Harry Browne: «El filantro-capitalismo de Bono es genial, hazte rico a la vez que salvas al mundo»

Bono en el Foro Mundial de Economía de Davos 2014

 
Bono en la cumbre de Davos 2014. Bono en el sepelio de Mandela. Bono en la entrega de los Globos de Oro, en Islandia, en el Harlem, en África,… El altruismo y la filantropía del cantante de U2 hace tiempo que generan recelo. Nuestra colaboradora María Pallarol se ha reunido con el periodista y activista Harry Browne para charlar de su último libro Bono: En el nombre del poder (Sexto Piso, 2013). En esta biografía, Browne señala a Bono como la figura que mejor ejemplifica la cara amable que el neoliberalismo y la élite occidental intentan ofrecer. Una estrategia filantrocapitalista que el cantante irlandés y sus poderosas amistades escenifican en los medios a escala global.

Supongo que después de la publicación de tu libro te sentirás –al menos un poco– bajo el foco de la fama. ¿Qué tal es que a uno lo traten como a una celebridad?

¡Me encanta! Siempre he dicho que siento una gran compasión por los famosos. Entiendo perfectamente cómo puedes volverte adicto a que te traten bien, a estar cerca de la gente que tiene influencia y poder. Se te debe ver genial desde esa posición. La metáfora que siempre uso es que las vistas desde lo alto deben de ser increíbles y por lo tanto es muy difícil volver a verlo todo desde abajo. Y ahora esta semana me han estado haciendo una entrevista detrás de otra y he estado en hoteles increíbles en Madrid y Barcelona. Así que esa metáfora que normalmente uso para explicar la atracción de la fama ahora la estoy viviendo en mis propias carnes.

Es muy fácil acostumbrarte a todo lo que conlleva la fama. Pero, bueno, la próxima semana tengo que volver a dar clases a mis estudiantes en Dublín y todo esto será olvidado. De todas formas, no estoy aquí para hablar sobre mí, sino sobre la persona sobre la que versa este libro, Bono, con la que soy extremadamente crítico.

¿Cuál ha sido tu motivación para escribir este libro?

Que voy a estar en la lista negra de mucha gente [risas]. No, en serio, hace tiempo que vengo leyendo sobre Bono. Pienso que el protagonista de este libro es significativo. Nadie como él ejemplifica mejor la cara amable que intenta ofrecer el neoliberalismo y la élite occidental. Se ha convertido en el portavoz de esta élite política y financiera que intenta fijar el prisma desde el que quieren que entendamos las desigualdades y las relaciones entre el mundo desarrollado y el subdesarrollado. El mensaje de Bono, cual iluminado, es que con su ayuda y gracias a él, los gobiernos poderosos, las multinacionales, fundaciones, etc., han visto por fin la luz y se van a poner todos a trabajar por “un mundo mejor”.

Es cierto que los medios lo ridiculizan constantemente, pero esas élites saben que todos “creemos” en su integridad. “Creemos” en esta integridad no sólo desde su labor como activista, sino desde hace mucho antes en su trabajo como artista. Bono dijo en una entrevista hace un tiempo “la gente me conoce, la gente lleva casi treinta años escuchándome y sabe si soy un capullo o no”. Yo no creo que sepan si es un capullo o no porque llevan escuchándolo desde hace mucho tiempo, sino porque muchas de sus letras son realmente comprometidas y eso no se le puede negar.

¿Cómo lo ha hecho Bono para encandilar a esos poderosos?

Aparte de su gran don de palabra y de la clara fascinación que les despierta, Bono les es extremadamente útil. Gente mucho más cínica que él es consciente del magnetismo que Bono desprende y, por lo tanto, lo útil que resulta ser su aliado. Un claro ejemplo de esto es el ser más cínico de este mundo, Tony Blair, quien escribió sin ningún tipo de reparo en sus memorias lo útiles que le fueron sus relaciones con Bono y Geldof  por su capacidad de vender su agenda de África a George Bush, su otro amigo, y también por su capacidad de vender esa idea al gran público.

Una idea que se convirtió en una suerte de movimiento o campaña por terminar con la pobreza del mundo. Lo que ocurre ahora es que la gente que lleva muchos años dedicada a esta lucha, mucho antes de Make Poverty a History en 2005, está molesta. Dice que es un truco, que Bono y Geldof se han apropiado de su campaña y la han desvirtuado, pero mucha otra gente que vio a Bono y a Geldof ahí piensa “bravo, Bush, bravo, Blair, ¡qué bien lo habéis hecho salvando el mundo!”.

Pero, ¿por qué ese interés en África y no en otros países también subdesarrollados de Asia y Latinoamérica?

