Me entra frío por los ojos: Joe Strummer, Andalucía y Federico García Lorca

Joe Strummer (1952-2002) frente a la Alhambra de Granada

 
El primer recuerdo que tengo de los Clash data de mis años de instituto. Recuerdo oírlos una y otra vez, compartiendo auriculares con mi novia de aquellos tiempos para tratar de descifrar entre los dos el mensaje de los coros de Should I stay or should I go. Escuchar aquel tema casi se había convertido en una obsesión, después de habernos parecido percibir que cantaban en español durante el estribillo.

Era tan extraño. Cerrábamos los ojos para concentrarnos en la canción, y sí, quedaba claro que Mick Jones pronunciaba frases en español: “las indecisions me molestan”, “si no me quieres, déjame”… Cuando se alcanzaban las estrofas centrales y Joe Strummer repetía una y otra vez “should I stay or should I go now”, los coros respondían “me entra frío por los ojos”, “me entra frío por los ojos”.

The Clash, 1982

Qué verso tan maravilloso “me entra frío por los ojos”. Cuántos miedos, inseguridades, angustias y premoniciones encierra en su absoluta imposibilidad. Porque era imposible que un grupo punk inglés cantara en español y que ocultara a los sajones con otro idioma un mensaje tan sugerente en una de sus canciones. ¿O no?

La clave de aquel verso debía de estar en el líder de la banda. Fue un hecho que asumimos con candidez, pero en los tiempos en los que Internet no existía, era algo difícil de constatar.

Ahora sé que nuestro instinto no se equivocaba. John Grahan Mellor fue un personaje tan arquetípico que parecía sacado de una novela. Hijo de padre diplomático. Nació en Ankara y pasó su infancia viajando por medio mundo, hasta que él y su hermano fueron enviados al típico internado inglés.

La sensación de abandono que sufrió aquellos años no le dejó de acompañar nunca. Su mayoría de edad coincidió con el convulso final de los sesenta y el suicidio de su hermano. Asistió como otros espíritus inquietos de su generación a la ineludible facultad de Bellas Artes, de la que fue expulsado por realizar una pintura con tampones usados.

Joe Strummer

De allí pasó a una casa ocupada en Londres. Ya por aquel entonces se había convencido de que la única expresión artística que le interesaba era la música. Y allí formó su primer grupo, The 101’ers. No eran más que unos cuantos hippies influidos por la música rockabilly. Hasta que los Sex Pistols se cruzaron en su camino.

El punk apareció como el catalizador perfecto entre crítica social, innovación y actitud desafiante ante el mundo. Así surgió The Clash, en el momento en el que el rock alcanzaba conciencia de clase, y de este modo lo entendió su cantante. Abandonó la casa ocupada de Londres, dejó a sus amigos hippies y prescindió del pseudónimo que había usado hasta entonces, “Woody” Mellor. Nacía Joe Strummer (el ‘rasgueador’, porque él decía que, en realidad, no sabía tocar la guitarra), un personaje que nunca sería capaz de robarte la cartera, pero sí justificaba robarte la novia. Un joven punk, enfadado con la vida y con el mundo, quintaesencia del nihilismo postmoderno.

Su actitud desafiante con el sistema encajaba a la perfección con las letras comprometidas de unas canciones pegadas a la realidad. Cuando aquellos chavales escribían intentaban que sus temas fueran “el sonido de la ciudad”. Hoy algún crítico con ínfulas habría calificado a Strummer de poeta urbano, si es que este tipo de críticos escuchara música punk.

The Clash, 1979

Las letras fluían detrás de las melodías, pero retrataron mejor que ningún otro grupo el no future del punk inglés. Un solo ejemplo: en London calling Strummer escribe “no tengo miedo, Londres se está inundando y yo vivo junto al río”. Al escuchar sus canciones, da la sensación de que las ideas eran más importantes que el rasgueo y la furia de las guitarras. La actitud de Strummer hacia el rock iba más allá del mero entretenimiento.

El punk, para Strummer, era una cuestión de vida o muerte. ¿Pero de dónde procedía esa conexión del cantante británico con España?

La letra de The Clash más explícitamente relacionada con España es Spanish bombs. Una canción sobre la Guerra Civil, también con estribillo en español (“yo te quiero infinito”), que no parece desmarcarse en lo fundamental del izquierdismo militante e idealista de la banda. Con todo, Spanish bombs revela un conocimiento de lo español que va más allá de la media de los grupos punk británicos más políticamente comprometidos de la época.

