A través de la siguiente entrevista, Sergio Hernández-Ranera (Madrid, 1969), traductor de Nosotros, de Evgueni Zamiatin (Akal), reivindica la obra centenaria del autor y disidente ruso como piedra angular del subgénero distópico de la ciencia-ficción. Además, explica el contexto histórico de la obra y el porqué de su invisibilización, a diferencia de los libros clásicos de George Orwell y Aldous Huxley.
He leído con gran interés Nosotros, publicada por primera vez en 1921, y me llama mucho la atención el aire de familia de esta novela con 1984 y con Un mundo feliz, ambas muy posteriores. ¿Qué relación genealógica hay entre las tres obras?
Nosotros es un antecedente clarísimo, el más claro de todos. Es decir, no es una obra que contenga elementos del futuro subgénero distópico, como Los 500 millones de la begun (1879), de Jules Verne, sino que es un trabajo perfectamente definido y que puede ejercer de piedra angular del subgénero distópico de la ciencia-ficción.
Por otro lado, se sabe que tanto Huxley como Orwell conocían la obra de Zamiatin. Nosotros y también El talón de hierro (J. London, 1908) plantean historias que acontecen en sociedades si no odiosas en sí mismas, al menos no esperadas. Como Nosotros, Un mundo feliz es muy imaginativa, es menos política que 1984 y se inserta en el subgénero que ya apuntala Nosotros, pero 1984 es directamente hija de Nosotros. Así veo yo su «relación genealógica».
1984 es una novela claramente influenciada por Nosotros y, de no haber muerto Zamiatin mucho antes de la publicación de 1984, no sé yo si este hubiera iniciado alguna acción legal por plagio (de haber aparecido ambas novelas en tiempos recientes, es probable que hubiera habido polémica). Los editores de Jules Verne resolvieron una situación parecida comprando los derechos de cesión de la idea original de Los 500 millones de la begun a Paschal Grousset, y eso que Verne la reescribió totalmente.
Zamiatin empezó a escribir Nosotros en 1919, en plena fase de comunismo de guerra de la Revolución Rusa y en plena guerra civil con intervención de potencias extranjeras, la sociedad soviética apenas estaba tratando de formarse. Es decir, su país era un caos asediado cuando la escribió.
En cambio, Orwell escribió 1984 en circunstancias históricas diferentes: la URSS ya estaba consolidada como proyecto político e histórico y había salido de la II Guerra Mundial como gran vencedora y, sobre todo, la Guerra Fría estaba ya en curso: el antiguo aliado era ahora el enemigo de Gran Bretaña y el prestigio del esfuerzo soviético en la guerra, que de alguna manera encarnaba también Stalin entre la clase trabajadora británica, era lo que había que laminar.
Creo que 1984, que plantea una historia universal pero también dentro de Gran Bretaña, da forma a lo que en sentido más genérico se apunta en Nosotros. De ahí que quepa considerar a 1984 como su hija directa. En cualquier caso, la idea de Orwell de imaginar un futuro odioso para una Gran Bretaña regida por un sistema totalitario (su denuncia del estalinismo) es anterior a 1984 (1949), pues Animal Farm (Rebelión en la granja) fue publicada en 1944.
Se entiende entonces, por las fechas, que tanto Animal Farm como 1984 sean críticas del totalitarismo, algo ya conocido, pero es que Zamiatin escribió una advertencia general, cuando ese fenómeno aún no existía, ¿no?
Sí, por eso digo que es una obra más genérica. Hay que tener en cuenta que buena parte de la obra de Zamiatin es la sátira política y que él era un inconformista. De todos modos, las sociedades con vocación o elementos totalitaristas existían, o habían existido hasta hacía muy poco tiempo. La Rusia zarista había sido una de ellas. Prusia, igual. La Alemania del kaiser Guillermo, también.
Aunque escrita un poco antes, Nosotros se publica fuera de la URSS en 1924, un año en que España ya está regida por la dictadura de Miguel Primo de Rivera, por ejemplo. Y la advertencia con la que Zamiatin imprime toda su obra se refiere, creo yo, a un riesgo generalizado que puede afectar a todas las sociedades. No en vano en su obra se alude a la organización científica del trabajo, el taylorismo, como elemento de la sociedad distópica que se describe.