Creo que es una buena pregunta, quizá debería haberlo desarrollado más cuando estaba escribiendo el libro. Aunque África lleva tiempo independizada de las potencias que la ocupaban, antiguas y nuevas potencias todavía tienen anclados sus tentáculos en este continente. Por lo que sea, los africanos no han podido registrar en palabras su lucha del mismo modo que sí lo han hecho los asiáticos y latinoamericanos. No es una coincidencia. Los africanos –tan penetrados por el imperialismo y por personajes como Bono, y por las compañías petrolíferas, de joyas, altas tecnologías,…– no han sido capaces de erradicar la pobreza.

Ese continente que ha sido objeto de las campañas antipobreza, paradójicamente, es también el origen del mundo. Latinoamérica y Asia con sus propias leyes y medidas han podido, por lo menos, reducir parte de esa miseria y tienen una cierta infraestructura. La verdad es que esa elección de África por parte de Bono y, por ende, de grandes poderes económicos de Occidente, es como mínimo sospechosa. La pobre África siempre ha sido esa pizarra virgen, esa tabula rasa sobre la que los diversos poderes han dibujado los límites de su ambición a su antojo. Los occidentales les hemos robado la voz a los africanos y yo no me imagino a un latinoamericano dejando que Bono hablara por él.

En esta despersonalización de África, ¿no crees que es significativo que Bono siempre hable de África como una masa continental? Nunca apela a ningún país concreto, Zimbabwe, Nigeria…

Cierto, aunque recientemente ha sido más sensible con esta distinción. Hace poco dijo que Obama se le quejó de que siempre estuviera hablando de África y no singularizara ningún país. Lamentablemente, África se ha convertido en una distracción para la injusticia, el hambre, la desigualdad, etc. que se dan en cualquier otra parte del planeta y ahí radica parte del problema. Lo cierto es que el 88% de la pobreza se da en países que no se consideran extremadamente pobres. Han convertido a África en una masiva distracción.

¿De dónde es Bono exactamente? ¿De la Irlanda de la Unión Europea o de la Irlanda de los Estados Unidos?

Buena pregunta, aunque esto asume que existen estas dos Irlandas. En efecto existen estas dos identidades irlandesas: una europea y una estadounidense. Hay una frase de uso común en Irlanda que dice “estamos más cerca de Boston que de Berlín”. Para la mayoría, durante los últimos diez años, Irlanda ha estado más cerca políticamente de Europa,  pero ideológica y culturalmente su vínculo con Estados Unidos siempre ha sido mucho mayor. Así que si tengo que decantarme por una es la Irlanda de los Estados Unidos y Bono es una figura muy importante en esa unión transatlántica.

Aunque muchos de los momentos más importantes en su papel como activista han sido auspiciados por el gobierno británico —con Gordon Brown y Tony Blair—, su desarrollo y su rol de activista sólo pueden entenderse como un fenómeno claramente estadounidense. Su visión del mundo es totalmente estadounidense. Esto no quiere decir que si tuviera la visión europea sería mejor. Bono no es una mala persona y ese no es el mensaje del libro.

Si no me equivoco, tú y Bono tenéis algunas cosas en común…

¡Por supuesto! Tenemos muchas cosas en común. ¿Ves esto? ¿Puedes ver mi problema de clavícula? [risas]. Me rompí la clavícula en septiembre de 1997, justamente la misma semana en la que Bono también se rompió la suya al caer del escenario. Su madre murió cuando él era un adolescente y mi padre también lo hizo en esa época de mi vida. Él creció como una especie de extranjero en su propia ciudad, como hijo de matrimonio mixto en una ciudad que estaba claramente dominada por los católicos; y yo crecí como el chico blanco en un barrio negro de Estados Unidos. Y podría seguir… Por ejemplo, soy extremadamente vanidoso y si Tony Blair me invitara a comer con él estaría encantado de ir y le diría cosas maravillosas sobre su persona [risas]. Además, toco la armónica fatal, como él.

¿Has tenido la oportunidad de conocerlo personalmente?

Coincidí una vez con él en un funeral, que es el clásico evento social en Irlanda. Lo he visto muchas veces. Tuve una novia que lo conoció y los dos cerraron un pub borrachos. No, en serio, me encantaría conocerlo y seguro que me pondría muy nervioso, aunque soy un buen periodista.

¿Qué tipo de polémica ha suscitado tu libro en Irlanda, el Reino Unido y Estados Unidos? ¿Se ha pronunciado el mismo Bono?

He dicho muchas veces que el tratamiento de Bono en este libro es meramente representativo. Su mensaje ejemplifica el buenismo que intenta mostrar el sistema neoliberal mediante el llamado filantrocapitalismo. No obstante, es la primera vez que un libro así se ha escrito. Un amigo mío editor me ha dicho: “Dios, esta es una de esas ideas que cuando la oyes dices ‘¡Por qué no lo pensaría yo diez años antes!’”.  Pero aparte de esta frase de mi amigo, la reacción ha sido bastante tímida. Algunas críticas en Irlanda han sido muy malas, horribles. Y parte de esas críticas han sido las de los propios amigos de Bono, como es el caso de un periodista que trabaja para un periódico dublinés que dijo: “¿no odias este libro? ¿No odias la idea general de todo este libro?”.