Este vínculo con nuestro país se lo debemos, sobre todo, a Paloma Romero.

Paloma Romero, «Palmolive»

Paloma Romero, (Palmolive), batería del grupo punk femenino The Slits y novia de Strummer en sus tiempos de okupa. Fue ella y su hermana, malagueñas de padre republicano, quienes le hablaron de Andalucía. Lo llevaron a ver Yerma, y tal vez le enseñaron a chapurrear cuatro frases de mal hablado español. También le hablaron de Lorca y del modo en que el poeta andaluz fue asesinado durante la Guerra Civil con tan solo 38 años de edad.

Cuando Strummer dio por finiquitado The Clash se sumió en una verdadera crisis existencial. De algún modo, el personaje que había construido moría también con el grupo. En aquel momento, a mediados de los 80, Joe apareció por Granada, tal vez siguiendo los ecos de lo que aquella antigua novia le había contado de Andalucía. Una fuga y una suerte de búsqueda de nuevos horizontes. El viejo punk enfadado y furioso con el mundo quedaba definitivamente atrás.

El personaje debía reinventarse. Ya no cabía aquella impostada actitud desafiante con el mundo. Lejos de Inglaterra, no tenía sentido continuar representando el papel del punk inconformista. Strummer entraba en los bares de Pedro Antonio como un borracho desarrapado y desconocido. Es ya una leyenda en Granada cómo conoció aquellos días al grupo local 091 y se convirtió en su productor.

Yerma, 1934

El recuerdo de la representación de Yerma durante sus tiempos en casas ocupadas tuvo que estar muy presente en aquellos años. La figura del poeta granadino, marginado y mártir de la guerra, con toda seguridad debió fascinarle, ya que en cierto modo representaba los ideales juveniles que él mismo defendería también en sus letras.

Un día Strummer apareció en Granada con un Dodge que acababa de comprar de segunda mano. Recogió a Jesús Arias, hermano del cantante de 091, y se fueron hasta la localidad de Viznar. Allí decidió ir a una ferretería para comprar unas palas y desenterrar a Federico.

Aunque finalmente no las compraron, Arias llevó a Strummer al paraje que describe Ian Gibson, entre Viznar y Alfacar, donde asesinaron a Federico García Lorca. En ese lugar, según cuenta el granadino, Strummer lloró y aseguró oír los gritos de los muertos. Después se lio un porro, como dijo que le había prometido a Lorca hacía muchos años, y se lo fumó debajo de un olivo en su honor. A continuación, hizo otra promesa: volver con guitarras y tocar la canción que juntos, Arias y él, iban a componer sobre el poeta granadino.

Joe Strummer murió en 2002 de manera inesperada sin haber podido llegar a cumplir esa promesa.

Ian Gibson, 1979

Desde mediados de los 80, Strummer fue un asiduo visitante de nuestro país. Compró una casa en San José, Almería, y pasaba gran parte de los veranos allí. Me gusta imaginar que alguna vez coincidió en ese pueblo almeriense con otro de sus ilustres y literarios vecinos: Michel Houellebecq.

Cuando escucho la versión póstuma que se publicó del “Redemption Song” de Bob Marley realizada por Strummer, imagino que ese punk furioso e inconformista, aquel punk al que le entraba frío por los ojos, encontró al final la paz, pero nunca dejó de perseguir sus ideales juveniles.

Hoy, a tan solo 16 años de la muerte del músico británico, en una plazuela del Realejo (Granada), en una placa en mal estado y pintarrajeada con graffitis (muy punk, por lo demás) se puede leer el nombre del líder de los Clash.

Los granadinos Lagartija Nick, por su parte, en su última producción, cantan “Strummer Lorca”, el tema que Arias y Joe intentaron componer aquella tarde entre Viznar y Alfacar, donde el poeta granadino fue asesinado y Strummer prometió algún día tocar en su homenaje.

 

 


Playlist seleccionada por Iñigo Palencia especialmente para la lectura de este artículo: https://open.spotify.com/user/puagh/playlist/6dqA0eVgkch8lALrhV0mbW

 

Sobre el autor
(Jaén, 1975) A edad temprana llegó a la misma conclusión que Wenceslao Fernández Flórez: nada mejor podría hacer con su vida que regentar una tienda de ultramarinos. Mientras que ahorra para montarla, se dedica con fruición a la España decimonónica y a la Teoría del Estado.
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