Un friso de la limpieza étnica gitana en España: Sobre ‘Martinete del Rey Sombra’, de Raúl Quinto

Documento oficial de 1749. Fuente: www.gitanos.org

 
Desde Murcia, nuestro colaborador Rubén Bleda Martínez nos señala los ejes temáticos y estéticos de Martinete del Rey Sombra (Jekyll & Jill, 2023), una novela sui géneris, del poeta y narrador Raúl Quinto (Cartagena, 1978), construida a partir de un hecho invisibilizado de la historia de España: la Gran Redada (1749), la represión y el intento de exterminio del colectivo gitano como parte de una política monárquica de limpieza étnica, en la Península.

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No se me ocurre con qué otra cosa comparar Martinete del Rey Sombra que con un friso antiguo de los que narraban una batalla, un acontecimiento, la vida de un emperador, los milagros de Jesucristo, corriendo por los muros de un templo o enroscándose hasta lo alto de una columna.

Jekyll & Jill, 2023

Con su misma economía narrativa, que los muros no son ilimitados ni las columnas llegan hasta el cielo; con su velocidad de estampa en movimiento; con una fluidez uniforme del contar que sin embargo deja inmensos, solemnes y sobrecogedores los instantes decisivos; con su poesía alta, sencilla y eterna, poesía de cancionero, poesía de martinete, que pinta con palabra suelta un pedazo de nuestra Historia.

La Gran Redada

¿Qué nos cuenta Raúl Quinto en este friso literario con la determinación poética de grabarlo en nuestra memoria como si el lenguaje nos abriera allí a su paso una zanja, una luenga sima para el ulular de sus espectros?

Se trata en realidad de dos frisos paralelos. Uno está dedicado a la Gran Redada, hecho escasamente conocido de nuestra Historia. La noche del 30 de julio de 1749, que duró todo el mes de agosto, se llevó a cabo una operación coordinada en cada uno de los pueblos y ciudades de la Península para capturar a todos los gitanos y gitanas que habitaran en ellos o en sus inmediaciones. ¿Finalidad? Indecisa.

En el ánimo de las autoridades estaba el exterminio definitivo de esta “raza indeseada», a la que se había intentado “prohibir” mediante sucesivas legislaciones de expulsión y confiscación de derechos, pero los escrúpulos cristianos impidieron que aquello se convirtiera en un anticipo de la solución final de los nazis. Eso y que los españoles no saben ser tan metódicos. Eso y que el Marqués de la Ensenada tenía sus propios planes.

Raúl Quinto, escritor

Cavilaba en cómo rearmar la Armada y para eso necesitaba manos y brazos, músculos y huesos. ¿Matar a todos los gitanos? No, que eso no es cristiano. ¿Separar a los hombres de las mujeres, aislar a las mujeres para que no siguieran reproduciendo su infecciosa raíz, conducir a todos los hombres mayores de siete años a los arsenales de Cádiz, Ferrol y Cartagena, encadenados, descalzos y hambrientos, y someterlos allí a trabajos forzados y a las más deplorables condiciones de vida –sus compañeras no las tuvieron mejores– durante dieciocho infernales años? Eso sí. Eso sí nos cuadra con el mandato divino.

Al final ni se consiguió el infame propósito de la limpieza étnica ni se obtuvo el ilustrado beneficio de explotarlos adecuadamente, ya que los gitanos eran demasiados e incontrolables, desconocían los oficios técnicos a los que se les quiso dedicar, estaban desnutridos, se morían, se amotinaban, se escapaban. Al fin y al cabo ser gitano ha sido siempre algo parecido a eso. Fuga, canción, pena y presidio.

La Gran Redada devino en Gran Chapuza.

El friso de la melancolía

En el otro friso, los actores de fondo: los primeros reyes borbones de España, Felipe V y Fernando VI, la corte de este último, con su esposa Bárbara de Braganza, el Marqués de la Ensenada y el extraordinario cantante Farinelli, quien vivió más de 25 años en España. Excesos, intrigas, soledad y locura. Los tejemanejes del Marqués, “más divino” que el de Sade, con más joyas en los dedos que dedos en las manos, maestro en regalar joyas a la reina, relojes al rey, los oídos a todos; artífice de las barrocas fiestas de la época gloriosa del Palacio de Aranjuez y de las misiones de espionaje con las que robaba secretos a los ingleses.

