En la siguiente entrevista charlamos con Juan Insua, director del festival Kosmopolis 2017, que tendrá lugar entre el 22 y el 26 de marzo en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB). Insua nos detalla los principales contenidos y actividades de un certamen que, bajo el lema Cuando todo cambia, explora la literatura en todas sus dimensiones y la interconecta con el mundo que nos rodea. El director de Kosmopolis nos habla también del concepto de “literatura amplificada”, del cambio climático y las nuevas tendencias en la ciencia ficción. Asimismo, reflexiona sobre la revolución digital y su influencia en el campo educativo y cultural.
En esta nueva edición de Kosmopolis el eje temático principal se orienta hacia el cambio climático, ¿cómo se conjugan literatura y medio ambiente?
Las relaciones entre literatura y cambio climático son múltiples y pueden tener distintos enfoques. Pensemos, por ejemplo, en la climate fiction, considerada como una nueva vertiente de la ciencia ficción (que quizá comienza en J.G. Ballard), pero que si se concibe de un modo más abierto puede incluir obras de Margaret Atwood, Jeanette Winterson o Ian McEwan.
En esta edición de Kosmopolis, además de invitar a Kim Stanley Robinson, uno de los mejores exponentes actuales de esa tendencia, nos interesamos por un abordaje que incluye la dark ecology de Timothy Morton o el estudio de las inteligencias no humanas, con excelentes científicos y divulgadores como Stefano Mancuso, Hope Jahren o Carl Safina.
¿Cómo habéis estructurado el festival y con qué participantes principales contáis en esta edición?
El lema de esta edición es: Cuando todo cambia. Alude a la magnitud del cambio a que estamos asistiendo en todos los ámbitos, a los tópicos sobre las dimensiones y la naturaleza de ese cambio (era de cambios, cambio de era, cambio de cultura, cultura del cambio, etc.), pero especialmente a los cambios de sensibilidad que necesitamos para detener esa espada de Damocles que definimos como cambio climático o calentamiento global.
Toda la programación de K17 está impregnada de este espíritu que es al mismo tiempo crítico, creativo y esperanzado. Y se manifiesta en un amplio abanico de actividades que van desde el Green Slam o Kingdom de Agrupación Sr Serrano a los cambios en el ecosistema editorial que explora el Bookcamp o las nuevas narrativas inmersivas que proponen los dispositivos de realidad virtual.
Sin olvidar que otro de los grandes vectores del cambio de mentalidad, que requiere este momento crucial, pasa por reivindicar las constelaciones de la creatividad femenina y feminista. Bel Olid, Marina Espasa y Laura Huerga, han coordinado una serie de conferencias, coloquios y performances que expresan con humor, encanto y sin tópicos este eje vertebrador de K17.
Desde algunos sectores se percibe la literatura como una esfera un tanto endogámica, distante de la realidad y de la actualidad. ¿De qué manera el concepto de “literatura amplificada” rompe este tópico y cómo se ha fortalecido esta idea en las últimas ediciones?
La literatura siempre ha sido una amplificadora de lo que llamamos “realidad”, escrita entre comillas como quería Nabokov. Y lo ha sido con sus propias herramientas y también contaminando y dejándose contaminar por las artes y las ciencias.
Por ser tal vez el único discurso que no intenta modelar el mundo con fundamentos absolutos, fronteras disciplinarias o corsés ideológicos, la literatura goza de una fecunda libertad para expandirse a través de sus múltiples palabras: oral, impresa, electrónica, pintada, filmada, cantada…
Ese es el espíritu que inspira un evento como Kosmopolis. La literatura tiene diferentes puertas de entrada, y en todas ellas la “realidad” se amplifica.
¿Qué reflexiones te planteas acerca del alcance real de la revolución digital y, desde tu perspectiva, cómo percibes actualmente su influencia en los ámbitos del conocimiento y de la información?
La revolución digital no puede pensarse sin tener presentes las otras revoluciones del siglo XX, como son la revolución relativista y cuántica, la revolución cibernética y posteriormente la revolución genética. Todas están conectadas, como finalmente están conectados todos los conocimientos y avances culturales, artísticos y científicos. Otra cosa es adoptar una postura evangelista o una actitud negacionista o seguir pensando de forma simplista y maniquea, como si la complejidad del saber actual pudiera concentrarse en algunas mentes privilegiadas o fuese patrimonio de unos pocos.

