Visitamos la nueva base de operaciones de Ajoblanco, en el barrio barcelonés de Gràcia. Allí, el equipo que encabeza el periodista y escritor Pepe Ribas (Barcelona, 1951) prepara el relanzamiento de la revista y una plataforma cultural paralela. Dialogamos con Ribas, quien a principios de los años 70 impulsó Ajoblanco, referente del activismo contracultural y que llegó a alcanzar un millón de lectores mensuales en España y América. La nueva versión será un proyecto abierto, intergeneracional, participativo y con fuertes lazos con Hispanoamérica. Dejemos que sea el propio Pepe Ribas quien nos cuente los detalles.
Pepe Ribas nos invita a pasar al Espacio Ajoblanco, en el silencioso Carrer de Santa Teresa, donde aún huele a pintura fresca y en cuyas paredes cuelgan enmarcadas portadas clásicas y fotografías del archivo de la revista. “Buscamos, sobre todo, un lugar de debate y encuentro, de crecimiento personal y social, basado en el contacto humano y presencial. No todo tiene que pasar por Internet, ¿no?”, se pregunta el autor de Los 70 a destajo (RBA, 2007).
Desde octubre, los miembros del equipo diseñan una nueva web, preparan el perfil del proyecto en las redes sociales y establecen comunicación con distintos agentes culturales, público y colaboradores. En cuanto a la edición en papel, Ribas precisa que, respecto al marco conceptual y participativo, va a haber similitudes con la primera etapa de la revista y que por lo que se refiere a cuestiones formales presentará elementos de los distintos períodos que ha atravesado el proyecto. Con todo, Ribas insiste en una idea: el objetivo es volver a crear una nueva comunidad de lectores.
Cabe precisar que la revista atravesó por distintas fases. La primera (1974-1980), la segunda (1987-1999) y la tercera (2004-2005). La irrupción del fenómeno Ajoblanco coincidió con los últimos años de la dictadura franquista y con el estallido de movimientos estudiantiles y obreros en Barcelona y Madrid. Eran los tiempos de la contracultura: las comunas, la música de protesta, las jornadas anarquistas masivas (más de 300.000 asistentes), el arte conceptual, los teatros populares, los proyectos editoriales y las librerías independientes. Las crónicas de la época coinciden en que, solo en 1977, la revista alcanzó un millón de lectores. La historia está recogida en el documental Ajoblanco, Crónica en Rojo y Negro (David Fernández de Castro, 2015).
Actualmente, el equipo trabaja en la cuarta fase, cuyo lanzamiento está proyectado para abril de 2017. Ribas habla con entusiasmo del “triunvirato” que guía el proyecto. ¿Y quiénes son? Además de él están Fernando Mir (miembro fundador de Ajoblanco) y Carolina Espinoza Cartes, periodista y antropóloga chilena.
El nuevo Ajoblanco
El número de la edición de lanzamiento girará en torno al tema “17 años sin… (Ajoblanco)”. Comprenderá una síntesis fotográfica y lecturas críticas retrospectivas sobre las consecuencias del 11-S, la crisis financiera, la política en general, la extensión de los países emergentes, los emigrantes, las guerras y los conflictos sociales. Además de otros contenidos aún por desvelar, en la parte final, incluirá un muro de participación grafico-textual de colectivos pertenecientes a ciudades españolas y de América para establecer contactos y fomentar redes de proyectos conjuntos.
Los números de la revista serán temáticos y el grupo de trabajo está concentrado actualmente en la búsqueda de ejes centrales que los articulen.
En relación con la participación de “firmas renombradas” del panorama periodístico, intelectual y literario que podrían integrar el nuevo Ajoblanco, Pepe Ribas prefiere no entrar en detalles. Sin embargo, afirma con claridad: “No puedes ir a buscarlos porque la mayoría están quemados. Han estado demasiado tiempo haciendo el paripé y se han prostituido. No queremos narcisismo ni gente que crea que todo se hace a través de una estrategia de marketing, sino personas que actúan mediante una necesidad vital, pasional, emergente e intuitiva. Y en ello estamos”.