M. de la Ensenada, 1702-1781

Y la vida solitaria de los reyes, lujosos parias de frágiles infancias que solo se tuvieron el uno al otro. El boato de la corte y su revés neurótico. Reyes locos y desnudos cruzando pasillos en la noche como desquiciados rayos de luna. La enfermedad y la muerte llenando las estancias de los palacios como un incienso maldito.

En un friso el dolor, en el otro la melancolía. En un friso los gitanos, poco más que cascarones de hombres con un incendio dentro, con demasiado cielo sobre sus cabezas y dentro de sus estómagos. En el otro Fernando de Borbón, rey de los maniquíes, que se pone a cantar antiguas canciones y baila como el títere que es, que sube y baja por la escalera de sí mismo y cada caída es más fuerte que la anterior.

Todo en extremo y de una expresividad deslumbrante y aterradora.

Anotaciones sobre tema y estilo

Me surge la pregunta al leer este libro de qué fue antes, el tema o el estilo. Cuando despertó el tema, ¿el estilo ya estaba ahí? ¿O ha sido el tema en su fiera emergencia, en su rápida combustión, lo que ha generado un estilo que lo sepa decir?

A Raúl Quinto se le nota lo poeta que es. Cada frase cobra la intensidad de un verso y ningún renglón se desperdicia en cumplir funciones meramente gramaticales. No hay superficies planas: caemos de continuo en la noble y odiosa profundidad de lo humano como si camináramos a través de nuestra propia piel plagada de poros.

Libro homenaje víctimas de la Gran Redada de 1748

Sales del libro creyendo que han pasado diez años y lo has visto todo. Que has estado ahí, como un ángel que mira, compadece y no puede participar.

Sin la poesía, estaríamos ante una obra de divulgación. Con ella, hablamos de literatura. No hace falta que lo llamemos novela, que ni a su propio autor le acomoda este término. Dejémoslo en literatura.

Dicho esto sin desdén alguno hacia su dimensión divulgativa, que tiene una potencia arrolladora y grita por sí misma su necesidad. Como la matanza de judíos que se produjo en Andalucía en el siglo XIV y que fue la mayor de Europa hasta la II Guerra Mundial, este episodio de la Gran Redada nos pone como nación el espejo que nos hace falta para no caer en los vanos halagos del propagandismo de derechas.

El olvido selectivo

No es ningún escándalo que en este país se hayan cometido atrocidades. No es ningún escándalo que nuestras vigentes raíces (nunca mejor dicho) sean racistas. El escándalo es negarlo. El escándalo es tratar de ocultarlo y no dejar que episodios como la Gran Redada entren en los libros de texto y ensucien la Historia oficial, que es una ficción elegante que lleva peluca blanca y maquillaje como algunos personajes de este libro. El escándalo es el silencio, la evitación, el olvido selectivo como fondo dorado de nuestro relato de familia.

Hacer literatura a partir de hechos históricos no significa blanquearlos, ni idealizarlos, ni mentirlos, aunque haya quien lo haga. Significa recrearlos, devolver a la vida a sus actores por lo que dura un libro.

La única obligación de la literatura es serlo; lo demás es libertad. Quien quiera inventar, que invente. Quien quiera retratar, que retrate. Quien quiera divulgar, que divulgue.

Quien pueda arrasar el alma, postrándola al borde de un abismo de belleza, que lo haga.

Y Raúl Quinto lo hace. Porque puede. Con su Martinete del Rey Sombra, el autor cartagenero nos deja luminosamente heridos de su prosa de canto y del dolor oculto de nuestra Historia.
 


Nota: Algunos libros sobre el tema trata en el artículo:
-La Gran Redada de Gitanos / Antonio Gómez Alfaro. — Presencia Gitana, Madrid, 1993.
-Nunca más. Homenaje a las víctimas del proyecto de «exterminio» de la minoría gitana iniciada con la Redad de 1749 / Manuel Martínez Martínez. — Círculo Rojo, 2015.
https://www.gitanos.org/

 

Sobre el autor
(Murcia, 1984) Es licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Murcia, con Máster en Literatura Comparada Europea por la misma Universidad, y pertenece al Cuerpo de Ayudantes de Archivos del Estado desde 2018. Escribe narrativa y prosas de género indefinido. Quiere vivir en la literatura, consciente de que nunca vivirá de ella.
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