Werner Herzog estará en K17
La revolución digital está aquí para quedarse y todavía no sabemos a qué mundo nos conducirá. Hemos despertado de algunos sueños (como la web 2.0) y ahora sabemos que el poder que se les otorga a los usuarios permite también una fabulosa recolección de datos que algunos consideran como el nuevo petróleo (Big Data). Y que puede permitir tanto detener una epidemia o anticipar una catástrofe como contribuir a un control masivo cada vez más sofisticado.
Cambiando de tema, ¿qué nuevos retos implica, en la organización del festival Kosmopolis 2017, la declaración de Barcelona como Ciudad de la Literatura por la Unesco en diciembre de 2015?
La nominación de Barcelona como Ciudad de la Literatura es una estupenda oportunidad para reafirmar y activar lo que la ciudad ya es: una gran capital del mundo editorial, con una magnifica red de bibliotecas y librerías, pero sobre todo, una ciudad de escritores, con diversos estilos y tendencias, escritores locales y escritores provenientes de muchos países.
Barcelona, como otras ciudades cosmopolitas, es literatura, respira literatura. Y todo esto, por supuesto, estimula a un proyecto como Kosmopolis, tanto en su edición bienal como en su programación continua durante todo el año.
¿Y cuál es el papel del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, en la coyuntura actual, en relación con las políticas culturales?
El CCCB es una de las instituciones culturales más relevantes de Barcelona. Basta ver su andadura desde su apertura, en 1994, para comprobar que allí han tenido lugar algunas de las exposiciones más singulares de las últimas décadas, junto a una intensa gama de conferencias, debates, congresos, festivales, experiencias y encuentros que reflejan la poderosa y heterodoxa creatividad contemporánea.
El listado de nombres relevantes que han pasado por el CCCB es elocuente. Puede visitarse su archivo audiovisual y multimedia para comprobarlo. Actualmente, como corresponde a una institución pionera, y como está sucediendo en buena parte de las instituciones culturales, el CCCB continua en permanente transformación.
Junto a las líneas de programación troncales como la ciudad-mundo, la literatura amplificada o la galaxia audiovisual, en los últimos años se han incorporado dos ejes decisivos para reflejar el presente: la tercera cultura (entendida como el imprescindible diálogo entre ciencias humanas y ciencias del mundo) y la apuesta por la innovación cultural, es decir por las ideas, proyectos y adaptaciones que requiere la velocidad del cambio al que estamos asistiendo.
Estás vinculado desde 1993 al CCCB, donde trabajas también en la dirección de proyectos dedicados a la investigación y la innovación tecnológica en cultura, ¿podrías contarnos tu experiencia profesional?
Ha sido, y sigue siendo, una experiencia decisiva en mi vida. Un privilegio del que solo puedo estar agradecido: a los diferentes directores del CCCB (comenzando por Josep Ramoneda, y siguiendo por Marçal Sintes y Vicenç Villatoro) y a todos los equipos y personas con los que he trabajado durante más de veinte años y de los cuales he aprendido y sigo aprendiendo cada día.
He podido dirigir un ciclo de exposiciones sobre Las ciudades y sus escritores, concebir nuevos formatos para los Faros del siglo XX, crear proyectos como NOW. Encuentros en el Presente Continuo o un festival como Kosmopolis. Mi etapa como director de Actividades Culturales me ha permitido conocer e interactuar con los grupos y colectivos culturales de Barcelona, y desde 2010 como jefe de proyectos del CCCB LAB puedo investigar, experimentar y desarrollar líneas de trabajo que funcionan como una sonda para el escenario cultural del presente-futuro.
Y después de Kosmopolis 2017, ¿qué nuevos proyectos tienes entre manos?
Los retos para el futuro están vinculados a la necesidad de lograr un aprendizaje permanente, tanto en proyectos en continua evolución como Kosmopolis o en los ámbitos que exploramos en el LAB. Desearía seguir ejercitando estilos de creación, organización y producción que permitan el desarrollo de una cultura libre, abierta y distribuida.
Me gustaría participar en proyectos cuyo objetivo sea emocionar y asombrar, porque son los émbolos inalterables del conocimiento compartido y la empatía. Lo cierto es que después de Kosmopolis 17 el trabajo inmediato es colaborar en la gestión del Premio Internacional a la Innovación Cultural, que en esta segunda convocatoria ha recibido proyectos de 160 países y que tiene como tema central el cambio climático.