¿Y la periodicidad? “Es una trampa, en realidad. Tienes que salir cuando tengas algo que decir, no por obligación. Y como no queremos el poder ni estamos en la lucha para ocupar un escaño, no estamos sujetos a una periodicidad. Nosotros trabajamos en una idea: recuperar la conciencia, el criterio y la calidad” aclara Ribas al respecto.
Plataforma cultural
Paralelamente a la nueva revista Ajoblanco, el equipo gestiona también la realización de talleres de creación, encuentros, debates y exposiciones a pequeña escala en su local de Gràcia. Se trabaja internamente con el colectivo multidisciplinar de arte y acción política Enmedio (Barcelona) y con núcleos de jóvenes dedicados al fanzine y a la música. Además, los promotores proyectan un día de puertas abiertas al público para mediados de diciembre.
“Tal como está la coyuntura, has de buscar la solidaridad y volver al nosotros para hacer una serie de cosas. Lo común se basa en la confianza en el otro, en creer que también te puede aportar algo”, sostiene Ribas.
Se trata de un proyecto abierto, intergeneracional, participado y libertario: “Nosotros solo vamos a coordinar. No tenemos ningún ánimo de dirigir. No queremos decirle a la gente lo que tiene que hacer, lo que tiene que leer o cómo tiene que comportarse –reitero– buscamos un espacio de debate, encuentro, de crecimiento personal y social”, concluye.
Papel y tecnologías digitales
En un pasaje de la conversación Pepe Ribas se pregunta acerca de las ineludibles relaciones del proyecto con las nuevas tecnologías: “En el papel no hay esa inmediatez de lo digital, tienes que elaborarlo, pensártelo todo varias veces. Y, luego, de la misma forma que el papel influyó en las pantallas, creo que ahora las pantallas han de influir en el papel, a nivel gráfico y en aspectos del cómo y del qué se pone en un soporte que es fijo”.
“Internet está bien, pero no es la panacea”, subraya Ribas acompañando la frase con la energía de sus manos. “Hay que pensar que las nuevas tecnologías han salido del Pentágono… ¿Por qué Internet funciona como funciona? Realmente, ¿te concentras en lo que lees en las pantallas? En este terreno, hay mucho que cuestionar”. En este sentido, Ribas y el equipo centran su esfuerzo en el propósito de hacer del papel un elemento de conciencia y actitud crítica. “Que no sea un soporte publicitario ni siquiera propaganda política. Hablamos de lectura sostenida”.
Asimismo, pone el énfasis en el concepto de “escribir con contexto” frente a los contenidos fraccionados y dispersos, característicos de los medios digitales. “Queremos romper con lo fraccionado, pues no sabemos de dónde viene ni a dónde va. Hay mucha información, pero es necesario ordenarla. Por eso vamos a hacer una labor de síntesis”.
Post 15-M
¿Por qué después de 17 años vuelve Ajoblanco? Pepe Ribas lo atribuye a la coyuntura actual, más favorable al debate político y social tras el fenómeno del 15-M (2011). Revela que la idea surgió en la exposición Jornadas Ajoblanquistas para el debate (entre mayo y junio de 2014, en el centro cultural Conde Luque, Madrid). La gente le espetaba: ”Pepe, vuelve”, “Ya es hora de que volváis”. Al final del evento, se planteó la posibilidad de llevar la iniciativa a la práctica en 2015, pero el planteamiento no prosperó porque, según Ribas, algunas personas interesadas en el proyecto creían que “se podían cambiar las cosas desde el poder” o tomándolo.
Ribas tiene la certeza de que a partir del 15-M se pone de manifiesto una serie de inquietudes, contracciones y cuestionamientos socio-políticos, los cuales habían sido abordados durante la primera y segunda etapa de Ajoblanco. “Antes del 15-M estaba muy mal visto hablar de política, de lo social, del nosotros o de lo común. Quizás porque había más dinero, más trabajo, menos conciencia y más hedonismo”. Por esta y otras razones coyunturales, Ribas piensa que ahora es el momento propicio para salir y estar en los quioscos. Además, Fernando Mir, cofundador de la revista, vuelve a estar en activo.
