Paula Vázquez: “En Las estrellas el viaje es a la vez una herramienta y una metáfora de la búsqueda”

Detalle cubierta «Las estrellas», Paula Vázquez, Editorial Tránsito

 
En la siguiente entrevista, concedida a Pliego Suelto desde su confinamiento en Argentina, la escritora Paula Vázquez (Buenos Aires, 1984) nos habla de Las estrellas (Editorial Tránsito), una novela que pivota sobre el duelo tras la muerte de su madre. Vázquez reflexiona sobre su concepción de la literatura, el universo femenino en su escritura, el viaje y la importancia de los detalles cotidianos. Nos cuenta también su experiencia en la gestión de Lata Peinada, la primera librería especializada en literatura latinoamericana de Barcelona, y de cómo ha afectado al proyecto la actual crisis sanitaria. Paula Vázquez es también autora del libro de cuentos La suerte de las mujeres (Añosluz, 2017) y del poemario Los hombres de mi oficio (Huesos de Jibia, 2009).

[Leer un fragmento de Las estrellas]

Las estrellas trata del duelo por la muerte de tu madre, pero prestas especial atención a las relaciones femeninas del triángulo que forman la madre, la hija y la hermana, y también de la protagonista con sus amigas… ¿Qué motivos te llevaron a incidir en este aspecto?

Me interesa particularmente el universo vincular femenino. De hecho, mi libro anterior (La suerte de las mujeres) está dedicado a explorar los vínculos entre mujeres: madres e hijas, hermanas, amigas…

Paula Vázquez, 2017

En mi biografía hubo siempre algo que hacía estos vínculos más complejos que mis relaciones con varones, había ahí una suerte de nudo mítico que me atraía. Y la escritura también sirve para desanudar, para “reducir a claridad el mito”, como decía Pavese.

Durante el transcurso de la enfermedad y del duelo, el viaje se erige como la columna vertebral de una trama donde se multiplican los escenarios visitados (La Habana, Milán, Sicilia, Barcelona…). ¿Por qué la protagonista utiliza el viaje como catalizador del dolor?

Los viajes dan espacio y perspectiva, cambian el eje desde el que miramos la vida de todos los días. Encuentro muy potente pensar y escribir desde una perspectiva de extrañamiento, sobre todo cuando trabajamos con material autobiográfico.

En el libro, el viaje es a la vez una herramienta y una metáfora de la búsqueda. El viaje se hace para escribir, que es lo mismo que decir que se hace para vivir, y a la vez el propio viaje se configura como artefacto literario.

Es una marca clara que muestra hasta qué punto todo en la vida es procesual: no hay eventos aislados, todos se van tejiendo con los sedimentos que nos van quedando sobre el cuerpo.

Siempre que hay trama, hay viaje.

Paula Vázquez, escritora

La propia estructura del libro mezcla diversos géneros que fluyen como pequeñas postales, las cuales, como radiografías de los momentos, van armando la imagen final. ¿Qué te motivó a conjugar esta mezcla de formatos?

La poesía es para mí otro de los modos de alejarme de la lengua madre. Es el género en el que se quiebra el sentido administrativo-funcional con el que usamos el lenguaje de modo cotidiano. Nos da la capacidad de nombrar de nuevo, más y mejor, de un modo que conserva el misterio del límite.

En la época que empecé a tomar notas sobre la enfermedad de mi mamá estaba escribiendo poesía, y los versos que escribí por esa época después formaron parte del libro, de modo orgánico.

La estructura fragmentaria del texto, que mezcla versos con prosa, pero también con listas, enumeraciones o diarios de viaje al estilo de la crónica, tiene que ver con ese estado fragmentario de las citas. Y también con el estado de conciencia del duelo, que es de hachazos de sentido, donde no hay posibilidad de lo prosaico, puesto que la continuidad de la vida ha sido puesta en crisis.

En uno de los capítulos, de modo similar al intento de Perec y, posteriormente, al de Vila-Matas por agotar un espacio, decides fijarte en los detalles que construyen la figura materna para definirla…

Editorial Tránsito, 2020

Me interesa mucho lo cotidiano, los detalles, los fragmentos. Creo que es el único modo de conocimiento posible. Tengo, quizás, una voluntad pequeña.

Creo que eso está reflejado en el capítulo “Los anillos de mamá”. Es una tentativa de retrato, una suerte de fresco de la vida de mi mamá a través de una enumeración caprichosa de recuerdos.

Creo que los detalles permiten esa evocación, a la vez que conservan el misterio que siempre es el otro.

A lo largo del libro aparecen reflexiones sobre el uso de las palabras y, por tanto, sobre el oficio de escribirlas. ¿Cualquier cosa se puede transformar en literatura?

