Jordi Gracia: “El pensamiento irónico aporta veracidad y lealtad a la complejidad de lo real”

Jordi Gracia, «Contra la izquierda», Nuevos Cuadernos Anagrama, 2018

 
Pliego Suelto entrevista a Jordi Gracia (Barcelona, 1965) a propósito de Contra la izquierda. Para seguir siendo de izquierdas en el siglo XXI (Nuevos Cuadernos Anagrama, 2018). Un ensayo breve y escrito con urgencia para responder a algunas de las inquietudes que acucian actualmente a la izquierda. Una izquierda que parece vivir una crisis de credibilidad y de inadaptación a las transformaciones socioculturales, económicas y tecnológicas de hoy. Gracia es catedrático de Filología Hispánica de la Universidad de Barcelona y autor de libros sobre la historia intelectual de España del siglo XX. Además, ejerce la crítica literaria en El País, La Vanguardia y El Periódico de Catalunya. 

Este cuaderno sigue, en cierto modo, el impulso y el formato breve que ya experimentaste en El intelectual melancólico. Un panfleto (2011), ¿qué factores te motivaron a escribirlo?

La incontinencia verbal y emocional habitual en mí ante noticias, declaraciones, discursos o hechos que me parecían anacrónicos o contraproducentes desde opciones de izquierda.

Jordi Gracia, 2011

Este formato de cosa breve es óptimo para dar salida a lo que llevas madurando, o repitiéndote obsesivamente en privado, mucho tiempo. Sucedió lo mismo, tienes razón, con la matraca quejumbrosa de los intelectuales y los nuevos tiempos cuando escribí El intelectual melancólico.

¿Crees que la recuperación de este formato de los cuadernos por parte de Anagrama está en sintonía con los modos de lectura actuales? 

No son tanto los modos de lectura como el ímpetu de la escritura: cosas que no caben en un artículo de periódico, o que perderían entidad en un ensayo más largo, ganan en cambio una consistencia diferente en ese formato de guerrilla intelectual, que es por donde empezó Anagrama hace cincuenta años.

El libro apuesta por una izquierda pragmática, por recuperar las pequeñas luchas y por centrarse en las soluciones posibles. ¿Crees que el contexto actual –de crisis o poscrisis, marcado por la precariedad y la incertidumbre– está realmente preparado para apostar por esa vía?

Me parece el mejor de los contextos precisamente porque cualquier respuesta global o sistémica, de suplantación o de corrección sustancial, no solo es utópica, sino que es directamente un fraude intelectual desde cualquier punto de vista.

Jordi Gracia

No apuesto por el reformismo consolador y parcheador, apuesto por recuperar la credibilidad comprometiendo a la izquierda a enmendar excesos perfectamente reversibles con las armas del poder.

Cuando escribí Contra la izquierda, y aún gobernaba la derecha, ni podía imaginar que la realidad sería la que es hoy: es como un ensueño de entrevigilia convertido de golpe en luz diurna.

Una de las constantes en el libro es la defensa de la ironía. Ante la confusión reinante, parece que ciertos sectores prefieren agarrarse a consignas sencillas, a la gesticulación, a la reutilización de una retórica de periodos anteriores o incluso replegarse en sentimientos nacionalistas, ¿qué puede aportar el pensamiento irónico actualmente?

Veracidad y lealtad a la complejidad de lo real. Si la inventó novelescamente Cervantes con el Quijote es porque aprendió ya de viejo, pero vitalísimo y jovial, que nada tiene respuestas simples y decorativas, y sin embargo casi todo tiene a la vez alguna vía de remedio, no absoluta ni absolutoria, pero sí práctica y viable: me conformo con que la mayoría viva mejor de lo que vive, y me da la impresión de que el discurso redentorista es poco a útil a ese efecto.

De ahí la propensión a la ironía como instrumento de conocimiento.

Jordi Gracia, 2016

Vivir bajo el capitalismo es algo que haremos hasta la muerte, lo cual no quiere decir que el capitalismo deba y pueda estar sistemáticamente pervirtiendo, saboteando o aplastando derechos laborales y sociales como si no hubiese nadie debajo. Todos somos capitalistas, como todos fueron barrocos sin saberlo en la época de Cervantes, pero nadie tiene por qué decir amén a todo, y menos un poder democráticamente elegido.

En el libro reconoces ciertas bondades a las redes sociales pero también alertas de los peligros que estas tienen para la izquierda ¿Por qué crees que pueden ser más dañinas para la izquierda que para la derecha?

Porque la definición de la izquierda está en la voluntad de cambiar cosas mientras que la derecha favorece la continuidad de los abusos y las situaciones humillantes sin priorizarlas como objetivo.

Distraer con chorradas aparentemente trascendentales y embarcarse en discusiones fenomenales por un tweet de cualquiera, que puede venir reenviado por los servicios de márquetin de un partido, puede ser la peor manera de crear un estado de opinión sobre lo que de veras importa cambiar.

