Miguel Serrano: “El gran tema de Réplica es la identidad: la identidad nacional, personal, familiar, sexual”

Miguel Serrano Larraz, escritor | Fotografía: Lisbeth Salas

 
Tras su deslumbrante novela Autopsia (Candaya, 2013), Miguel Serrano Larraz (Zaragoza, 1977) vuelve al ruedo con la colección de relatos Réplica a través del mismo sello editorial. Serrano, escritor y traductor, nos detalla el proceso de escritura de la obra y del diálogo que el texto mantiene con su libro de narraciones Órbita (Candaya, 2009). El autor hace una inmersión en el complejo imaginario de la infancia y también reflexiona sobre la identidad desde distintos prismas.

En algunos cuentos de Réplica vuelves al mundo de la infancia, ¿de dónde proviene este interés constante por esta etapa vital?

Tengo una memoria pésima, y casi no tengo recuerdos de la infancia. Y eso me ha dado mucho que pensar, a lo largo de los años, porque está claro que yo soy lo que soy, si es que soy algo, por lo que viví en la infancia. Pero esos recuerdos no están en mi cabeza, así que yo estoy construido a partir de una ausencia, de algo que ha desaparecido.

Candaya, 2017

Por otra parte, la infancia nos permite seguir la evolución de un personaje del que sabemos muchas cosas (¡conocemos incluso su futuro!), pero del que en realidad no sabemos nada.

Podemos ver nuestro pasado como si fuésemos espectadores, desde fuera. Es una sensación muy extraña, al menos en mi caso.  

Los cuentos también se abren a muchos otros caminos de reflexión como el yo y el doble. En cierta manera, se trata de reflexiones que conducen a un (re)planteamiento de la identidad en diferentes capas. ¿Siempre somos otro(s)?

El gran tema del libro es la identidad, sin duda. Puede que sea su único tema. La identidad nacional, la identidad personal, la identidad familiar, la identidad sexual. Somos todas esas cosas. Lo abordo desde distintos puntos de vista.

En «Réplica», por ejemplo, aparece un personaje al que confunden con distintos personajes famosos, Enrique Bunbury, Santiago Segura, el cantante de Simply Red… No es que le digan que se parece, sino que lo confunden con ellos, literalmente. Lo insultan, o lo siguen, o se desmayan al verlo. Y entonces, si se parece a gente tan distinta, ¿quién es él en realidad?

Enrique Bunbury, artista

El personaje llega a la conclusión de que no es nadie, tan solo las proyecciones de las percepciones de los demás. En otro relato, «El payaso», aparece un escritor que cree que escribe libros divertidísimos, pero todos sus lectores piensan que sus novelas son tristísimas, desoladoras. Son dos variaciones sobre el mismo tema: ¿somos quienes creemos que somos o lo que los demás ven en nosotros?

Respecto al título del libro, que tomas del nombre del último cuento, ¿es una declaración de intenciones? ¿Qué significa para ti la palabra “réplica”?

Bueno, me gustan los títulos que tienen varias interpretaciones posibles, y en el caso de Réplica hay por lo menos tres, y las tres me gustan mucho.

La primera tiene que ver con la idea de respuesta. «Derecho a réplica», se dice.

La segunda remite a los terremotos, a esas pequeñas sacudidas que vienen después de las grandes sacudidas. Es una imagen muy poderosa, y que yo relaciono de algún modo con los grandes temblores emocionales, que siempre se reproducen después, a menor escala, pero tal vez con un terror ampliado, porque ya sabes lo que te espera.

Sean Young en Blade Runner

La tercera interpretación, que es la que tiene más relación con el libro, es la artística. Una réplica es una copia de una obra de arte. Una copia de cualquier cosa, creo. Me acuerdo de los replicantes de Blade Runner, por supuesto.

Aunque, por otra parte, el libro estuvo a punto de titularse Bunbury, porque el título original de ese último cuento era «Bunbury». Pero no me atreví, me dio vergüenza.

Además del tema de la identidad y de la infancia, también vuelves a usar tu ciudad, Zaragoza, como escenario. Un hecho que coincide con la irrupción de muchos autores que contribuyen a dibujar la imagen literaria de la ciudad. ¿Es tu propósito? ¿Es una manera de situar a Zaragoza en el panorama nacional?

Cuando empecé a publicar, el uso de Zaragoza en mis textos era programático. Me irritaba mucho toda esa gente de mi generación que situaba sus historias en Nueva York, o en Tokio, como si esos escenarios exóticos (que no habían pisado en su vida, por otra parte) fueran a convencer al lector de que sus relatos eran universales, trascendentes, cosmopolitas, yo qué sé.

Miguel Serrano, 2013

Me daba mucha rabia, o mucha vergüenza ajena, ya no me acuerdo, el caso es que a mí me parecía más natural que fuese Zaragoza, menos impostado, porque es el único lugar del mundo que conozco más o menos bien.

Después, en Autopsia, que es una novela de autoficción, Zaragoza era la única opción posible para dotar al relato de verosimilitud. Y ahora, bueno, ahora ya no lo sé, creo que ya he dejado de buscar argumentos para justificarlo. No excluyo la posibilidad de que se trate de una combinación de pereza y falta de seguridad en mí mismo.

El libro tiene una estructura simétrica con una primera y una tercera parte con cinco cuentos, y la segunda y cuarta con un único cuento extenso. ¿Es una manera de prolongar la reflexión sobre el doble  a la que te referías antes desde la propia estructura de la obra?

