No es mi rostro Antología poética (Ed. Universidad de Salamanca, 2018) es el libro clave para entender la obra de Rafael Cadenas (Barquisimeto, Venezuela, 1930), uno de los grandes poetas vivos de habla hispana y que recientemente recibió el Premio Cervantes 2022. El universo estético de Cadenas fluye entre las reflexiones sobre la realidad histórica; el lenguaje; el desdoblamiento del yo y su proceso de anulación; y la búsqueda de la plenitud mental y sensorial, en medio de la complejidad del mundo exterior.
Rafael Cadenas suele utilizar el término “rostro” como concepto ecoico y polisémico, que aparece en su trayectoria literaria. El “rostro” como estado de ánimo, como máscara y apariencia, como la proyección múltiple y ficcional de su propia personalidad; y de los intentos místicos de disolverla.
La antología poética
No es mi rostro plantea un recorrido sinuoso y diáfano de 364 páginas, que incluye una bibliografía completa y 230 poemas rigurosamente seleccionados por el propio autor y por el investigador Juan Pablo Gómez Cova, piezas poéticas que corresponden a trabajos publicados entre 1958 y 2016. El núcleo central gira en torno a Memorial (1977), la obra cumbre del autor.
El recorrido empieza con Los cuadernos del destierro (1960), donde se plantea el desdoblamiento del yo a través de un ser que deja de pertenecer a la comunidad y se encuentra cara a cara con la imposibilidad de la huida, al ser consciente de los límites del mundo real. El resplandor de las imágenes plasmadas conecta con poetas hispanoamericanos como José Antonio Ramos Sucre (1890-1930) y Vicente Huidobro (1893-1948). También con Arthur Rimbau (1854-1891) y Walt Whitman (1819-1892).
Destaca la forma en que se escenifica la luminosidad tropical de los espacios por donde Cadenas transitó durante su atribulada juventud: el Caribe, Lago Maracaibo, el río Orinoco y la isla de Trinidad.
La antología poética también rescata el poemario parcialmente inédito Una isla (1958), creación marcada por el exilio en la vecina ínsula de Trinidad (1952-1956), debido a su lucha contra la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez (1952-1958). Allí empieza su conexión con la literatura en lengua inglesa. Apela a la vida terrenal y a su vocación de poeta, a la orfandad, a la celda, y a las ansias de libertad, que relaciona con la danza, el cuerpo y el mar.
Ecleticismo y misticismo
Prosigue con Falsas maniobras (1966), una obra que sirve de bisagra a nuevos proyectos que en años venideros fortalecerán la propuesta estética y temática. Aparece la distorsión sensorial, la metamorfosis del rostro desdibujado, donde progresivamente quedan claras las proyecciones de diversas facetas humanas y oficios cotidianos, elementos que desembocan en la aparición del doble, y que enlaza al autor con los preceptos del misticismo oriental, manifestado a través de la desposesión material y trascendencia.
Después viene Intemperie (1977), la mimesis de un sistema de exclusión social y de consolidación de quien ostenta el poder y lo ejerce contra un colectivo que ha caído en el pozo del desamparo. Aquí se hace evidente una movilización mística y el fortalecimiento espiritual. Presenta nexos implícitos con el pensador hinduista Jiddu Krishnamurti (1895-1986) y con la filosofía clásica china, compilados en textos como Tao Te Ching (que se atribuye a Lao-Tse, 300 a.C).
Memorial: amor y canto celebratorio
La antología continúa con el célebre Memorial (1977), dividido en tres grandes apartados Zonas (1970), Notaciones (1973) y Nupcias (1975). En el primero, aparecen espectros, fantasmas y espejismos que colisionan contra planteamientos opuestos al sectarismo y al fanatismo político-religioso.
En el segundo se acentúa la negación, la ausencia y la austeridad, consolidando las bases de su concepción poética, que parte desde la mística occidental (San Juan de la Cruz) hasta la filosofía oriental. Recoge la idea de shunyata (vacuidad), la cual niega la existencia sustancial de las cosas. Esto supone la inexistencia del yo (como concepto estable, amparado comúnmente en un nombre y un apellido). Mientras que en el tercer apartado se expresa un canto celebratorio, que teje vasos comunicantes con el amor cortés de los trovadores provenzales de la Edad Media y con el erotismo de El cantar de los cantares, uno de los libros más sui géneris de La Biblia (Antiguo Testamento).
En consonancia con Nupcias, el libro Amante (1983) encierra un conjunto de alabanzas y aclamaciones del amor sexual entre dos amantes enigmáticos (gestado entre el silencio y la palabra). Por su parte, Gestiones (1992) también ahonda en el sosiego y la mirada metafísica. La antología también incluye Desde Boston (1988), donde Cadenas recurre al discurso metapoético: el hecho mismo de escribir y contemplar el paisaje urbano.
Introspección y silencio
En cuanto a su obra publicada en el siglo XXI, la antología incluye Sobre abierto (2012), donde simboliza la importancia de la realidad y la escritura como representación de la existencia. A su vez, el poemario En torno a Basho y otros asuntos (2016) es un homenaje al poeta clásico japonés y gran maestro del haiku. La introspección, la observación y la percepción son los ejes del poemario, que escudriña con ingenio la expresión lacónica, atravesada por la contemplación, el silencio y la meditación frente a la naturaleza.
En conclusión, el mundo actual de la creación literaria está regido por las “literatura del yo” y de la autoayuda en sus diversas ramificaciones, dictaminadas por la mercadotecnia y los gurús tecnológicos. Frente a esta situación, el poeta Rafael Cadenas plantea la trascendencia de la artesanía del lenguaje, el desdoblamiento del yo y su progresiva anulación, su propuesta defiende a ultranza la convivencia y la pluralidad universal, como formas de alcanzar la plenitud mental, sensorial y espiritual.