lo que nos pasa, dar un testimonio de estos tiempos. Con humor y con la mayor hondura y precisión de la que soy capaz.

En la cubierta del libro llama la atención la imagen de Belka y Strelka, las dos perras que viajaron al espacio en la misión rusa Sputnik-5 (1960) y que regresaron sanas y salvas a la tierra. ¿Se puede interpretar como una metáfora optimista sobre la relación libro-viaje?

La historia de las perras-astronautas soviéticas es conmovedora. Naturalmente las elegí por simpatía, también por el carácter metafórico de su aventura. Creo que es de Pascal el aforismo “el hombre es una caña pensante”, también podemos decir que el hombre es un animal, pero sube a las estrellas.

Lo que cuenta es la ilusión se erige sobre tres pilares: el sentido de la observación, el análisis y la escritura creativa. ¿Qué significan para ti las lecturas de diarios como Journal de Pierre-Jules Renard (1864-1910) y Journal particulier de Paul Léautaud (1872-1956)?

El Journal de Renard es para mí una obra maestra sin paliativos. Renard lo copiaba y reescribía y sentía que le «secaba», que le incapacitaba para escribir otra cosa, ficción, teatro,… Yo hice años atrás una selección muy cuidada y ponderada, con ayuda de Josep Massot, y una traducción. Desde luego lo tengo siempre presente. El Journal literario, y el Journal particulier de Léautaud son un monumento, pero un monumento a mi entender demasiado copioso. Léautaud hacía exactamente lo contrario de Renard: se negaba a retocar lo escrito. Esa es su grandeza y su debilidad.

¿Qué te dicen títulos como Radiaciones de Ernest Jünger, El quadern gris de Josep Pla y Prosas apátridas de Julio Ramón Ribeyro?

Es curiosa la referencia a Prosas apátridas de Ribeyro, que aprecio mucho y que están vagamente relacionadas con lo que he querido hacer con Lo que cuenta es la ilusión. Los otros dos títulos son referentes formidables para mí. Pero mi libro preferido de Jünger es Tempestades de acero.

¿Consideras que la obra es un compendio de los muchos escritores que hay en Ignacio Vidal-Folch?

Lo que cuenta es la ilusión lo veo como un objeto autónomo de mí. Lo he escrito yo y me gusta mucho, pero lo observo con frialdad. No lo siento como algo verdaderamente unido a mí.

Existe un sector de lectores jóvenes que valoran tu libro como un aporte a su conocimiento del mundo literario, ya que en él comentas las obras y las anécdotas de escritores de países de Europa del Este –Emil Cioran, Mijail Bulgákov, Boris Pahor, Patrik Ourednik, Jristo Bótev, Alexsander Wat, Bashkim Shehu, Kazimier Brandys, etc.– ¿Crees que tu última publicación tiene también un sentido divulgativo?

No lo sé. Hablo de ellos muy de pasada. Si se me hubiera ocurrido, quizá hubiera podido comentar más largamente a esos autores, muchos de los cuales me gustan mucho, especialmente Cioran, Bulgákov, Brandys y Shehu, que es amigo mío.

¿Trabajar como corresponsal en los países de Europa del Este de qué manera ha contribuido en tu formación como persona, periodista y escritor?

Fueron años muy intensos y que me dejaron marca. De hecho el libro que estoy escribiendo vuelve a aquellos escenarios.

En Lo que cuenta es la ilusión hay una serie de relatos incrustados –el del bastón de Borges, el de la esposa fugitiva, el del soldado norteamericano tatuado, etc.– ¿Su inclusión forma parte de la estrategia compositiva o es la antesala de un nuevo libro de cuentos?

Forma parte de la estrategia compositiva. La historia del bastón de Borges, que abre el libro, lo cierra también, porque cuando llegó el día en que esa historia concluye pensé que sería una bonita manera de acabar.

Alfredo Bryce Echenique afirma que en la literatura panhispánica existen dos tipos de humor: “el cervantino” y el “quevedesco”. ¿Cuál es tu reflexión al respecto? ¿En qué vertiente ubicarías a Lo que cuenta es la ilusión?

Supongo que Bryce quiere decir que el humor quevedesco puede ser más cruel, como buena parte del humor de la tradición española, especialmente del siglo XVII, mientras Cervantes era más amable, incluso cuando sacudía palos al pobre Quijote. Ambos sentidos del humor los tengo incorporados, y además el humor checo que llaman allí “del pie de la horca”, el humor autodeprecatorio judío, y el humor surreal o absurdo.

Respecto a la elección del nombre: Lo que cuenta es la ilusión. En el enunciado existe un trasfondo de tristeza y el verbo principal es contar. ¿Qué pretendes expresar a través de este título?

El título es doble o triplemente ambiguo. La misma palabra “ilusión”, en lengua española, significa cosas contradictorias. “Lo que cuenta” también tiene doble sentido: Significa “lo que importa”, y también alude a “aquello que cuenta”, aquello que narra, la literatura. Puestas juntas las dos ambigüedades, surge una tercera.

¿La utilización de números en cada una las entradas de este dietario está concebida como un código cronológico, un registro personal o representa alguna clave en especial?

Alude a los días que ha vivido el autor. Le da al registro de los acontecimientos diarios una referencia numérica que distancia y a la vez realza y enriquece lo que se cuenta en cada número.

Para terminar, ¿cómo observas el panorama literario de España y de Hispanoamérica? ¿Qué autores recomiendas?

Le preguntaron una vez a Nabokov: “¿Cómo ve usted el panorama actual de la literatura?”. Y él respondió: “Desde aquí arriba se ve muy bien”. Hay muchos autores interesantes, siento no poder hacer una lista.

Y de cara a 2013, ¿qué proyectos tienes?

Estoy escribiendo otro libro, fatalmente.
 

Sobre el autor
Sobreviviente, Lic. en Filología Hispánica y Máster en ELE (Universitat de Barcelona), sujeto migrante. Ejerce actividades humanísticas en vías de obsolescencia programada: la docencia (castellano, catalán y literatura) y el periodismo independiente (codirector-fundador de «Pliego Suelto»). Mientras, desarrolla técnicas de sobrevivencia, cree en la utopía de disfrutar del amor, de la comida, de los libros, del viaje, de la cerveza, del vino, y de las conversaciones (presenciales) y fraternas.
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