Considera que las cosas están más definidas en la actualidad, ya que una parte del movimiento de los indignados se ha decantado, por un lado, hacia la opción política (parlamentarismo y gestión municipal) y, por otro, hacia opciones colectivas que cuestionan directamente la Constitución, la Monarquía y la Transición.
Periodismo, cultura y política
“Y, ¿cómo ves el panorama periodístico en España?”, le preguntamos. El escritor y periodista barcelonés se detiene un momento para pensar antes de responder a la pregunta. “MAL” contesta taxativamente. “Porque no hay periodismo de investigación desde hace muchos años. Solo existe periodismo de la confesión, del que le revela a alguien que está metido en algo. Por eso los medios, sobre todo en papel, tienen escasa credibilidad. Además, TODOS pertenecen a grandes grupos económicos, sean de derecha o de izquierda”.
De las pocas excepciones, el periodista destaca el semanario catalán La Directa. Sobre todo por la denuncia, cobertura e investigación del caso de abuso policial 4-F (2006) –recogido en el documental independiente Ciutat morta (2013)–, aunque también considera que, en su opinión, el tratamiento ideológico es exagerado. Por otra parte, lanza sus diatribas contra los periódicos: “Todo el rato están hablando de los políticos y, en consecuencia, los márgenes alternativos y los foros de los colaboradores –como Amador Fernández-Savater (del eldiario.es)– dejan de ser leídos porque todo el mundo está pendiente del chisme”.
Respecto a la política cultural en España, pone el dedo en la llaga. “Está totalmente dominada por el mercado, el negocio y el dinero. Creo que hoy hace falta mucha cultura alternativa, de base, de pasión, de necesidad. La cultura es lo que nos ayuda a ser mejores personas, más conscientes, a tener criterio. Pero no para dominar al de al lado, sino para compatibilizarte y complementarte con otras personas. En eso somos muy libertarios”.
Ribas –autor también del libro de ensayos Kavafis (Barcanova, 1982)– piensa que la cultura no debería ser únicamente para las élites y cree que la ciudadanía está hastiada de las subvenciones y de la cultura institucional. “Han hecho mucho daño, porque es propaganda política y económica, es marketing puro, pero no es cultura, es solo espectáculo y entretenimiento”.
Por eso, apela a la solidaridad y al sentido colectivo. “Soy muy crítico con toda esta cultura neoliberal derivada de los 80 y de los 90 (‘la era del yo’): “yo y mi casa”, “yo y mi tarjeta de crédito”, “yo y mi coche”, “yo y mi baño”, ”yo y mi egocentrismo”, “yo y mi narcisismo”.
América Latina
A diferencia de otras revistas y plataformas peninsulares, que a menudo dan prioridad a la cultura anglosajona y que suelen estar de espaldas a las culturas transhispánicas, Ajoblanco mantiene conexiones directas con movimientos sociales y colectivos culturales de América Latina, incluso Pepe Ribas ha recorrido distintos países recientemente (Chile, Argentina y Uruguay) y ha establecido alianzas.
“América Latina es una lección de pluralidad, no hablo de sus élites, sino del sustrato social. Hay experiencias muy ricas y variadas. Tenemos la suerte de hablar un idioma común, que hace reconectar ciudades y pequeños fragmentos de crítica y contemporaneidad. Y en estos casos, Internet también nos une. Tenemos un capital cultural enorme que hay que saber manejar e intercambiar”.
Ajoblanco 2017-…
Nos vamos con la imagen de un Pepe Ribas que expresa serenidad e ilusión ante esta nueva etapa del proyecto y que, asimismo, recuerda el ímpetu y la frescura que posibilitó –durante su juventud– que un grupo de poetas de “una facultad absurda de Derecho” pudiera crear una comunidad de un millón de personas alrededor de una revista que aún se llama Ajoblanco.