La literatura española explicada a los asnos: El cuento, el género más viejo del mundo

«Concierto en el huevo». Anónimo basado en un dibujo de El Bosco, 1560

 
Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
Que la cuna del hombre la mecen con cuentos…
Que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos…
Que el llanto del hombre lo taponan con cuentos.

Llamadme republicano, León Felipe,1950

El cuento tiene el privilegio, compartido con la poesía, de ser el género más antiguo que existe.

El cuento nace de la necesidad ancestral que han tenido los hombres de explicarse, los unos a los otros, mediante historias, el sentido del universo.

R. Menéndez Pidal, 1869-1968

Como dice Menéndez Pidal: «el cuento, además de recrear nuestra imaginación con sus invenciones, nos interesa y atrae porque nos lleva de un modo simple al conocimiento del multiforme desarrollo de la ficción en la mente humana. Una historia del cuento, en su particularismo, nos ofrecería un breve trasunto de la historia cultural de la humanidad» (Prólogo a la Antología de cuentos de la literatura universal, 1953).

La arqueología del género es por ello mismo tremendamente dificultosa. Las raíces son demasiado profundas. Existen cuentos milenarios egipcios cuya anécdota reconocemos aún hoy por sus sucedáneos europeos.

Los que mejor sobreviven son los que apenas exigen adornos en su forma, los que tienen interés por sí mismos, independientemente del talento del narrador. Esos corren libres de boca en boca y cruzan fácilmente las fronteras. Adaptarlos a una nueva realidad resulta sencillo.

Son creaciones cuya forma se ha ido modificado de cultura en cultura, perfeccionándose en su conjunto, completándose con nuevas partes hasta que, siguiendo otra vez a Menéndez Pidal:

Como un canto rodado que pierde sus asperezas en la corriente del río, el cuento en el curso de su transmisión tradicional adquiere redondez y perfección. (Ramón Menéndez Pidal)

El cuento oral siempre precede a la literatura escrita. Es posible que de no ser por autores como los hermanos Grimm o Perrault, que cada cierto tiempo se preocupan de recopilarlos, en muchos casos ni llegarían al público letrado.

El Conde Lucanor, 1335

Pese a su diversidad, desde muy antiguo se ha procurado clasificarlos en dos tipos principales.

El Canónigo del Quijote (1605) distinguía las «fabulas milesias, que son cuentos disparatados que atienden solamente a deleitar y no a enseñar, al contrario de lo que hacen las fábulas apólogas, que deleitan y enseñan justamente».

Las que importan de verdad son las segundas, las apólogas. Como apunta la crítica tradicional, son hijas de la aportación colectiva.

Pertenecen a ese tipo, claramente, tanto el Libro del Buen Amor (1330), obra inclasificable en verso, como los relatos de El conde Lucanor (1335).

Ellas son las mejores creaciones en castellano del siglo XIV y, a la vez, un compendio imprescindible de la narrativa popular que circulaba a la sazón por la península.
 

Sobre el autor
(Madrid, 1971) Es licenciado en Historia Contemporánea por la Universidad Autónoma de Madrid. En 1994 quedó finalista del premio Nadal con su primera obra, Historias del Kronen. La novela tuvo una gran repercusión y abrió las puertas a una nueva generación de escritores. Tras su publicación el escritor vivió durante varios años entre Madrid y Toulouse. Actualmente reside en Madrid.
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