El traductor de Salman Rushdie: sobre ‘Las cinco vidas del traductor Miranda’, de Fernando Parra Nogueras

Fragmento cubierta «Las cinco vidas del traductor Miranda», de Fernando Parra

 
El 2 de mayo de 1989 se publicó la edición española de Los versos satánicos, de Salman Rushdie. La traducción la firmó un tal J. L. Miranda, seudónimo con el que la editorial quiso evitar posibles represalias por parte del islamismo radical. A través del siguiente artículo, nuestro colaborador Rubén Bleda examina y contextualiza la última novela de Fernando Parra Nogueras: Las cinco vidas del traductor Miranda (Ed. Funambulista, 2022). En agosto de 2022 Rushdie sobrevivió a un atentado, en Nueva York, y recientemente ha publicado Cuchillo (Random House, 2024), donde relata dicha experiencia traumática.

[Leer un fragmento del libro]

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¿Quién fue J. L. Miranda? Nadie lo sabe. Es decir, nadie sabe quién fue la persona que se ocultó bajo el pseudónimo de J. L. Miranda para firmar la traducción al español de Los versos satánicos, “el libro maldito” de Salman Rushdie, el libro condenado por el ayatolá Jomeini el 14 de febrero de 1989 por ofensas al Islam: muerte para el autor y para todo aquel que contribuyese a la difusión de la obra.

Así las cosas, con el autor escondido bajo la falsa identidad de Joseph Anton, con el fuego del terrorismo arrasando bibliotecas y librerías, con algunos traductores asesinados y otros salvando el pellejo de milagro, se comprende que la identidad del traductor Miranda siga siendo una incógnita.

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Las cinco vidas del traductor Miranda, novela galardonada por el Premio de la Crítica Valenciana en 2023, no tiene el ánimo de desvelar a quien tiene fundadas razones para mantenerse velado. Prefiere sabiamente Fernando Parra usar al traductor Miranda como una pantalla donde proyectar sus propias obsesiones.

El rostro de Miranda es un espejo, como el de aquel personaje de “Meshes of afternoon” de Maya Deren: Miranda adopta la imagen de quien lo mira.

Maya Deren, 1943

Con sus sólidos, bien documentados anclajes en la sobrecogedora historia de Salman Rushdie, Las cinco vidas del traductor Miranda podría tener como subtítulo, sin embargo, a la manera de aquel famoso cuadro de Magritte, ce n’est pas un roman historique. No, esto no es una novela histórica al uso, de las que se explayan en los hechos y biografían fielmente a sus protagonistas.

Lo que hace Fernando Parra es hackear uno de los fenómenos más aterradores y surrealistas de la historia de la literatura –¡un escritor y su obra colocados en el epicentro de las eternas tensiones geopolíticas y culturas entre Oriente y Occidente! –con las incursiones de su imaginario, aunque (alerta por spoiler) las situaciones más asombrosas y los personajes más inverosímiles que tienen cabida en las páginas de este libro pertenecen rigurosamente al orbe de los hechos reales.

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De Rushdie, mejor dicho, de Joseph Anton, hace Fernando Parra (basándose en sus memorias de aquel periodo) casi un retrato imaginario, haciendo libres, elegantes incursiones por sus pensamientos, mientras lo presenta, durante la vigencia más criminal de la fetua, entre 1989 y 1995 aproximadamente, en escenas sucesivas, cotidianas, en su quietud de animal oculto, habitando pisos protegidos, obligado a pasar por peripecias de película para encontrarse eventualmente con su hijo Zafar, siempre en lugares distintos, en casas ofrecidas por sus amigos a las que no se llega nunca por el camino más fácil, sino por el del rodeo kafkiano de la seguridad.

Fernando Parra, escritor

Parra forja un personaje de su habitual cosecha, atormentado por una culpa borrosa, fantasmática, instalado en Miranda no por la razón original de salvaguardar su vida, sino con la voluntad kamikaze de exponerla. La paradoja es que Miranda quiere que lo maten y por eso proclama Yo soy Miranda, el traductor de Los versos satánicos, en lo turbio de la madrugada, en el socavón pardo y desdibujado del whisky, por si hubiera por allí algún verdugo disponible.

Invoca al posible verdugo como quien busca un ligue rápido y sucio, tratando de seducir a una muerte que él mismo, cobarde, humano, no es capaz de darse.

Finalmente, por una exigencia ética, no menos que estética, Fernando Parra se inventa un tercer personaje, un musulmán afincado en Londres que deviene terrorista a raíz de la fetua de Jomeini y que es el único que se cuenta en primera persona. Este hombre anónimo, representante concreto y abstracto de su comunidad, individualiza el fenómeno del odio, lo aterriza en una persona para despojarla de su terrible rostro neutro, hecho de horda, griterío y fuego; lo humaniza, lo antropometriza para que lo podamos entender.

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Las cinco vidas del traductor Miranda es una novela apasionante, híbrida, compuesta (en plural) de historias reales y ficticias, y que tiene su mayor interés en el descaro con el que establece interacciones entre ellas, porque la mirada del autor, como antes apuntaba, no es la del documentalista, sino la del escritor de estirpe barroca al que le gustan los juegos especulares, las anamorfosis, los espacios liminales en los que lo real se vuelve aparentemente fantástico.

Fernando Parra, 2021

La novela entraña o desentraña una espiral de paradojas en torno a los dos temas fundamentes de los que trata insistentemente la obra Fernando Parra, los conflictos de identidad y el sentimiento de culpa, cuestiones que entrelazan fatalmente a unos personajes que nunca entablan relación directa entre sí, y que solo al final, tal vez, lleguen a coincidir en el tiempo y en el espacio.

Quijotesca por cómo se va tramando a través de antagonismos irónicos, desdoblamientos y contrastes; shakesperiana por la coexistencia inextricable de lo trágico y lo cómico, pues, más allá de introducir situaciones desenfadadas, divertidas, en medio de otras bastante terribles, la escritura de Fernando Parra descubre lo perturbadoramente cómico que se encuentra en el núcleo mismo de las aberrantes situaciones que viven los personajes.

Las cinco vidas del traductor Miranda es una novela para interrumpirla continuamente con búsquedas de google: ¿ocurrió esto de verdad? Quizá por eso haya optado el autor por una estructura fragmentaria.

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Clamaba la historia de Salman Rushdie por ser contada. Gran responsabilidad. Pero lo único que ha hecho Fernando Parra ha sido, simplemente, escribir una novela.

Y habría podido indagar en la figura de J. L. Miranda, revelar su identidad y su experiencia como alguien que arriesgó su vida por firmar una traducción. ¿Para qué? Lo único que ha querido Fernando es escribir una novela.

Suscitará debate, porque no estamos precisamente en un contexto tan ajeno a la condena de un libro y al ajusticiamiento de un autor; ¿dónde situamos, si no, nuestras cancelaciones y linchamientos? ¿No es acaso lo mismo en distinto grado?

Bien, haremos examen de conciencia política, pero lo que anhelamos hoy con todas nuestras fuerzas es que solo se hable de literatura; de nada más.

Que solo se hable de la mucha, grande, fresca, asombrosa literatura que hay en esta novela, como en todo lo que escribe Fernando Parra.

Sobre el autor
(Murcia, 1984) Es licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Murcia, con Máster en Literatura Comparada Europea por la misma Universidad, y pertenece al Cuerpo de Ayudantes de Archivos del Estado desde 2018. Escribe narrativa y prosas de género indefinido. Quiere vivir en la literatura, consciente de que nunca vivirá de ella.
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