Dices también que las circunstancias históricas justifican las diferencias que hay entre Nosotros y 1984, pero ¿cómo se comprende que la segunda haya tenido tal éxito mientras que la primera sea casi desconocida?
Está claro que las peripecias en torno a la publicación de Nosotros afectaron su difusión, es evidente. Fue limitada y primeramente en inglés. La figura del propio Zamiatin tampoco «ayudó». Él era un revolucionario bolchevique desencantado, un disidente, pero revolucionario al fin y al cabo. Para Zamiatin, el zarismo estaba superado y la implantación de un nuevo orden social y político en Rusia era indiscutible, si bien él empezó a criticar lo que consideró una desviación de sus presupuestos iniciales.
Esto se evidencia totalmente una vez se traslada definitivamente a Francia en 1931: él no tiene nada que ver con la comunidad de emigrados rusos en París, integrada mayoritariamente por personas pertenecientes a la alta burguesía y aristocracia zaristas, oficiales y mandos del ejército blanco, etc.
En cualquier caso, esto no sucedió con otro autor que no recibió permiso para publicar un manuscrito en la URSS y que buscó entonces la publicación en otro país: Borís Pasternak lo hizo en 1957, y en 1958 ya tenía el premio Nobel de Literatura. Es como si la maquinaria político-publicitaria de Occidente no hubiera deseado dejar pasar otra vez la ocasión de aprovechar la disidencia soviética en las artes.
A partir de aquí se sucedieron premios Nobel a escritores disidentes, ya fueran soviéticos (Solzhenitsin, Brodski), chinos o bielorrusos, con independencia de la calidad literaria, en algún caso muy cuestionable.
Y respecto a por qué 1984 ha tenido una difusión y repercusión mucho mayor que Nosotros, pues está clarísimo: 1984 es una obra de marcado espíritu antisoviético y antiestalinista, como el propio autor, o al menos la promoción de la que se benefició así lo entendió. Su lectura es concluyente y apenas deja margen a la interpretación, todo el mundo entiende que Orwell habla de un sistema que puede ser el soviético. No sucede otro tanto con Nosotros, obra algo más genérica y de interpretación más amplia y extrapolable.
La mención en la obra de Zamiatin al taylorismo puede interpretarse como un mal heredado de las sociedades industriales capitalistas. Y hay otro ejemplo que incluso puede ser de actualidad: el Muro Verde de Nosotros, que separa la civilización de lo salvaje. Recientemente hemos escuchado al jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, hablando en términos muy parecidos, cuando compara a Occidente/UE con un «jardín» pulcro y ordenado al que «todos quieren venir», mientras que todo lo demás es una «selva» salvaje poco menos que poblada por escoria.
En este sentido, Nosotros es una obra doblemente incómoda. De hecho, la misión de la nave Integral es llevar la civilización a otros mundos, algo que, en clave actual y desde hace muchos años, se puede interpretar como la globalización del sistema capitalista. Por otro lado, el trostkismo no había sido derrotado como idea de desarrollo en la dirigencia de la URSS cuando Zamiatin escribió Nosotros, así que es probable que aludiera así a la exportación de la Revolución que defendía Trotski.
En el estudio introductorio a Nosotros, que también escribiste tú, nos hablas de la relación de Zamiatin con el régimen de Stalin. ¿Cómo fue dicha relación y de qué manera influyó en que Nosotros no se conociese más?
Fue una relación tirante. Por una parte, Zamiatin creía que su deber era cultivar la sátira política para denunciar cualquier desviación del nuevo orden social o expectativa frustrada. Y de otra, las autoridades soviéticas esperaban de sus autores una producción artística enfocada a la construcción del nuevo Estado, donde todo iba a ser nuevo.
El punto de ruptura llegó en 1927, cuando Zamiatin buscó y logró la edición en ruso de Nosotros en Checoslovaquia. Las copias se difundieron clandestinamente en la URSS. Es difícil calibrar actualmente el alcance de su difusión (de mano en mano), pero el enfado de las autoridades fue real, y Maxim Gorki quedó como único apoyo de Zamiatin.
De todos modos, conviene no perder de vista el contexto en que todo esto tiene lugar: una guerra civil hasta 1923, con intervención de potencias extranjeras, y un posterior asedio al nuevo Estado soviético, que no está reconocido por las instituciones internacionales y sufre bloqueo y aislamiento.
En cierta manera, para los censores de Zamiatin, Nosotros era un lujo que no se podían permitir en un momento en que la propia supervivencia del Estado soviético pendía de un hilo.
