El Formentor, un año atrás bajo la lluvia, en Las Palmas de Gran Canaria

Detalle cartel Conversaciones Literarias de Formentor. Gran Canaria, 2022

 
“Cíborgs, androides y humanoides” es el tema central de Las Conversaciones Literarias de Formentor 2023, que tendrá lugar entre el 22 y 24 de septiembre en la legendaria estación de Canfranc (Pirineos de Aragón), y cuyo premio principal será entregado al escritor francés Pascal Quignard. Pliego Suelto ha cubierto este certamen en recientes ediciones y en esta oportunidad nuestro colaborador Juan Manuel Chávez nos cuenta un pasaje de la intrahistoria lluviosa de la edición 2022, en la que el galardón lo ganó la novelista rusa Liudmila Ulítskaya.

El viernes 23 de septiembre de 2022, día en que se concedía el Premio Formentor en Las Palmas de Gran Canaria, se anunciaba el inicio de una tormenta tropical. El verano se iba a despedir con lluvias prolongadas e intensas.

Cartel Formentor 2023

Desde la mañana y durante todo ese día, las noticias convirtieron en alarma el fenómeno meteorológico: además de la tromba de agua, colapsaría el alcantarillado y la ciudad se quedaría a oscuras, sin fluido eléctrico exterior e interior.

Recuerdo que pasé por la bodega de María, que es el nombre castellano de nuestra vecina de China, y compré unas velas para afrontar los malos presagios: imaginábamos que nuestra isla sería una barquita inundada en el océano infinito.

Las autoridades también imaginaban un fin de semana catastrófico y dieron la orden de suspender las clases el lunes, tanto las escolares como las universitarias.

***

La lluvia finalmente no fue mucha, y el sábado, incluso, escampó.

Salimos con paraguas al Hotel Santa Catalina para las mesas redondas del festival en torno al Formentor, que había ganado la escritora rusa Liudmila Ulítskaya. Fue una tarde de inspiración y con sentido del humor, pues bromeamos con Xavi Ayén del diario La Vanguardia sobre lo alicaída que estaba la tormenta e intercambiamos querencias sobre José Hierro con la poeta Elsa López, que ese 2022 recibió el Premio Canarias de Literatura.

Aquella noche, ya en casa, se fue la luz por unas horas.

Poesía 1973-2003

Mi plan para el domingo era desayunar y volver al festival para escuchar a Ulítskaya en su última participación. Además, quería pedirle que firmara mi ejemplar de su entrañable novela Los alegres funerales de Alik (1997).

Sin embargo, en la ciudad estaba diluviando y el Atlántico se mantenía rabioso. En las noticias se hablaba de calles cerradas al tráfico de vehículos y desagües reventados.

Mientras apuraba el café, meditaba entre ir a pie o en bicicleta al Hotel Santa Catalina.

No pasó mucho rato hasta que nos tocaron el timbre. Los bomberos estaban en el sótano del edificio, calculando los peligros en nuestros estacionamientos. El agua llegaba hasta las rodillas, las suyas, y corríamos el riesgo de que nuestros autos quedaran sumergidos. Había que sacarlos de inmediato para llevarlos a zonas altas. Recomendaron que nos pusiéramos las botas de caucho hasta los muslos, tanto por los riesgos de electrificación como por lo mierdosa que estaba el agua. “Solo tengo botines impermeables”, dije. Recibí una mirada inmisericorde, como a un inepto y a un insecto.

Había que adentrarnos en el sótano. Se veía como una cueva profunda y negra hacía abajo, ese abismo donde todo podía ser asqueroso y arriesgado. Los peldaños de las escaleras pasaban de sucios a fangosos. Al final, un líquido infecto que olía tan mal como se sentía.

Cuando conseguimos llegar a nuestro Hyundai y salir de ahí, el panorama no fue mejor. En la calle flotaban las ratas muertas por todos lados, con la lluvia que convertía las calles en ríos. Después de encontrarle un sitio al auto, volvimos a pie hasta la casa y arrojamos la ropa a la basura antes de bañarnos.

Asumí que no tendría la firma de Ulítskaya en mi libro.

***

El lunes fue un día oscuro, como si el otoño fuera una estación gris.

Tal como las clases de universitarios y escolares, casi todo estaba suspendido. A excepción de la bodega de María, que jamás cierra y atendía a su clientela. “¿Leche?”. “¿Huevos?”. “¿Atún?”.

Cuando llegue por fin el fin de los tiempos y la Tierra se caiga a pedazos, yo saldré a mi ventana para mirar a la esquina: si María no está, es que se acerca el Apocalipsis. Entonces, tocará convertirme en Noé y hacer de mi isla una barca para recoger animales, incluso a las ratas que tanta penita me dieron en la tormenta tropical de mi primer año en Canarias.
 

Sobre el autor
(Lima, 1976) Escritor e investigador. Entre lo más reciente de su obra están la novela «Cassi, el verano» y la investigación «Juan Bautista Túpac Amaru. El dilatado cautiverio». Mención especial del Premio Nacional de Literatura (categoría LIJ) en el Perú y el Premio de Ensayo de Radio UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México), es docente e investigador de la Universidad del Atlántico Medio (España), facultad de Comunicación.
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