¿Crees posible otro modelo de red social menos basado en la cultura promocional o en el “postureo”? Un modelo público, no comercial, una suerte de BBC de las redes sociales…

Juan Soto Ivars, 2017

La pregunta tiene un fondo propositivo que comparto, pero ignoro cómo se hace: los medios clásicos desempeñaban ese papel y sospecho que van a volver a hacerlo, con los nuevos medios digitales, una vez hayamos metabolizado la fiebre participativa que han dado las redes.

El criterio profesional ha quedado desautorizado por la presunta virtud de la espontaneidad y la inmediatez de las redes, y eso es una tontería, pero no tiene por qué ser definitivo o irreversible.

Pones de relieve la necesidad de practicar un sano escepticismo, abordar los problemas con ciertas dosis de pesimismo pragmático y de mantener siempre un punto de recelo ante las cosas, ¿Crees que son virtudes aún válidas en un mundo que parece haber denostado demasiadas veces los valores heredados de la Ilustración y el Humanismo?

Ese mundo Occidental es mejor que antes gracias a esos valores heredados y continuamente actualizados en los últimos trescientos años.

Ningún cacharro va a derribar eso ni lo va a abortar: quizá lo que conviene es aprender a usar mejor los nuevos cacharros, perdiendo algo de euforia adanista, y recuperando la astucia del pragmatismo virtuoso, que no es un vicio ni una claudicación, como suele creer la izquierda decorativa y narcisista, sino el instrumento mejor de cambio de que dispone una sociedad condicionada.

Anagrama, 1996

Ante la insistencia de algunos en que no hay derechas ni izquierdas, tú dedicas una sección del libro a enumerar cosas que no te parecen de izquierdas, ¿esa confusión que muchos pretenden no es algo realmente de derechas?

Pues no lo sé bien, pero sí sé que demasiadas veces me he sentido lejos de reivindicaciones supuestamente de izquierdas, y por eso se me ocurrió la majarada de ese contradecálogo. Lo que sigue siendo de derechas es negar que hay cosas de derechas y otras de izquierdas. Es la marca perfecta para identificar a alguien de derechas, aunque es posible que no lo sepa.

Cosa distinta es discriminar poco a poco y en la realidad actual en qué consiste una actuación o una propuesta de izquierdas y en qué medida no lo es, o cuándo lo fue y luego dejó de serlo.

¿Por qué el procés no es de izquierdas?

Porque no nace de la voluntad de remedir con leyes, normas, decretos o decisiones políticas el bienestar social, laboral, cultural y educativo de la mayoría de la población en Cataluña, sino que su objetivo es satisfacer una demanda emocional, y perfectamente legítima, de la mitad de la población.

Eso no tiene nada que ver con la izquierda, aunque simpaticen con el movimiento desde Jaume Roures hasta Rafael Ribó: creo que eso responde a compensaciones actuales de frustraciones históricas.

Jordi Amat, 2018

Jordi Amat compara Contra la izquierda con una buena dosis de vitaminas. Incluso especula con que podría ser El príncipe de Pedro Sánchez y un libro que orientara a la izquierda en los años venideros. ¿Crees que la izquierda anda necesitada de vitaminas intelectuales y referentes adaptados a los nuevos tiempos?

Se lo agradezco a Amat, y fue una sorpresa (pese a que somos amigos, o precisamente por serlo): las vitaminas de la resistencia quizá eran necesarias cuando lo escribí, cuando gobernaba la derecha, y ahora sean necesarias las vitaminas de la negociación, la lucidez, la tenacidad y el horizonte claro.

Y tampoco parece que las vitaminas puedan realmente llegar a sobrar: lo raro es que alguna izquierda intelectual, como Ignacio Sánchez-Cuenca, haya renunciado a debatir sobre algo de todo esto porque le parece que ahí, en ese cuadernillo, no hay nada que debatir.

Mala pata. Igual sí hace falta alguna vitamina más.

¿Qué proyectos tienes entre manos actualmente?

Uno absorbente, como casi todos, y que crece sin cesar porque no hay manera de cortarle las alas a Javier Pradera.

Yo no sabía cuando empecé el libro que el poder que ejerció Pradera en el antifranquismo y en la democracia no era la gran influencia determinante que todos creíamos, sino que fue peor: pudo ser lo más parecido al poder a pelo, en seco, en hueso, solo fundado en la autoridad, y la autoridad es algo que otorgan siempre los demás.

Es decir, será una historia razonada de las virtudes de la cultura de la izquierda en democracia.
 

Sobre el autor
Trabaja en proyectos multimedia y arte electrónico desde finales de los 90. Ha sido profesor del grado en diseño de las escuelas Eina y Elisava de Barcelona. Es licenciado en Filología hispánica, máster en Teoría de la literatura y doctor por la Universidad de Barcelona. Codirige Pliego Suelto desde 2012. Actualmente es profesor en la UB. En los próximos meses publicará su primera novela «Costa del Silencio» con la editorial Tercero Incluido de Barcelona.
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