¿Y qué habría sucedido si Zamiatin hubiera obtenido permiso para publicar Nosotros en la URSS? Pues seguramente habría sido más conocido dentro de la URSS, pero puede que también hubiese sido catalogado en Occidente de escritor del régimen, igual que pasó con Gorki. Porque aun con sus matices, Zamiatin y Gorki eran revolucionarios (a diferencia de Solzhenitsin, que era un reaccionario).
Y digo esto porque, años después, una vez Doctor Zhivago es censurado, el propio Nikita Jruschev (dirigente totalmente inepto y errático) leyó el libro y dijo «que no era para tanto», lamentando la decisión en torno a la obra de Pasternak.
Tirando de ironía, el Nobel/difusión/conocimiento que no dieron a Zamiatin en Occidente no lo dejaron escapar con ocasión de Pasternak y Solzhenitsin en plena Guerra Fría.
Para terminar, me gustaría que nos hablaras de ti. ¿Cómo fue tu aproximación a la lengua y a la cultura rusas? Y, más en concreto, ¿cómo conociste Nosotros y qué te llevó a traducirla?
Yo empecé a estudiar ruso en 1989, y el verano de 1990 ya lo pasé en la URSS (Odesa, Crimea, Cáucaso sur, Kiev), matriculado en un curso intensivo que organizaba el Instituto Pushkin de Madrid. A partir de ahí, mi relación con Rusia fue total y, a lo largo de diferentes etapas, llegué a vivir 11 años allí.
En el otoño de 2006, la directora de la colección eslava de Akal, Gala Arias (a quien había conocido en Moscú en 1999 durante otro curso en la Universidad Estatal Lingüística-MGLU) me propuso traducir Nosotros, obra de la que yo no tenía ni idea (anteriormente, yo había traducido para Akal El jugador y Crimen y castigo, de F. Dostoievski). Eché entonces un vistazo, vi que era un lenguaje más relajado que el de Dostoievski (que me había hecho sufrir mucho) y acepté de inmediato. El trabajo fue entregado en enero de 2007.
En líneas generales, creo que hice un buen trabajo. No obvié casi ningún aspecto, y gracias a la ayuda de mi madre (profesora de matemáticas en un instituto de Secundaria) pude captar los guiños matemático-literarios de Zamiatin, que en realidad era un ingeniero naval. Quiero decir que capté el estilo matemático de Zamiatin y la contradicción de los números irracionales con la aparente perfección del mundo que se plantea en la obra, y me esforcé por plasmarlo todo del modo más fidedigno en la traducción. Creo que eso está más o menos conseguido.
Sin embargo, y esto es importantísimo, no supe interpretar o no terminé de interpretar el tono vanguardista. Me di cuenta después y a raíz de algunos estudios comparados, donde se analizaban varias traducciones de Nosotros.
El caso es que Zamiatin era un escritor vanguardista y se ayudaba de su propia neolengua, aspecto difícil de calibrar si no eres un filólogo especializado en literatura eslava (y yo no lo soy), familiarizado además con el género vanguardista/futurista ruso. Hay un estudio en el que se constata que casi todas las traducciones al español (y también al francés) de Nosotros han limado algunos matices vanguardistas para hacer más llevadera la lectura. Esto son sutilezas que no cambian nada la trama, pero constituyen aspectos estilísticos muy importantes que ayudan a definir al protagonista y al autor.
Yo venía de traducir a Dostoievski y de pecar de literalidad, luego convenientemente limada en las correcciones de imprenta. Cuando me llegó Nosotros, quise no ser tan literal… precisamente cuando había que serlo. En mi descargo, hay que decir que estos fallos han sido cometidos también en la traducción de Hermosillo y Artemyeva (es decir, se le han escapado también a una nativa).
En cualquier caso, el aspecto vanguardista de Nosotros es una gran diferencia con 1984. La prosa de Zamiatin es mucho más audaz que la de Orwell, no cabe ninguna duda. Así que es probable que el éxito de efecto retardado de Nosotros siga teniendo lugar, en particular cuando las editoriales revisen los aspectos a mejorar de las siete u ocho traducciones al español que circulan por ahí.
Muchas gracias por tus respuestas, tan instructivas e interesantes.
Gracias a vosotros por vuestro interés. Ha sido un placer.