Por supuesto, cualquier cosa se puede transformar en literatura. No creo que haya límites naturales o morales en torno a esto.

Pero, por supuesto, luego todo depende de cómo se trate ese material. Creo que la literatura está en el procedimiento, en lo procesual, no en la materia prima. En otras palabras, no es la historia lo que me interesa, sino el modo de contarlo, su transformación.

En apenas unos meses Las estrellas se publicó en Argentina (Editorial Mansalva) y en España (Ed. Tránsito). ¿Notas algunas similitudes o diferencias en su lectura?

El proceso del libro fue muy rápido, desde la escritura hasta la publicación, primero en Argentina y menos de seis meses después en España.

Editorial Mansalva

Noto más similitudes que diferencias en las reacciones que me llegan de su lectura, en los mensajes de lectores y lectoras a través de las redes sociales.

Lo que más me sorprende es el auge de los clubes de lectura, sé que es un fenómeno que lleva varios años, pero para mí, que siempre consideré la literatura algo colectivo, que se lea con más intensidad de este modo me resulta algo hermoso.

Además de escritora, también desempeñas un cargo político en tu ciudad natal y ejerces de librera en Lata Peinada, una librería especializada en literatura latinoamericana en Barcelona. ¿Cómo logras compaginar todas estas actividades?

Siempre hice varias cosas a la vez, un poco en contra del mandato moderno de la especialización. Pero justo a partir de la muerte de mi mamá sucedió una especie de estallido, paradójicamente un estallido de vida, como de época de cosecha, en el que muchos proyectos o aventuras en las que había estado trabajando durante buena parte de mi vida empezaron a dar frutos.

Ahora, en este momento de freno obligado en el que estamos, estoy haciéndome a la idea de que tendré que reorganizar esfuerzos. No creo que pueda vivir con esa intensidad de escisión mucho tiempo más.

Hablando de la librería Lata Peinada, ¿cómo nació el proyecto y cómo ves su evolución?

Librería Lata Peinada, BCN

Lo primero fue el entusiasmo por hacer algo en Barcelona relacionado con la literatura, y allí muy rápidamente se impuso la librería dedicada a la literatura latinoamericana, por el vínculo que la ciudad ha tenido con los autores y autoras latinoamericanos que han vivido o editado por primera vez en Barcelona. Y también porque mi amistad con Ezequiel (mi socio) en el último tiempo había estado bastante atravesada por compartir la literatura.

Lo que sentimos que faltaba es nuestra apuesta particular: ampliar el canon de lo que se conoce como literatura latinoamericana, ya sea recuperando voces que han sido marginadas (desde Zelarayán o Juan Luis Martínez a las escritoras contemporáneas al Boom) y autores y autoras contemporáneos, publicados en editoriales independientes de Latinoamérica.

Es de algún modo también una apuesta política de oponer una flecha a cierta literatura latinoamericana que constantemente miraba a Europa: apostar a que Europa mire y, sobre todo lea, del otro lado del océano.

Llevamos once meses y el proyecto ha tenido una acogida muy entusiasta. Hemos hecho muchísimas presentaciones, lecturas, seminarios y talleres. Hasta un festival de literatura latinoamericana, que duró dos días, y que este año habíamos proyectado repetir…

Fotografías: Chiara Farronato

Ahora el momento es muy difícil. Es simple y crudo: una librería pequeña como la nuestra no puede subsistir sin facturación. Todos los días tenemos que tomar decisiones que nos parten el corazón.

Ojalá todo mejore pronto.

En el contexto actual, ¿tienes espacio para la escritura? ¿Estás con alguna idea en proceso?

Había empezado a escribir unos textos sobre la idea de que la lectura es el impulso espejo de la escritura, desde la búsqueda de pensar cuál es la función de una librería. Quería replicar en modo homenaje el tono, o la búsqueda, de ciertos libros que son importantes en nuestro fondo.

Pero creo que ahora mismo eso queda en pausa.

Estos días, obligada a estar en casa, pensé mucho y empecé a escribir una suerte de crónica sobre la idea del trabajo, sobre el imperativo de la productividad aún en esta suerte de presente continuo trágico que estamos viviendo.
 

Sobre el autor
(Salon de Provence, 1986). Aunque nacida en Francia, España es, sin lugar a dudas, su país de adopción. De hecho, se especializó en literatura española y, concretamente, cursa un doctorado sobre dramaturgia contemporánea. Es co-directora de la Revista de Investigación Teatral Anagnórisis. Y, a pesar de la crisis, también co-dirige la Editorial Anagnórisis, sello digital especializado en teatro y estudios humanísticos.
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