En general, en los países anglohablantes se ha cernido un silencio pasmoso acerca de mi libro. Y no creo que haya sido Bono el que está detrás de este ninguneo general. Creo que hay muchos otros agentes implicados que ven cómo este libro plantea poderosas razones para poner en entredicho el filantrocapitalismo que ellos avalan. Puede que algunos se lo hayan tomado como un claro ataque al buenismo de las élites occidentales. Mi intención con este libro era cuestionar las supuestas buenas causas que promueven personajes poderosos  como Bill Gates, Barack Obama, Tony Blair, Bill Clinton, Bono.

¿Filantrocapitalismo?

Exacto.

¿Cómo definirías este término?

El filantrocapitalismo, con Bill Gates como máximo adalid, busca aplicar estrategias empresariales para aparentemente solventar los problemas de los países en vía de desarrollo. La idea es genial: ¡hazte rico al mismo tiempo que salvas al mundo! Si el jefe de tu periódico ha salido en las noticias por ir a ayudar a la gente pobre en Haití, si el locutor de tu emisora de radio es famoso también por su labor caritativa con los más desfavorecidos, entonces el mensaje de este libro es incómodo. Me resulta interesante que en España no haya sido así, por fortuna. Posiblemente, esta gran recepción del libro en España se deba a la crisis.

¿Qué otros casos de “Bonos” te vienen a la mente? ¿A cuáles les dedicarías una biografía?

¿Otros casos de celebridades filántropas?

Sí, ¿quizá Angelina Jolie?

Como he intentado explicar con este libro, Bono es una figura única. No es que sea famoso y use esa fama para otro propósito, como George Clooney en Darfur. Él es famoso por su música, claro, pero también es famoso por la moralidad del personaje que ha creado. Todo lo que rodea a su música siempre ha sido acerca de su pretendida honestidad y de cercanía con su público, a diferencia de lo que harían otras grandes estrellas. Él es diferente, hay que medirlo con otro rasero. Él integra su moralidad a su trabajo, no creo que otras estrellas hagan eso.

Así que de momento, no pienso dedicar otro libro desde una perspectiva tan crítica a otro famoso. Este libro me ha colmado de satisfacción pero al mismo tiempo me ha producido como un sentimiento “sucio”. Si te fijas no se lo he dedicado a nadie. Sería una broma de mal gusto, ¿no te parece?, “oye, te dedico este libro de odio” [risas]. Así que el próximo libro que escriba será sobre gente a la que amo, por ejemplo Bruce Springsteen, quien, por cierto, no dista mucho de la ideología de Bono. O, no, quizá el próximo libro que escriba sea sobre mí mismo.

¿Crees que tu vida da para tanto?

Soy el tercer hijo de un cura católico, así que crecí junto a mis hermanos siendo todos hijos secretos. Mucha gente me ha estado preguntando si algún día escribiría sobre esto y creo que ya ha llegado el momento.

La última pregunta, te lo prometo. Tu libro está ampliamente documentado con artículos de prensa, entrevistas de televisión, etc., ¿qué tipo de método usas para conjuntar tanto material?

Harry Browne

Esta es una pregunta que se suele hacer a los periodistas, pero lo cierto es que no uso ningún método. Quizá, podría destacar que siempre he tenido el esquema de este libro muy claro. Ha sido concebido como una serie de artículos o pequeños ensayos estructurados en episodios. Sin duda, tener clara la estructura del libro me ha ayudado para su composición. Trabajo como escritor cuando encuentro un hueco en mi vida de periodista, profesor, investigador, padre,… Así que para ser escritor necesito trabajar en esos pequeños intervalos. Me encantaría tener la vida de un escritor real, pero ahora mismo no me permite pagar las facturas.

Muchísimas gracias por la entrevista, señor Browne.

Gracias a ti, eres la primera mujer que me ha entrevistado esta semana, así que aunque no lo quieras has aportado algo distinto a la entrevista. Espero no haber sonado machista [risas].
 

Sobre el autor
Nombre vulgar con el que se conoce a la rubia homínida nacida en Barcelona el 30 de abril de 1985. Heredera del humor cervantino y del posado veraniego de Anita Obregón, una clarividente mañana, después de desayunar Kellogg’s Special K, decidió dedicarse de lleno a su verdadera vocación: curiosear como un gato. Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona, ha trabajado como profesora de español en Bates College (Estados Unidos), Estonia y España. Es colaboradora habitual de Pliego Suelto desde 2011
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