Desde luego. El libro tuvo varios títulos provisionales, y la estructura era distinta en función del título. Hubo una temporada, por ejemplo, en que se llamó La disolución. Eran los mismos cuentos, y sin embargo el libro no se parecía en nada al que se ha acabado publicando, porque en La disolución todo resultaba mucho más inestable, más borroso, como sin terminar.

Miguel Serrano, 2009

Cuando nos decidimos por Réplica, hubo que reordenar los cuentos para que encajaran en ese título, para que lo merecieran, y entonces el libro se convirtió en otra cosa, porque los cuentos ya no giraban (todos ellos) alrededor de la idea de disolución, sino en torno a la idea de réplica, que no tiene apenas nada que ver con la idea de disolución.

En La disolución, cada cuento era como un charco, aislado e incomprensible. Ese libro carecía de esqueleto, era un libro invertebrado, por decirlo de algún modo. En Réplica, sin embargo, hay un juego especular, los textos dialogan de entre ellos, igual que la portada dialoga con la de mi otro libro de relatos, Órbita.

Bunbury, por otra parte, era el libro de un mitómano, un libro pop, incluso iconoclasta. La disolución era un libro pantanoso. En Réplica hay simetría: dos ojos, dos manos, dos pulmones…

En uno de los cuentos, escribes: “Las mentiras son los mejores atajos. Aunque a veces también sirven para iluminar el camino más largo.”¿Dónde sitúas el oficio del escritor respecto a las mentiras?

Es una de mis obsesiones, una de muchas. «Ficción» está relacionado con «fingir», y ambos derivan de un verbo latino, fingere, que al parecer tiene que ver con la idea de amasar, no sé si como primera acepción (tampoco sé cómo de directa es la relación con el finger inglés).

Doppelgänger: Ocho relatos sobre el doble, Miguel Serrano y otros autores

En cualquier caso, es difícil diferenciar la ficción de la mentira. Lo he discutido muchas veces con mis alumnos de talleres de escritura. Casi siempre comienzan con la convicción de que hay una diferencia enorme entre mentira y ficción, una diferencia ética, la intención de engañar o no, pero cuando damos un par de vueltas al asunto nos damos cuenta de que no es ni mucho menos tan sencillo.

Resumiendo: el escritor tiene que mentir, es su obligación. Mentir en la medida en la que lo hace un Dios, por ejemplo. Mentir como los Evangelios, con convicción, con elegancia, con mala leche.

En varios relatos (“El payaso”, “Réplica”, etc) aparecen un personaje que parece mantener ciertas similitudes contigo. ¿Por qué decides convertirte en personaje y por qué lo haces desde el humor en muchos casos?

Una de las cosas que me prometí, después de la experiencia de Autopsia, es que no volvería a escribir autoficción. Resulta agotador tener que justificarse todo el rato. Sin embargo, siempre se me están ocurriendo historias en las que el protagonista se parece a mí, o que soy yo. Y uno no puede imponerse restricciones tan firmes, «nunca volveré a hacer esto».

En cuanto al humor, cada vez es más difícil reírse de nada, existe una presión social que nos ha acabado empapando a todos, el miedo a ofender. La literatura era uno de los pocos territorios libres para el humor políticamente incorrecto, pero cada vez hay menos espacios, me recuerda a La historia interminable (1979), pero en este caso la Nada no invade el Reino de Fantasía, sino el Reino de Humor.

Miguel Serrano, escritor

Y lo entiendo, en cierto modo, aunque también me da miedo, tengo sensaciones opuestas al respecto. Bueno, en cualquier caso, nadie nos ha prohibido todavía que nos riamos de nosotros mismos. Y hay motivos para hacerlo, así que tenemos una posibilidad de salvarnos y yo intento aprovecharla.

Después de la publicación de tu novela Autopsia, publicas Réplica. Algunos cuentos son inéditos y otros fueron publicados previamente en otras antologías o revistas. ¿Qué te llevó a recoger esta producción y agruparla? ¿Quedaron cuentos en la recámara?

Soy un escritor lento y terriblemente inseguro. Tengo graves problemas de asertividad, pero también soy muy ambicioso. Una combinación espectacular, muy apropiada para un neurótico discreto.

Cuando publiqué mi anterior libro de relatos, Órbita, también en Candaya, me juré que nunca más publicaría cuentos si no escribía una obra maestra, un libro que cambiase la historia del género. Bueno, no, la historia del género no, la historia de la humanidad. Pero Olga Martínez, mi editora, empezó a insistir en que tenía que publicar algo nuevo, ya habían pasado casi cuatro años desde la aparición de Autopsia, y no supe decirle que no.

Cuando alguien muestra tanta confianza en ti, en tus posibilidades, se hace muy difícil negarse. La historia es más larga, pero podemos dejarlo así: terminé el libro para no decir que no, y para no tener que pensar en el libro.

Y quedaron cuentos en el cajón, sí.

Por último, ¿qué escribes actualmente?

Tengo una novela breve en marcha desde hace ya muchos años. Espero terminarla algún día.
 

Sobre el autor
(Salon de Provence, 1986). Aunque nacida en Francia, España es, sin lugar a dudas, su país de adopción. De hecho, se especializó en literatura española y, concretamente, cursa un doctorado sobre dramaturgia contemporánea. Es co-directora de la Revista de Investigación Teatral Anagnórisis. Y, a pesar de la crisis, también co-dirige la Editorial Anagnórisis, sello digital especializado en teatro y estudios humanísticos.
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